dimarts, 20 de juliol del 2010

Los retos de la crisis económica (II)


2.- La construcción de la confianza, clarificación de las responsabilidades.

Al decir de Innerarity esta crisis es sobre todo una crisis de responsabilidad. La causa de esta crisis hay que buscarla en la combinación de debilidad institucional y fatalismo. Hay que replantear la responsabilidad social en un contexto global, en que la relación de los agentes sociales no está en consonancia con los resultados globales. El ejemplo de la crisis “subprime” es un buen ejemplo de lo anterior. Desplazar la responsabilidad hacia los otros, sin asumir los riesgos de las consecuencias que semejante conducta puede derivarse.

La nueva responsabilidad ha de llevarse a cabo mediante control y supervisión más que con regulaciones. Eso conlleva repensar una vez más el significado de la confianza –destruida por esta crisis global- y la responsabilidad. Hemos de pasar de la “irresponsabilidad organizada” (U.Beck) hacia una nueva configuración de la responsabilidad compleja (D.Innerarity).




3.- La inteligencia cooperativa.

Los Estados se baten en retirada ante las nuevas constelaciones de problemas que surgen al amparo de la globalización. Las respuestas han sido hasta ahora, unilaterales. Se requiere un nuevo planteamiento que asuma los retos que esta crisis está poniendo de manifiesto. Esta crisis no es como las anteriores. Su carácter global adquiere aquí toda su dimensión dramática. ¿Cómo dar orientación a esta nueva economía?

La falta de cooperación ha sido un factor causal de la presente crisis. Los foros internacionales no han sido capaces de diseñar políticas globales, porque priman intereses particulares. Las posibles soluciones pasan por una mayor coordinación de las políticas de regulación y suspensión financiera.

Nuestro autor plantea la necesidad de una “cooperación cognitiva”, es decir, “crear las condiciones para combinar óptimamente lógicas funcionales heterogéneas, estructuras de gobernanza y recursos de conocimiento, promoviendo de este modo procesos de aprendizaje colectivo”. Hay que decir que resulta excesivamente vaga esa apelación a esta “cooperación cognitiva”. Suena a un incondicionado que no se sabe cómo debería plasmarse en el orden político.

Hay que pasar de la confrontación entre los estados, entre los actores sociales hacia formas de cooperación. Los conflictos y las crisis, han de gestionarse mediante el recurso a la cooperación para resolver los problemas que tenemos planteados. Sin embargo, el autor no parece dar pistas sobre los agentes políticos que deberían llevar a cabo estos procesos.

Apunta lo que denomina “racionalización cooperativa” para llevar a cabo este reto. ¿Cómo fortaleces la previsión, la confianza y la responsabilidad? La respuesta que ofrece consiste en fortalecer el sentido de lo político, es decir, lo público y común, desde los espacios privados hasta lo global. No sé ve cómo deberíamos articular ese sentido de lo políticos si como quiere el autor no está en los debates entre estado y mercado, entre liberales y socialdemócratas donde está la raíz del problema, porque –D.I- los ve como causa del problema.

dilluns, 19 de juliol del 2010

Los retos de la crisis económica (I)


El artículo* de Daniel Innerarity, “La inteligencia de la crisis económica” , nos plantea una serie de reflexiones de alto vuelo que escapa a los tópicos al uso. Precisamente por ello, trataremos de sintetizar el contenido del artículo.

La comprensión de la crisis actual requiere al parecer del autor del artículo de tres ingredientes imprescindibles: 1) capacidad de anticipación de los riesgos colectivos, 2) construcción de la confianza, clarificación de las responsabilidades y 3) inteligencia cooperativa.

1.- La capacidad de anticipación de los riesgos colectivos.

Para  Innerarity el responsable no es tanto los mercados, como una crisis de los Estados, y por extensión de la política. La crisis global en las que estamos inmersos ha dejado sin aliento a los Estados que utilizan recetas antiguas para situaciones novedosas. De ahí su impotencia. Piensa el autor del texto que estamos en un proceso de transición entre el estado del bienestar cuya fuente de legitimidad era la redistribución y la nueva configuración del estado cuya función debería ser la protección contra los riesgos sistémicos. ¿Cómo salvar la redistribución, en un entorno global? La pregunta es fundamental y la respuesta aún no ha sido articulada por los estados.



