Determinismo versus libre albedrío
El determinismo supone que el orden natural se atiene a un plan establecido. Si en el mundo antiguo, Aristóteles a la cabeza, suponía que todo está en el lugar adecuado. Cada cosa cumple con una finalidad (teleología), porque en el orden del physis (naturaleza) existen causas que la determinan. Aristóteles, piensa que la causa final es la que da sentido a la physis. El cristianismo, introduce la idea de providencia. Dios crea el mundo ex nihilo –de la nada-, dando lugar a un abismo entre el Creador y lo creado. San Agustín, creía en el libre albedrío, pues, permitía la existencia del mal, como un acto voluntario del hombre. En el mundo moderno, la ciencia de Newton (s.XVIII), hasta Laplace (s.XIX), suponían un orden inmutable en la naturaleza, esta imagen de un mundo ordenado, entrará en crisis con la aparición de la termodinámica y la física cuántica. La modernidad y su exaltación de la libertad, hace necesariamente libre al hombre y con ello su desamparo, pues, no hay un Dios al que echar las culpas de los males de este mundo.
El determinismo supone que el orden natural se atiene a un plan establecido. Si en el mundo antiguo, Aristóteles a la cabeza, suponía que todo está en el lugar adecuado. Cada cosa cumple con una finalidad (teleología), porque en el orden del physis (naturaleza) existen causas que la determinan. Aristóteles, piensa que la causa final es la que da sentido a la physis. El cristianismo, introduce la idea de providencia. Dios crea el mundo ex nihilo –de la nada-, dando lugar a un abismo entre el Creador y lo creado. San Agustín, creía en el libre albedrío, pues, permitía la existencia del mal, como un acto voluntario del hombre. En el mundo moderno, la ciencia de Newton (s.XVIII), hasta Laplace (s.XIX), suponían un orden inmutable en la naturaleza, esta imagen de un mundo ordenado, entrará en crisis con la aparición de la termodinámica y la física cuántica. La modernidad y su exaltación de la libertad, hace necesariamente libre al hombre y con ello su desamparo, pues, no hay un Dios al que echar las culpas de los males de este mundo.
Moisés, Jesús y un anciano con barba están jugando al golf. Moisés da un buen golpe, la bola va a parar a la calle y luego va rodando hacia el estanque. Moisés levanta el palo, aparta las aguas y la bola sigue rodando tranquilamente hacia el otro lado.
Jesús también golpea fuerte y la bola se acerca al estanque pero, cuando está a punto de caer en el centro, se queda sobrevolando la superficie. Jesús se aproxima al estanque como si tal cosa y de un golpecito manda la bola al green.
Cuando le toca el turno al anciano barbudo, la manda contra una valla, de ahí rebota a la calle, donde hace carambola contra un camión y se dirige de nuevo a la calle. Va en dirección al estanque, pero cae en un parterre de lirios, donde una rana la ve y se la mete en la boca. Aparece un águila, apresa la rana y se va. Cuando el águila y la rana sobrevuelan el green, la rana abre la boca y suelta la bola, que cae justo en el hoyo.
Moisés se vuelve hacia Jesús y le dice:
—Odio jugar con tu padre*.
Jesús también golpea fuerte y la bola se acerca al estanque pero, cuando está a punto de caer en el centro, se queda sobrevolando la superficie. Jesús se aproxima al estanque como si tal cosa y de un golpecito manda la bola al green.
Cuando le toca el turno al anciano barbudo, la manda contra una valla, de ahí rebota a la calle, donde hace carambola contra un camión y se dirige de nuevo a la calle. Va en dirección al estanque, pero cae en un parterre de lirios, donde una rana la ve y se la mete en la boca. Aparece un águila, apresa la rana y se va. Cuando el águila y la rana sobrevuelan el green, la rana abre la boca y suelta la bola, que cae justo en el hoyo.
Moisés se vuelve hacia Jesús y le dice:
—Odio jugar con tu padre*.
* Thomas Cathcart y Daniel Klein, Platón y un ornitorrinco entran en un bar... La filosofía explicada con humor. Trad. Núria Pujol Valls, Editorial Planeta 2ªed. Barcelona, 2008.
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