Las semanas se deslizan a una velocidad que cuesta creer. Los acontecimientos se precipitan y por su propia dinámica, lo que parece importante, acaba por no ser nada. Lo que parece importante solo lo es para quien tenga algún interés en los hechos o sucesos.
La lista de noticias que pueblan los periódicos son abrumadores, pero están condenadas al olvido. Cierto, que volverán a reaparecer. La realidad es tozuda. Pero la voluntad de olvido aún lo es más. Acabó la semana con la noticia de la muerte de Jordi Solé Tura uno de los padres de la Constitución.
Cuento la única vez que estuve cerca de Jordi Solé Tura. El escenario hace 26 años. El lugar un camino que conducía a la Pica d’Estats montaña de 3000 m. y emblema para el excursionismo en Cataluña. Estaba acampado en un prado y a unos veinte o treinta metros se encontraba otra tienda de campaña. Lo reconocí. No tuve el valor de acercarme y saludarlo. Su muerte y su enfermedad es un recordatorio de lo frágiles que somos los seres humanos.
La fragilidad de la condición humana se repite en otro contexto diferente. Es el caso de Haidar y su cruzada por el reconocimiento de su identidad saharaui. Marruecos, una monarquía autoritaria, que controla todos los engranajes de la sociedad marroquí, los políticos y económicos ha puesto a España en una situación de bochorno diplomático, cuando el avión que debía llevar a Aminetu Haidar en El Aaiún . El caso es que cuando todo parecía que el avión se llevaría el problema a casa del vecino, el vecino decidió que no. La huelga de hambre de Aminetu Haidar se está convirtiendo en un auténtico problema. ¿Qué se puede hacer en este tipo de casos? ¿Es razonable la actitud de la Sra. Haidar? El problema de fondo está el problema de la independencia del Sahara Occidental , que estuvo en manos españolas hasta su abandonó el 26 de febrero de 1976 y su anexión de Marruecos. Los esfuerzos para una consulta de autodeterminación del pueblo saharaui hasta la fecha han sido frenada por Marruecos y la pasividad de la comunidad internacional. ¿Acaso va a solucionar España un problema de la comunidad internacional? El pueblo saharaui, la entidad territorial, un páramo de desierto con yacimientos de fosfatos y lo que pueda encontrarse, que fue ocupada por España en 1934 hasta su abandono precipitado por la confluencia de dos acontecimientos decisivos: la enfermedad de Franco y la famosa Marcha Verde organizada por el gobierno de Marruecos.
Los refugiados del Sahara Occidental se trasladaron a los campamentos en Tinduf desde 1975 en medio de nada, viven de la caridad y la geoestrategía de Argelia. ¿Autodeterminación? La ONU utilizó la vía del reconocimiento de la autodeterminación en situaciones de colonialismo como era el caso del Sahara Occidental. Pero la habilidad de Marruecos para hacerse de facto con el territorio ha hecho inviable ese objetivo, así que la pregunta queda en pie: ¿España deberá solucionar lo que no ha hecho la comunidad internacional? Este caso guarda cierta semejanza con el caso palestino. Probablemente lo más posibilista sería que esos campamentos se trasladarán al Sahara Occidental y que adquirieran un estatus de provincia autónoma dentro de Marruecos. La otra opción es el exilio interminable en unos campamentos donde el polvo y el olvido destruirá cualquier sueño.