El autor echa en cara al Estado de un fracaso cognitivo. Se requiere aprender de los errores, desarrollar saberes capaces de hacer frente a los restos de los globalización. Hay un déficit  de conocimientos entre el mercado y los Estados. Estos es así por tres razones según nuestro autor: 1) la competencia de las instituciones financieras, 2) las modificaciones del entorno regulatorio doméstico (estatal) e internacional (global).

No existe una regulación adecuada en el marco de la globalización y este hándicap lo estamos pagando caro. Si el mercado es camaleónico por adaptativo en cambio la política tiende a lo normativo. Hay un comportamiento de orden mágico en el terrero político que supone que una determinada ley –norma- modificará la realidad al gusto del legislador. Este hecho es negativo al parecer de Innerarity, pues, está actitud normativa es un obstáculo para el aprendizaje. Frente a una realidad amenazante se actúa mediante leyes que supone domesticarán la realidad.

Define la política como “lo que hacemos cuando hemos acabado de calcular y sigue sin estar claro lo que hay que hacer”. Los Estados están mal equipados para regular los riesgos del sistema financiero. Su complejidad  hace que el propio estado transfiera su responsabilidad a otras instituciones. La experiencia pasado parece que no ha servido para detectar los riesgos, a pesar que la crisis de las punto.com que fue espectacular, no ha servido de nada. Y ello a pesar de los sofisticados modelos matemáticos para calcular los riesgos.

El autor plantea una cuestión de orden epistemológico. La creencia ciega en los modelos matemáticos y su certeza absoluta. La ilusión de la exactitud, piensa, ha sido uno de los ingredientes del actual estado de cosas. Descubre un hecho obvio, la economía no es una ciencia exacta, pues, está sometida a interpretaciones de sentido. Los contextos han de ser analizados y por ellos se establecen prioridades que son siempre intencionales. Si sin embargo, a pesar de esto, las acciones de los actores son multipolares y en consecuencia no es posible determinar el resultado final de la interacción de múltiples actores.

¿Qué debemos hacer? Su respuesta es “un análisis más profundo del concepto de riesgo y de los procedimientos para gestionarlos colectivamente de acuerdo con procedimientos democráticos y conforme al saber disponible”.  El riesgo es un elemento que depende del contexto. Su lectura requiere de criterios sociales y políticos.

(*) Daniel Innerarity, “La inteligencia de la crisis económica” .Claves de razón práctica, nº 198 Diciembre 2009.

dijous, 15 de juliol del 2010

Política y fútbol

Estas últimas semanas han sido ricas en retóricas y gesticulaciones. La crisis económica sigue su curso. Se nos dice que lo peor ha pasado. Es un consuelo. Pero las consecuencias de esta crisis van para largo. Mientras el ejecutivo trata de ganar tiempo y credibilidad. Tiempo no tiene, pues, su vuelo es de raso. Requiere aprobar los Presupuestos y lo tendrá difícil. Además, las medidas de recorte social y presupuestario son un índice de lo que nos espera en un futuro inmediato. La credibilidad no existe. Quiero decir, que visto el abismo entre lo que dice y lo hace, es evidente que su retórica no se ajusta a los hechos.

Si en el ámbito económico seguimos instalados en la depresión, en el orden político las cosas tampoco están mejor. Por un lado la STC sobre el Estatut de Catalunya ha salido a la luz justo cuando se preparaba una manifestación en Barcelona contra la sentencia.


 Aquí hay dos problemas de orden institucional. Por un lado, el TC ha necesitado cuatro años para elaborar una sentencia. ¿Cómo es posible ese retardo? ¿Era una cuestión de orden jurídico lo que ha retrasado su emisión? La respuesta es negativa. Por muy difícil que sea un asunto de orden jurídico, no parece razonable pensar que han necesitado cuatro años para elaborar dicha sentencia. ¿Entonces por qué esa morosidad insufrible? En el mientras tanto, hemos visto recusaciones entre magistrados para decantar en una u otra dirección según conveniencia de los partidos. Los propios magistrados se han prestado a ese juego partidista de la peor especie, dejando en un mal papel su propia independencia. Es evidente que de este desaguisado quien sale muy mal parado es una institución del estado que tiene a muchos de sus magistrados en un estatuto de provisionalidad que los propios magistrados se han prestado a ese juego.

