diumenge, 29 de novembre del 2009

Turbulencias de papel


Finalizado el 1r Congreso de UPyD hemos de esperar que la nueva dirección y sus órganos de gobierno acierten en su estrategia para consolidar un partido que al menos en Cataluña parece gozar de muy mala salud. Resulta chocante que el representante de una opción  que se presentó en el Congreso no haya obtenido representación en el nuevo  Consejo político. En un partido es tan importante las mayorías como las minorías.  En todo caso, esperemos que la nueva dirección tenga el acierto para conducir al partido hacia una senda que permita a los futuros electores elegir la opción de más ciudadanía y menos territorialidad. Porque uno de los problemas serios es precisamente ese, la evaporación de la ciudadanía como eje de la política y su sustitución por la cuestión territorial. Parece improbable al menos a corto plazo sustituir esa dinámica, pues, los gobiernos de las diferentes CC.AA - tanto del PSOE y del PP-, han encontrado una posición ideal para gobernar. Desde la óptica catalana el asunto cobra una dimensión preocupante.


¿Qué quieren los gobernantes en Cataluña? Más autonomía dicen unos, más independencia dicen otros. Ambas posiciones son perfectamente respetables, pero ¿sabemos a qué conduce semejante deriva? Como miembro de UPyD - en Cataluña debemos ser unos cientos de afiliados- la afirmación territorial en perjuicio de la ciudadanía es una catástrofe. ¿Tan equivocados estamos? Si lo esencial es el territorio la lógica lleva inexorablemente hacia la independencia.


¿Cómo denunciar esa deriva? Cataluña nos dicen los periódicos quiere dignidad, lo avala el referéndum que se convocó  para ratificar del Estatut. Desde la perspectiva democrática -la Constitución- todo es irreprochable.  El problema es que las diferentes CC.AA han aumentado las diferencias entre los propios territorios, mientras que el gobierno central no ha hecho nada para remediarlo. Haciendo nada, se garantizaba el posible apoyo de las CC.AA. Especialmente, en el País Vasco -etapa PNV- y Cataluña.


Ahora, el poder adquirido por los diferentes partidos partidos que gobiernan esos territorios quieren mantener sus cuotas de poder. Quien pierde son los ciudadanos. Fiscalidades diferentes, por ejemplo, en Cataluña el impuesto del patrimonio resulta escandalosamente injusto con respecto al que tienen en Madrid o Valencia. Las diferencias de rentas y riqueza siguen líneas férreas, pues, Andalucía y Extremadura siguen a la cola de diferentes índices de renta y riqueza, a pesar de las ayudas de todo orden que han recibido de los gobiernos centrales.¿Cómo es posible eso? La respuesta parece que se debería a la propia ineficacia de los gobiernos autonómicos que no han sabido impulsar un modelo que vaya más allá de la subvención. Y por otro lado, el propio gobierno que desiste de su función al dejar que dichas Comunidades  sigan a  la cola de la recuperación y el bienestar. Dejo para mejor ocasión los desaguisados en educación.

La presencia de la territorialidad como eje central de la política autonómica y su olvido de la ciudadanía se hace rehén a los ciudadanos de los diferentes territorios. Juega a favor de los territorios y los gobiernos que los impulsan la baja movilidad de la sociedad española. Estamos aferrados a la tierra, porque las diferencias entre territorios Castilla-La Mancha o el País Vasco o Cataluña son muy importantes. Por ejemplo, entre el País Vasco y Extremadura la diferencia de renta es el doble de 32133 a 16820€ respectivamente. ¿Por qué los extremeños, no se van de su tierra para buscar mejores oportunidades? Espero que las posibles respuestas la puedan proporcionar los amigos de UPyD de Extremadura.






El tiempo del TC parece haberse parado. La sentencia sobre la inconstitucionalidad del texto legal catalán,se está haciendo derogar. Es importante recordar que la posible inconstitucionalidad de las leyes  incumbe al TC. Ya sabemos que la tardanza en nuestro sistema legal es una enfermedad endémica. Todos sabemos que Moisés estuvo cuarenta días con sus noche para recibir de Dios los Mandamientos, el resultado fue que en la espera su pueblo había buscado otros consuelos espirituales, la historia parece que le gusta repetirse, porque aquí en Cataluña, el nuevo becerro de oro se llama Independencia.



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