Hispanidad.
Monarquía y Ejército. Dos instituciones prescindibles. Visualizar ambos
estamentos, me produce apatía e irritación. Soy consciente que mucha gente
vibra al compás de las marchas y los rituales monárquicos. Es cuestión de
gustos y de ética.
En
una hipotética Cataluña independiente, este tipo de festividades deberían
simplificarse al máximo. Espero que en ese futuro, no habrá monarquía, y eso
será un avance significativo, pero además espero y deseo, que tampoco se
imaginen un ejército “nacional”. Sería un tremendo error.
Los
políticos sufren de incontinencia mediática. Necesitan como el aire que
respiran salir en la foto, en la TV. No son creíbles, pues, no son más que
ejecutivos al servicio de las empresas y corporaciones que nos gobiernan. Las
puertas giratorias son un recordatorio. No me extraña la desafección de la población
y el sentimiento de impotencia que lo acompaña. Unos gobiernos que no son
capaces de ponerse en el lugar de la inmensa mayoría de la población y si se
posicionan a favor de las grandes corporaciones.
En
pleno siglo XXI, en España seguimos anclados a fiestas con regusto franquista.
No hay NODO, pero hay TVE para hacernos recordar que en España solo puede haber
UNA, y quien se atreva a decir otra cosa, ahí están los tribunales para hacer
política.