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dimecres, 12 d’octubre del 2016

Hispanidad: Monarquía y Ejército

Hispanidad. Monarquía y Ejército. Dos instituciones prescindibles. Visualizar ambos estamentos, me produce apatía e irritación. Soy consciente que mucha gente vibra al compás de las marchas y los rituales monárquicos. Es cuestión de gustos y de ética.

En una hipotética Cataluña independiente, este tipo de festividades deberían simplificarse al máximo. Espero que en ese futuro, no habrá monarquía, y eso será un avance significativo, pero además espero y deseo, que tampoco se imaginen un ejército “nacional”. Sería un tremendo error.



Los políticos sufren de incontinencia mediática. Necesitan como el aire que respiran salir en la foto, en la TV. No son creíbles, pues, no son más que ejecutivos al servicio de las empresas y corporaciones que nos gobiernan. Las puertas giratorias son un recordatorio. No me extraña la desafección de la población y el sentimiento de impotencia que lo acompaña. Unos gobiernos que no son capaces de ponerse en el lugar de la inmensa mayoría de la población y si se posicionan a favor de las grandes corporaciones.


En pleno siglo XXI, en España seguimos anclados a fiestas con regusto franquista. No hay NODO, pero hay TVE para hacernos recordar que en España solo puede haber UNA, y quien se atreva a decir otra cosa, ahí están los tribunales para hacer política.

Hispanidad: Marca España


dissabte, 12 d’octubre del 2013

Fiesta con sabor a naftalina

Hay fechas que por su resonancia, adquieren connotaciones negativas. La Hispanidad es una de ellas. Porque ese fecha está instalada en el inconsciente colectivo de una España que se fue, pero que no termina de marchar. El franquismo utilizaba este día para conmemorar su victoria. Había desfiles militares y toda la parafernalia correspondiente. Con el advenimiento de la democracia debería haberse buscado una fecha como el 6 de diciembre con se celebraba la Constitución. Se han mantenido las dos porque el peso de la tradición pesa demasiado en nuestro país.



Cataluña y España tienen un conflicto político. La sociedad no. Pero precisamente porque el conflicto es político deberían existir cauces para solucionarlo. La percepción de la sociedad catalana, al menos una parte importante de ella, tiene la impresión que no recibimos lo que realmente generamos, que nuestras escuelas, hospitales, y demás servicios sociales, se deben con el agua al cuello debido a la deficiente financiación que el Estado otorga a la Generalitat.

Es tiempo de crisis, pero, la ciudadanía catalana tiene la impresión y la convicción, que este modelo de solidaridad no puede pasar primero por Extremadura, y el resto de Comunidades, sino que antes tienen prioridad los ciudadanos de Cataluña. Lo peor es que las Comunidades que más reciben se permiten, sus políticos, hacer declaraciones que confirman a la ciudadanía que no podemos ser los paganos de turno, mientras que nosotros estamos cada vez peor, por culpa de la financiación catastrófica.

En Cataluña también se ha gestionado mal. Pero se tiene la impresión que el Estado central ha racaneado hasta lo indecible lo que Cataluña necesita, dado el volumen de riqueza que se genera. El tema de las balanzas fiscales es un ejemplo de falta de transparencia. La demagogia de todos, hace que el estado del bienestar se vea comprometido. Esa falta de sintonía entre los gobiernos central y autonómico, ha llegado de la mano de quien no se esperaba, CiU, a un punto de no retorno.



Hoy una parte de la ciudadanía catalana, se manifestará en Plaza Cataluña. Reivindicará la necesidad de la unidad (catalana) con España. También ellos sufren, como todos, los recortes que la crisis. Tanto el gobierno central como el autonómico han dicho que primero hay que salvar a los bancos. En lo económico ambos gobiernos son de derechas. También la izquierda (PSOE).


Tensiones en el Parlament de Cataluña. En cada instancia política parece surgir dos bandos. Los unos y los otros. Desde el comisariado mediático de la derecha y extrema derecha, hoy se estará mirando con lupa (deformada) lo que pueda suceder en Cataluña. No sé si contarán lo que han ido, los que se han quedado en casa, esa mayoría silenciosa que tanto gusta al gobierno central. Cataluña, y por extensión España, sus ciudadanos son de natural pacíficos. No puede haber otra explicación ante la pasividad que la ciudadanía sobrelleva los recortes salariales, el número de parados que inundan nuestra geografía, los desahucios que afectan a amplias capas sociales, que aguanta con incredulidad a unos gobernantes, que anteponen las necesidades de las entidades financieras y los lobbies económico al bienestar de la ciudadanía que dicen defender.