dissabte, 21 d’octubre del 2017

Primera plaga bíblica: Art.155

La crisis de Estado está servida. La aplicación del 155 que se hará hoy publica después de un Consejo de Ministros extraordinario, abre un nuevo escenario en la vida política. Que el artículo se aplique a Cataluña es una sorpresa. Durante los terribles años en el que el terrorismo asolo el País Vasco, y al resto de España, nunca se llego a plantear seriamente dicha aplicación.

Sin embargo, lo que sucede e n Cataluña, reviste una gravedad extrema. No ha habido atentados, ni asesinatos, lo que ha habido, es una conciencia que el Estado ningunea a la sociedad catalana y sus instituciones.

Choque de legitimidades. En vez de encauzar el asunto por la vía política, siempre imperfecta, se ha preferido, por parte del gobierno central, ir por la vía jurídico-penal. Que el PP, líder en casos de corrupción, utilice la vía jurídico-penal, nos indica hasta qué grado de control tiene sobre los órganos jurisdiccionales. Empezando por el Presidente del TS y del TC. Amén, claro está, del peor Fiscal General del Estado.


Con la aplicación del 155, se habrá acabado el Estado de las Autonomías. El “café para todos” ha servido para distribuir el poder territorial en manos de los dos grandes partidos hegemónicos: PP y PSOE. Se paso de tres Autonomías a diecisiete. ¡Madrid incluida!  La crisis económica, ha puesto de manifiesto el grado de corrupción y sobre todo de ineficacia del sistema. Durante estos años los partidos nacionalistas, han servido para apuntalar tanto al PP como al PSOE. A cambio, se dejaba hacer. “El peix al cova” sirvió a Jordi Pujol, para gestionar Cataluña. Desde Madrid se veía como un mal menor, que se prescindía cuando había mayoría absoluta.

Desde la STC sobre el Estatut de Cataluña (2010), las cosas empezaron a cambiar de forma acelerada. Las manifestaciones masivas y pacificas del 11-S en Cataluña, donde millones de personas se han ido manifestando, a favor de mayor autogobierno, siendo como respuesta el silencio o el menosprecio desde el gobierno, han dado impulso al independentismo.

Desde que el ex President de la Generalitat José Montilla hablará de la “desafección de la sociedad catalana” (nov,2007) hasta la declaración y suspensión de la Independencia (10 nov, 2017). Ahora se abre una “dimensión desconocida”. Rajoy, un pésimo político, parco en palabras y sobre todo en política, prefiere que sean otros quienes se encarguen del asunto catalán, a saber, el Rey, los fiscales, los jueces y la policía.

La prisión de los dirigentes del ANC y Ómnium Cultural, resulta sorprendente, porque este gobierno, quiere seguir con la lógica de la guerra contra ETA. No pueden perdonar que ambas entidades sean las que han canalizado la movilización catalana desde el 2010. El engendro jurídico-penal, del delito de sedición nos lleva a la década de finales de los 70. ¡Menudo progreso!

Adiós a la Autonomía. Según el PP y la coral “unionista”, su aplicación servirá para garantizar el propio Estatut (2006). ¡El mundo al revés! El PP que impugno el Estatut que fue refrendado por la ciudadanía, y después rebajado por el TC (2010), quiere ser ahora el paladín de la autonomía catalana. Rechaza la sola idea de la independencia.

En derecho se puede hacer todo. La letra de la ley es lo que vale. El espíritu se lo dejan a Montesquieu. M.Rajoy prefiera a C.Schmitt. La excepción como normalidad. Por eso la aplicación del 155 es el resultado lógico de esta manera de hacer. ¿Pretenderá ilegalizar a todos los partidos que aspiren a la independencia? Vivimos momentos de agresión y regresión. Unos barcos anclados en Barcelona lo reflejan con claridad meridiana. La Generalitat también está atrapada por su propia dinámica. ¿Es mejor la DIU, o un repliegue táctico, es decir, convocar elecciones autonómicas?  Al Estado ya le va bien la opción de la DIU, porque de esta manera podrá cargarse de razones para aplicar el 155.



Veremos cómo se concreta el 155. Hasta la semana que viene no podrá ponerse en práctica. Requiere la aprobación del Senado, que con mayoría absoluta del PP, solo será un mero trámite y un ejercicio de propagando de las bondades del marco constitucional. La unidad de España es prioritaria sobre cualquier otra consideración. Donde se dice unidad de España, hay que entenderlo en clave de poder y dominación. No se permite que nadie salga del redil.

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