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dijous, 28 de novembre del 2019

Elecciones generales diferidas




De tanto en tanto es saludable desconectar del día a día de la política. Permite distanciarse y comprobar lo frágil que son los mensajes expuestos a las hemerotecas. Si además te encuentras en otro continente, lo que  parece perentorio se convierte en relativo. He participado gracias al voto por correo.

El 10-N hubo elecciones con la victoria pírrica del PSOE, el ascenso del PP y la culminación del desastre con VOX como tercera fuerza con 52 diputados. El descalabro sin paliativo de Cs con 10 escaños, mientras que Podemos aguantaba con 35. Las fuerzas nacionalistas, acumulaban capital electoral. Con una participación del casi 70% demuestra que el interés por la política sigue siendo importante.

A Rivera le ha costado decir que ponía su cargo a disposición del partido, si fuera honesto y no lo es, tendría que haber dimitido y marcharse de la política. No hay excusas. Su soberbia y la falta de programa político han hecho naufragar un proyecto que sólo tenía un único objetivo, impulsar la catalanofobia. Una parte muy importante de su electorado ha preferido la opción de la extrema derecha de VOX.

Al cabo de pocos días, Podemos ya no le quitaba el sueño al insomne Pedro Sánchez. Había un pacto entre ambos. Sólo les falta la abstención de los votos nacionalistas. Así que volvemos al principio. ¿Cómo va a resolver el problema? Ayer se aprobaba un decreto contra Cataluña con el Decreto contra la república digital catalana. Una nueva ley mordaza que el PSOE estando en la oposición vocifero que la anularía. ¿Qué dialogo se puede plantear entre dos instituciones en el que los puentes no existen? En el que los teléfonos no funcionan porque uno de ellos no quiere ponerse ¿Podríamos ir a unas nuevas elecciones? Nada es descartable. Los partidos de la derecha, blanquean a un grupo de arribista que aparecen desde los márgenes más periféricos y frikis para poder destruir todo lo que los consensos, escasos y muy frágiles, que se había tejido. Vox es la demostración palpable que la Transición fue una imposición de los de arriba. Ahora salen en los medios y dicen cualquier barbaridad sin sonrojarse. Hay tres millones de ciudadanos que les seducen su simplismo y brutalidad verbal, es el “¡A por ellos!”. El PP es el responsable y Aznar su padrino ideológico, de haber dado cobigo a la serpiente. En Francia la derecha nunca ha pactado con el Frente Nacional. Hay límites, pero en España no lo hay. Por eso, la crisis institucional va para largo.