La credibilidad y legitimación de los magistrados por sus propios errores hacen de estos sospechosos, ¿qué decir de una Sentencia que enmienda la plana a los ciudadanos que votaron en referéndum dicho estatuto, que venía refrendado por el Parlament de Catalunya con el 85%  a favor y posteriormente refrendado por el Congreso y Senado? ¿No es un choque de legitimidades?

La sociedad catalana se manifestó el pasado sábado 10 de julio en Barcelona, las cifras que se dan son confusas, pero en todo caso, ha sido una de las manifestaciones más importantes que ha habido desde las manifestaciones contra la Guerra de Irak. La movilización tenía por objeto el rechazo a la Sentencia porque deslegitimaba a la ciudadanía de Catalunya. La manifestación habían diferentes sensibilidades, desde la independentistas hasta autonomistas pasando por federalistas. No asistí a la manifestación, pero entiendo el enfado. Muchos políticos han dicho que el engarce entre Cataluña y España que se expresaba en el Estatut está roto y es necesario partir hacia un nuevo rumbo. Algunos lo interpretan como una vía directa hacia la independencia. Eso fue lo que dijo ayer (14 de julio) en el debate de la nación el representante de ERC Joan Ridao.

¿Qué quiere Cataluña? La respuesta evidente era el nuevo Estatut. La Sentencia del TC ha dicho que aquello que quería la representación popular expresada en el Parlament de Catalunya no se ajusta a la Constitución. A pesar que había pasado el filtro del Consell Consultiu -¿tendrían que dimitir sus miembros?- y a pesar de ser aceptado por el 85% de la representación política en Catalunya. Así que el problema está encima del tejado del propio Estado. El TC ha dicho no a lo que quería el Parlament. ¿Se da cuenta el PP de lo que ha puesto en marcha? Desgraciadamente el PP se ha acostumbrado a utilizar el TC cuando pierde en el Parlament o en el Congreso o Senado. Está utilización partidista es una nueva modalidad de intentar ganar lo que pierde en sede parlamentaria.

En fin, no soy nacionalista, creo más en la ciudadanía que en los territorios. Si los ciudadanos han votado un Estatut que otorga determinadas competencias que el Estado central transfiere, ¿Por qué el TC declara esa voluntad de pacto entre el Estado central y Cataluña ataca a la Constitución? Naturalmente, ahora se hacen más declaraciones de las necesarias porque en Cataluña hay elecciones a la vista, y esto hace que haya una hiperactividad que la STC ayudará, piensan algunos, a buscar votos en caladeros ajenos y donde el sentimiento catalán se siente herido. El TC ha dicho que solo hay una nación. Esta obviedad tendrá como consecuencia que los partidos nacionalistas tengan como horizonte político la independencia. Y si así fuera, el TC habría ayudado con su torpeza a acelerar esa deriva.


Sería imperdonable no constatar un hecho histórico en el ámbito deportivo. La selección española ha conquistado el campeonato de fútbol en Sudáfrica. La exaltación patriótica no tiene nada de malo, al final y al cabo era una competición deportiva. El espectáculo futbolístico ha sido el bálsamo para esta situación de crisis que padecemos. Al menos en lo deportivo ya hemos entrado en la categoría de los favoritos. Se han hecho comparaciones de todo tipo. Se pudo ver la bandera de España y también la senyera. No deberían ser incompatibles. Tan respetable es llevar una u otra porque al final todos queremos lo mejor para los nuestros. Como ciudadano que soy me siento bien viendo ganar al Barça y al mismo tiempo, deseo y quiero que gane España. Si esto lo entiende cualquiera, ¿no podría ser igual en el orden político?


dilluns, 5 de juliol del 2010

El niño Jesús y Pomponio Flato


He leído con interés y humor la novela de Eduardo Mendoza "El asombroso viaje de Pomponio Flato"(*). Lo menos que se puede decir del libro es que es ameno y distrae. 


