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dissabte, 19 de juliol del 2014
dimecres, 16 de juliol del 2014
dimarts, 15 de juliol del 2014
El futuro de las sociedades democráticas (2)
Capítulo
2
El
paisaje temporal de la sociedad contemporánea. Una teoría de la aceleración
La sociedad actual está en
aceleración creciente. Este situación se debe a la “alianza entre lógica del
beneficio inmediato propia de los mercados financieros y la instantaneidad de
los medios de comunicación.”.
Como dice Innerarity: “Es
preciso analizar la relación dialéctica entre aceleración y estancamiento, la
simplificación del trato con el tiempo que se
sigue de la generalización de la urgencia y las estrategias para
combatir no tanto la aceleración como la falsa movilidad.”.
- Aceleración
y paralización
“Se podría definir el campo
semántico de la aceleración en tres dimensiones (Rosa):
a).- Técnica. Se trata del
movimiento de personas, bienes e informaciones, así como las velocidades de
producción, transformación de la materia en energía y servicios. Son
aceleraciones que tienen una dimensión objetiva.
b).- Del cambio social. Es el
ritmo en el que se modifican las formas de acción y la orientaciones de una
sociedad. (...) Que las sociedades modernas puedan considerarse aceleradas
desde el p.d.v. del cambio social significa que disminuye la estabilidad de
nuestras referencias, que el presente se comprime, dura cada vez menos
(Luhmann, Lübbe, Harvey, Vassehi).
c).- Del ritmo vital. Es una
consecuencia de la escasez de los recursos temporales. La cantidad de cosas que
uno quiere hacer está por encima de las posibilidades tecnológicas de aumentar
la aceleración, lo que se traduce subjetivamente en una sensación de falta de
tiempo (...). Vivimos más aceleradamente y de esto las máquinas no tienen la
culpa (...)”.
Se da la paradoja que todo está
en un perpetuo cambio acelerado “pero tampoco cambian nada esencial, un tiempo
en el que pasan demasiadas cosas, y, a la vez, estamos llenos de repeticiones, rituales
y rutinas. (...). A esta experiencia se refieren conceptos como “agotamiento de
las energías utópicas” (Habermas), “final de la historia (Fukuyama),
“cristalización cultural” (Gehlen) o “utopía de la opción cero” (Offe).".
“Siguiendo también en esta
clasificación a Harmut Rosa podríamos establecer las siguientes categorías de
la desaceleración (2005):
a.- Límites naturales de la
velocidad.- (...) con todas las innovaciones relativas a la velocidad se ha
modificado también nuestra percepción y nuestro modo de comportarnos frente a
ella.
b.- Oasis frente a la
aceleración: nichos sociales o culturales que se sustraen parcial o totalmente
de la aceleración general.
c.- Ralentización como efecto
secundario disfuncional.
d.- Desaceleraciones
intencionales: formas de lentitud antimodernas o alterna-tivas, como defensa de
la pereza (La Forgue), de la serenidad y la resistencia contra la prisa, como
la slow food o el ocio estético.”.
Podríamos buscar en la
bibliografía actual de libros de autoayuda toda una batería de sugerencias para
frenar esa aceleración. Es decir, empezamos a tener conciencia de la necesidad
de darnos tregua, pero sentimos el vértigo de la aceleración. La adrenalina se
ha convertido en nuestra principal adicción. La metáfora de la montaña rusa,
expresa esa aceleración que te conduce al punto de partida.
- La
cultura de la urgencia
Al decir de Innerarity la
cultura de la urgencia surge de la confluencia de “ la simultaneidad, la
inmediatez y la urgencia, sobre el trasfondo dominante de determinadas lógicas
económicas y comunicativas”.
Una derivada de la inmediatez,
es el concepto de proximidad, pero este aspecto positivo, tiene su lado
negativo, es la desaparición de las ideas de espera y proyecto, que juegan con
el tiempo futuro. ¡Hoy, nadie quiere esperar! Nos hemos vuelto impacientes en
grado superlativo. Todo lo queremos ahora, no mañana, o dentro de un tiempo. La
espera se nos hace intolerable. Se ha convertido en un agravio, que si entra en
la esfera de lo público, se considera un mal incuestionable, por ejemplo, la
lista de espera en los hospitales, o bien los servicios de urgencia que se han
convertido, no en la excepción, sino en la regla de los usuarios, provocando su
colapso al no poder atender a una demanda cada vez más amplia y más exigente. ¡
La gente exige que se le atienda por un resfriado ¡
¿Cómo resolver está angustia
por la urgencia? La respuesta de nuestro autor consiste en “ equilibrar la
estabilidad y la dinamización: la aceleración, para que se beneficiosa,
requiere unas condiciones generales estables que permiten una seguridad y previsibilidad
sin las cuales serían imposibles determinadas dinámicas”.
