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diumenge, 5 d’abril del 2020
dissabte, 4 d’abril del 2020
divendres, 3 d’abril del 2020
El Covid-19: Un cisne negro en nuestras vidas
El Covid-19 se ha convertido en un Cisne Negro. Es decir, en un suceso imprevisible que por sus dimensiones y alcance nos hace quedar a todos en el desamparo cognoscitivo. Lo imprevisible, el azar son fenómenos que nos incomodan extraordinariamente. Nos dejan sin reflejos, y sólo posteriormente, empezamos a elucubrar explicaciones racionales para domesticar lo imprevisible.
Ahora, es fácil ver lo que ha sucedido, podemos seguir siendo sorprendidos por el fenómeno viral. Oír que a miles de kilómetros hay una enfermedad que ha empezado a colapsar una ciudad, no parece nada del otro mundo. Imaginamos, gracias a nuestra tendencia a explicarlo todo, que no hay nada que pueda sorprendernos, pero lo cierto es que sí nos sorprenden. Estamos muy mal preparados para la incertidumbre, el azar, el caos. No nos gusta reconocer que no controlamos lo que acontece.
El Covid-19 es un Cisne Negro, como lo fue el 11-S o el caos económico de 2008. Sucesos altamente improbables que debido a una multitud de factores acaban convirtiendo lo imposible en posible. El conocimiento científico supone que la experiencia acumulada nos da un plus de previsión sobre los hechos, pero resulta que no es así. Los cisnes negros expresan lo inesperado. El clásico “Todos los cisnes son blancos” era un hecho absolutamente evidente, hasta que se descubrió en Australia que habían cisnes negros. ¿Cómo queda aquella afirmación que tenía la fuerza de un teorema? El Covid-19 nos ha vuelto a recordar que no nos podemos dormir en los laureles de lo que ya sabemos. Es aún más importante lo que no sabemos.
La experiencia humana, lo que nos sucede, es producto de una multiplicidad de concausas. Siguiendo a Taleb, “la mente humana padece tres trastornos cuando entra en contacto con la historia, lo que yo llamo el terceto de la opacidad. Son los siguientes:
1.- la ilusión de comprender, o cómo todos pensamos que sabemos lo que pasa en un mundo que es más complicado (o aleatorio) de lo que creemos;
2.- la distorsión retrospectiva, o cómo podemos evaluar las cosas sólo después del hecho (…); y
3.- la valoración exagerada de la información factual y la desventaja de las personas eruditas y con autoridad, en particular cuando crean categorías, cuando “platonifican””. (pág.49)
Por supuesto, después del Covid-19, la ciencia médica nos podrá decir muchas cosas, incluso, conseguirá una vacuna. El problema es lo que nos espera, el futuro incierto e inesperado. El mundo en el que vivimos es tan complejo e interactúan tantos factores, que sólo nos queda prepararnos para el siguiente “cisne negro”. No estamos equipados en nuestro cerebro para gestionar el futuro, a pesar de que seamos fértiles en imaginación, pero aún así, hay límites, somos hijos de un determinado contexto histórico y cultural. Nos gustaría controlarlo todo, pero el Covid-19 nos ha demostrado que no es así.
Nota:
Nassim Nicholas Taleb, Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable. Ed. Booket, Barcelona 2015.
dijous, 2 d’abril del 2020
dimecres, 1 d’abril del 2020
El Covid-19: Momento para la reflexión
Estem empotrats dins de casa. Hi ha ordres per fer-ho, i com som tots plegats bons ciutadans, qui remei toca, ens quedem a casa. Però hi ha molta gent que casa seva no es ben bé casa seva, perquè estan de lloguer. Tenen un habitatge provisional. La vivenda passa per ser un dret constitucional, però per aquest món en que vivim, no es fonamental. Però com potser això? Viure a casa sense sortir al carrer. Si tens coses a fer, el temps anirà passant, però i si no tens res a fer? Hi ha gent que no sap entretenir-se, llegir, escoltar música, no fer rés de rés, pensar, jugar amb els fills si entens, jugar amb els animals de companyia si tens, deixar el mòbil una estona. Parla amb els de casa.
[Estamos empotrados dentro de casa. Hay órdenes para hacerlo, y como somos todos buenos ciudadanos, que remedio toca, nos quedamos en casa. Pero hay mucha gente que su casa no se bien bien su casa, porque están de alquiler. Tienen una vivienda provisional. La vivienda pasa por ser un derecho constitucional, pero para este mundo en que vivimos, no es fundamental. Pero ¿como tal esto? Vivir en casa sin salir a la calle. Si tienes cosas que hacer, el tiempo irá pasando, pero y si no tienes nada que hacer? Hay gente que no sabe entretenerse, leer, escuchar música, no hacer nada de nada, pensar, jugar con los hijos si tienes, jugar con los animales de compañía si tienes, dejar el móvil un rato. Habla con los de casa.]
Ara tenim temps per nosaltres, i de cop, comença la tasca de pensar amb el que fem o no fem. Pensar el després de tot això. La meva empresa tancarà i amb dirà adéu? Si sóc autònom podré mantenir els clients? Podré sobreviure a aquest desastre? No tothom sortirà de la mateixa manera aquesta crisi. Amb les noticies que ens donen, pensar que no tinc aquest virus, semblarà una sort, tenint en compte el numero de morts que cada vegada es més alt. Pensar la mort. Què difícil es fa de pensar-hi. Sembla que la mort està feta per els altres. Ens creiem invulnerables, però això no és real. La gent mort, cada dia. Ara la mort té la disfressa del Covid-19. Com el trànsit està paralitzat, no hi ha accidents de cotxe. Encara hi ha infarts, o donant males noticies a persones que se li diagnòstica un càncer. La mort es la nostra companya inseparable. Ningú pensa en ella, es clar, però existeix. A partir de una certa edat, comença a fer-se visible. Tots tenim amic o coneguts que moren, i tu, comences a pensar que això també et tocarà. Vivim amb una societat que l’esperança de vida es de les més altes del món, però amb aquesta pandèmia, el avis moren sols i abandonats, com si fossin trastos que van directa cap a l'oblit, destí tots nosaltres.
[Ahora tenemos tiempo para nosotros, y de golpe, comienza la tarea de pensar con lo que hacemos o no hacemos. Pensar el después de todo esto. Mi empresa cerrará y me dirá adiós? Si soy autónomo podré mantener a los clientes? ¿Podré sobrevivir a este desastre? No todo el mundo saldrá de la misma manera esta crisis. Con las noticias que nos dan, pensar que no tengo este virus, parecerá una suerte, teniendo en cuenta el número de muertes que cada vez es más alto. Pensar la muerte. Qué difícil se hace pensarlo. Parece que la muerte está hecha para los demás. Nos creemos invulne-rables, pero esto no es real. La gente muere, cada día. Ahora la muerte tiene el disfraz del Covidien-19. Como el tráfico está paralizado, no hay accidentes de coche. Todavía hay infartos, o dando malas noticias a personas que se le diagnostica un cáncer. La muerte es nuestra compañera inseparable. Nadie piensa en ella, claro, pero existe. A partir de una cierta edad, empieza a hacerse visible. Todos tenemos amigos o conocidos que mueren, y tú, empiezas a pensar que esto también te tocará. Vivimos con una sociedad que la esperanza de vida es de las más altas del mundo, pero con esta pandemia, los mayores mueren solos y abandonados, como si fueran trastos que van derechos el olvido, destino todos nosotros.]
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