El escenario es Palestina. Pomponio es un "erudito"  que viaja por el imperio romano en la búsqueda de aguas milagrosas. El azar quiere que se encuentre en medio de un enredo en Nazaret. El caso es que un carpintero, José, está  condenado a la crucifixión por la muerte de un rico comerciante, Epulón. Y para supervisar la orden Pomponio se encontrará en el camino al tribuno Apio Pulcro.




El enredo empieza cuando un niño se le aparece en el "hospedaje" que ha sido asignado por el magnánimo Apio Pulcro. El niño es hijo de José y le pide a Pomponio que investigue el caso, pues, afirma que su padre no ha matado a nadie.

Los hechos y las situaciones se suceden a ritmo vertiginoso. Pinceladas detectivescas, situaciones inverosímiles, personajes que van apareciendo para complicar la madeja. Intriga, enredos, pasiones, azar, etc., se mezclan en esta obra para descubrir un mundo en un pequeño rincón del imperio romano. Las apariencias engañan, los potenciales culpables se multiplican. La obra bien pudiera considerarse un evangelio apócrifo, dónde José, María y Jesús son tan humanos que el sueño de trascendencia queda desterrado de todo horizonte.

En definitiva, una obra que se deja leer con amenidad y humor, un ejercicio que demuestra el talento enorme de un escritor como Eduardo Mendoza que siempre se espera de él mucho más.



Nota:

(*) Eduardo Mendoza "El asombroso viaje de Pomponio Flato". Ed. Círculo de Lectores.Barcelona, 2008

dijous, 24 de juny del 2010

Dolor y responsabilidad


La noche mágica de San Juan ha querido ser de funestas consecuencias. La trágica muerte de 13 personas y una decena de heridos algunos de extrema gravedad al cruzar por las vías de la estación de Castelldefels ha venido a demostrar el abismo  que hay entre las recomendaciones y la actitud de mucha gente que no hace caso a la prudencia y el sentido común.

La estación había sido remodelada hacia pocos meses. Se había mejorado el acceso a través de un túnel y unos ascensores para personas con movilidad reducida. Ayer por la noche muchos jóvenes esperaban pasar la noche de San Juan junto a la playa. Aglomeración de gente en el túnel y alguien debió pensar que para que esperar si se puede pasar “rápidamente” por las vías. La conducta humana es gregaria y si nos pasan los demás también. Este mecanismo es tan sencillo como humano. Sin embargo, en esas vías invadidas por gente que tenía mucha prisa para ir a la playa se encontraron con el tren que circulaba hacia Barcelona.





Inmediatamente después del accidente se activaron todos los mecanismos para intentar ayudar y paliar el desastre. Es bueno saber la eficacia de los servicios de emergencias. Pero la muerte deja tras de sí un reguero de reproches y de culpas reales o imaginarias.

Tiempo habrá para determinar las circunstancias del accidente, pero habrá que tener en cuenta un dato objetivo. No se pueden atravesar las vías cuando había una salida aunque está estuviera en ese momento llena de gente.

Ahora toca identificar a los muertos y recuperar a los heridos. Y después una travesía de duelo imposible de saber las derivas que conllevan éstas. ¿Cómo sobreponerse a la muerte de un hijo? ¿Cómo entrar en su habitación sabiendo que no ha de volver? ¿Cómo remediar que no le dijiste que le querías? ¿Cómo intentar reprocharse a si mismo por lo que no estaba en su mano?

No es hora de culpas. La fragilidad humana se expresa en estas situaciones que podrían haberse evitado, pero que la condición mortal de los seres humanos hace que surjan en situaciones que no debieron  haberse producido.

Dolor y responsabilidad es lo que queda y cada uno de nosotros como ciudadanos y las instituciones deben asumir con todas las consecuencias. Accidente es lo imprevisible dado el orden natural de las cosas, pero en el caso comentado, si no hubiera habido personas en las vías, no hubiera pasado nada. Por eso la responsabilidad de las personas en sus acciones es esencial para valorar su comportamiento. Pero ahora el dolor lo invade todo como es natural. Tiempo habrá para que reflexionemos como sociedad sobre comportamientos que tienen consecuencias irreversibles y sin embargo, evitables.