- Contra
la falsa movilidad
Al decir de Innerarity,
nuestras sociedades han cambiado la idea de fines y se quedan con los medios,
con “una agitación superficial”, un movimiento browniano sin más sustancia que
una “huida hacia delante”. Establece una paralelismo interesante entre “progreso
y revolución” y su mutación en “movimiento y competitividad”. El contenido
sustancial de nuestra sociedad resulta ser la adaptación. Este concepto
adquiere rango fundacional para la sociedad líquida (Z.Baumann). Este concepto
de adaptación tiene su expresión en la idea de destino “es lo que hay”, o la “inmovilidad”.
Por supuesto, la idea de adaptación sólo es válida para aquellos que sueñan con ser empresarios de su
propia vida, es decir, la figura del emprendedor.
Innerarity, cita a Paul Virilio
que expresa esa idea de la falsa movilidad con la expresión “paralización veloz
o aceleración improductiva”. La idea de aceleración improductiva es una buena
metáfora de la economía financiera actual que genera desasosiego generalizado a
cambio de ganancias volátiles sólo para unos pocos.
Como vivimos tiempo acelerados,
¿qué hemos de hacer? La respuesta que apunta es “combatir la falsa aceleración”,
y para ellos es necesario pertrecharse de la “reflexión estratégica, la
perspectiva para encuadrar el instante en un marco temporal más amplio o la
protección de lo verdaderamente urgente son, en última instancia,
procedimientos para ganar tiempo”. Este ganar tiempo supone introducir “la
maduración, la reflexión y la mediación” para no tener que “reaccionar
demasiadas veces sobre el modo del impulso” (Cournout).
dilluns, 14 de juliol del 2014
divendres, 11 de juliol del 2014
El futuro de las sociedades democráticas (1)
Capítulo 1
El futuro de las sociedades
democráticas. Una teoría de la justicia intergeneracional.
1.- Daniel Innerarity, nos muestra en este sólido ensayo - El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza política-, como la dimensión temporal se compagina mal con nuestra sociedad de lo instantáneo.
"(...). La cuestión decisiva es
saber si nuestras democracias son capaces de anticipar posibilidades futuras en
un contexto de gran incertidumbre (...), de articular intergeneracionalmente a
la sociedad, actuando en esas “sombras del futuro” (Axelrod 1984) con criterios
de legitimidad y responsabilidad".
La cuestión esencial es combinar incertidumbre (sociedad líquida) y responsabilidad "intergeneracional". Ambas cuestiones son el tema de debate de este ensayo de Innerarity que nos muestra ser uno de los autores españoles más perspicaces en nuestro actual panorama.
2.- La
tiranía del presente
"(...) Hay una colonización del
futuro que consiste en vivir a costa de él, un imperialismo del presente que
absorbe y parásita el tiempo futuro. (...) La “sociedad de
satisfacción inmediata” (Schulze) impone una temporalidad de corta perspectiva."
Las razones que da Innerarity para esta política del ahora mismo son las siguientes:
1) aceleración del tiempo social,
2) la
periodización electoral,
3) el régimen de la democracia,
4) el comportamiento de los
electores,
5) las tendencias demográficas y
6) la presión organizada de los
intereses.
EL propio autor reconoce la existencia de la toma de conciencia -difusa y limitada- de estas cuestiones. El concepto de "sostenibilidad" es una prueba de ello. " Pero la política insiste todavía en soluciones que
descargan al presente y sobrecargan al futuro, algo que puede verse en ámbitos
como la política presupuestaria, la política social y medioambiental.".
La cuestión central se centra en la siguiente pregunta: "(...) ¿Estamos realmente dispuestos
a que las posibilidades actuales arruinen las expectativas del futuro?".
3.- La
coalición de los vivos
" ¿Tenemos más derechos que
nuestros descendientes? (...) Se ha invertido aquel asombro del que hablaba
Kant cuando observaba lo curioso que era que las generaciones anteriores
hubieran trabajado penosamente por las ulteriores. Hoy parece más bien lo
contrario: que con nuestra absolutización del tiempo presente hacemos que las
generaciones futuras trabajen involuntariamente a nuestro favor.".
