En este verano atípico –al menos en Cataluña- donde las temperaturas no acaban de estar a la altura que el gremio hostelero suspira, en la TV aparecen imágenes que parecen provenir de otras épocas. En el lejano 1967-1970 aparecieron en la “pequeña pantalla” imágenes de niños moribundos, con los vientres hinchados, en medio de una guerra en el tablero de la “guerra fría”. Esas imágenes quedaron grabadas en la retina para siempre. De este conflicto nació la ONG Médicos Sin Fronteras.
Ahora, en pleno siglo XXI, las TVs vuelven aparecer imágenes que nos retrotraen al pasado. El escenario ya no es Nigeria, ahora es Somalia, un país que no existe y que se debate en guerras particulares. Las noticias hablaban de retrasos técnicos para hacer llegar la ayuda. Supongo que esos retrasos se deben, probablemente, al mercadeo entre los señores de la guerra que querrán su parte de este botín y todas los problemas logísticos y políticos que Europa conlleva. No hay fatalidad, ni naturaleza hostil, simplemente, cuando los estados no existen y cuando no hay instituciones democráticas que velen por sus ciudadanos, cualquier causa puede llegar a generar desastres humanitarios. ¡No es para indignarse!
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