Una de las características de nuestro presente eterno, es la despreocupación por el futuro de nuestros descendientes. Al cerrar los ojos al futuro, condenamos a nuestros hijos, a una vida en el que el presente se congela, y con ello, el propio destino de las generaciones venideras. Por ello es imprescindible " ampliar el horizonte temporal. (...) dejar de considerar al futuro como el basurero del presente como “espacio de descarga” (Koselleck), lugar donde se desplazan los problemas no resueltos para aliviar así al presente.".
Esa ampliación del horizonte temporal exige al decir de Innerarity de un " nuevo modelo de contrato social (...) Las cuestiones de justicia intergeneracional no se resuelven con una lógica de la reciprocidad, sino con una ética de la transmisión.".
¿Qué clase de mundo vamos a dejar a las generaciones siguientes? Se requiere, pues, una nueva “ética del futuro (...) pasar de una responsabilidad de las “relaciones cortas” (Ricoeur) a otra cuya regla sean “las cosas más lejanas” (Nietzsche). (...) El principio de responsabilidad está orientado precisamente al futuro lejano (...) En el fondo de la cuestión de las generaciones futuras, lo que está en juego es la noción misma de humanidad.".
Una de las características de nuestro presente eterno, es la despreocupación por el futuro de nuestros descendientes. Al cerrar los ojos al futuro, condenamos a nuestros hijos, a una vida en el que el presente se congela, y con ello, el propio destino de las generaciones venideras. Por ello es imprescindible " ampliar el horizonte temporal. (...) dejar de considerar al futuro como el basurero del presente como “espacio de descarga” (Koselleck), lugar donde se desplazan los problemas no resueltos para aliviar así al presente.".
Esa ampliación del horizonte temporal exige al decir de Innerarity de un " nuevo modelo de contrato social (...) Las cuestiones de justicia intergeneracional no se resuelven con una lógica de la reciprocidad, sino con una ética de la transmisión.".
¿Qué clase de mundo vamos a dejar a las generaciones siguientes? Se requiere, pues, una nueva “ética del futuro (...) pasar de una responsabilidad de las “relaciones cortas” (Ricoeur) a otra cuya regla sean “las cosas más lejanas” (Nietzsche). (...) El principio de responsabilidad está orientado precisamente al futuro lejano (...) En el fondo de la cuestión de las generaciones futuras, lo que está en juego es la noción misma de humanidad.".
"La paradoja del respeto
intergeneracional podría formularse así: hemos de tomar ahora determinadas
decisiones para que ellos tengan después la libertad de elegir.". Si seguimos el camino emprendido hasta ahora, parece claro que no habrá opciones para que nuestros hijos tengan esa posibilidad de elegir.: sea en el ámbito medioambiental, tecnológico, como social o político.
4.- Una
política del futuro
Los requisitos para esa nueva política del futuro exige al menos los siguientes: "exige perspectiva histórica, interrogación por las relaciones temporales, nueva legitimación, sentido de la interdependencia, apreciar la continuidad y emergencia de las cosas. Esta ampliación de nuestro horizonte temporal tiene dos desafíos fundamentales: la introducción de plazos más largos y la ponderación de los derechos de las generaciones futuras.".
Vivimos a corto plazo y eso implica que "corremos el riesgo de someternos a la “tiranía de las pequeñas decisiones” (Kahn), es decir, ir sumando decisiones que, al final, conducen a una situación que inicialmente no habíamos querido (...).". Además, "hay bienes comunes que sólo se pueden asegurar articulando medidas inmediatas con el largo plazo: el medio ambiente, la paz, la estabilidad institucional, la sostenibilidad en general. Su gestión requiere cambios a nivel individual, colectivo o institucional. (...) La cuestión es encontrar correctamente el registro temporal para cada problema y articular el corto y largo plazo de manera apropiada a la naturaleza de lo que se quiere resolver.".
¿Cómo encontrar esa vía virtuosa entre la aceleración desbocada y la necesaria calma temporal que exige el futuro? La respuesta al decir de Innerarity se encuentra en que " las sociedades modernas (...) tienen que adquirir ese conocimiento (sobre el futuro) colectivamente mediante los correspondientes procedimientos de investigación y deliberación colectiva(...)".
En los siguientes capítulos se irán desgranado estas cuestiones que son decisivas para nuestro presente pero especialmente para un futuro que de seguir así vendrá tan determinado que no podremos hablar de legado a las generaciones futuras.
Bibliografía:
Daniel Innerarity: El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza política. Paídós Estado y sociedad 165, ed.Paidós, Barcelona 2009.
dijous, 10 de juliol del 2014
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