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dimarts, 16 de juliol del 2013
diumenge, 14 de juliol del 2013
Auto de fe (6)
Capítulo 6
¡ Mi querida señora!
En este capítulo Teresa
sigue su implacable reconquista de su “nueva casa”. Ella necesita también una
cama. Kien tiene una, pero ella sigue durmiendo en su antigua cama de
sirvienta.
El “matrimonio” no se ha
consumado y Teresa se consume. Él en su despacho todo el día y ella ¿qué hace?
Pues se queda detrás de la puerta de Kien, espiando. Kein abre la puerta y
Teresa está a punto de caer, ella se indigna.
Quiere una cama y piensa
en conseguirla. Teresa va de tienda en tienda, pues, quiere saber precios.
Piensa en muebles caros para poder pasarle la factura a Kien y quedarse con un
mueble más barato. Así la diferencia irá a parar a su cuenta corriente.
Teresa le anuncia a Kien
que no piensa cocinar. Teresa cree que puede presionarlo, pero Kien ve una
oportunidad de oro para que desaparezca durante el día. Kien le alienta para
que visite tiendas de muebles. Llega a una tienda donde un dependiente
dicharachachero le dice: “¡Mi querida señora!” (pág.93) encandilándola para
conseguir su objetivo: la venta.
La voz del dependiente
le suena a Teresa como “mantequilla” que embriaga sus oídos, pues, Teresa se
debate entre sus deseos insatisfechos y el decoro debido.
El dependiente le expone
una máxima moral: “La felicidad conyugal no pasa sólo por el estómago, pasa
también por los muebles, sobre todo por el dormitorio, y yo diría que todavía
más por las camas, si, por las camas de matrimonio como quien dice” (pág.95)
El dependiente parece
tener la estatura del director o propietario de la tienda, pero no, él es un
empleado. La empresa de muebles es Gross & Madre. El Sr. Gross es pequeño y
parece poca cosa, el dependiente sabe manejarlo, no así a la madre de Gross,
que es la auténtica propietaria. El dependiente se apellida Guarro. Teresa
quiere invitarlo a un almuerzo, pero él no está interesado por ella y si por la
venta. El jefe le invita a Guarro para que vaya con la clienta. Cuando van a
salir del establecimiento el Sr. Guarro le dice a Teresa con su voz de
mantequilla: “¡Usted primero, mi querida señora!” (pág.100)
diumenge, 7 de juliol del 2013
Auto de fe (5)
Capítulo 5 de Auto de
fe. Un flamante mobiliario
Síntesis: El capítulo se
desarrolló a través de los cambios que Teresa impone en su “nueva” casa.
Cambios que afectan a la reorganización del espacio de Kein.
“-No pienso comer sola
en la cocina como una criada. La señora de la cosa come en una mesa.
-La mesa no existe.
- Es lo que siempre
digo: tendría que haber una “ (pág.69)
Teresa está dispuesta a
llevar una revolución doméstica en su nueva casa. Se empieza por la mesa, sigue
por eliminar el dichoso diván, por una cama decente y un nuevo aguamanil.
Teresa ha persuadido a
Kein de la necesidad de imponer nuevos
cambios, en la configuración de las habitaciones ¡quiere igualdad de derechos!
¡En las comidas, Teresa habla y no para! Y Kein, quiere que pare de hablar.
Acaban firmando un “contrato” donde estipula la nueva situación:
“ Declaro que todos los
libros guardados en las tres habitaciones que me corresponden son legítima
propiedad de mi marido, y que nunca y bajo ningún concepto se efectuará cambio
alguno en dicha propiedad. Por la cesión de las otras tres habitaciones me
comprometo a guardar silencio durante las comidas “ (pág.70)
Teresa no puede hablar
en las comidas, pero Teresa busca otra hora para seguir su campaña de cambios.
Teresa intercepta a Kein antes de su paseo matutino para lanzarle una nueva
carga de profundidad: -“ (...) Yo no podría dormir en ese diván (...). En una
casa decente debe haber una cama decente” (pág.70-1)
Teresa le reprocha la
dureza del diván-cama. Kein, no da crédito a la insolencia de ella. ¿Cómo sabe
ella, que el diván-cama es dura? ¡Kein se había olvidado de ese episodio
catastrófico en el que Teresa se quitó la falda-mejillón y se recostó en el
diván después de deshacerse de los libros que lo cubrían!
La visión de Kein de ese
episodio se le representa de nuevo: “Un monstruo mitad mujer desnuda y mitad
blusa, dobló con cuidado las enaguas y cubrió los libros con ellas, como un
sudario” (pág.72)
En su diván-cama, Kein
pensaba en lo dicho por Teresa. Kein, resolutivo salta de su diván y se dirige
hacia la habitación de Teresa, ¿él era el hombre!. Al entrar Teresa no daba
crédito que él entrará, ¡por fin! “Se levantó de la cama sin hacer ruido, se
quitó el camisón y se puso las enaguas guarnecidas de encajes” (pág.72) Teresa
esperaba que su marido consumará el matrimonio, pero Teresa vio que no iba por
allí los tiro. Kein dijo: -“ ¡Mañana se
me comprará una cama!- rugió él. Ella no contestó-. ¿Entendido? (pág.73) ¡Teresa volvió a la cama
y fantaseo con un hombre!
Al día siguiente traen
la cama y además, ¿Oh sorpresa! Un aguamanil. ¡Y todo al mismo precio! ¡Teresa
si sabe comprar! Kein está fuera de sí. Su vida con Teresa se le hace
insoportable. Por eso Kein le prohíbe a Teresa que entre en su estudio. “ Pues
Kein aspiraba silencio como otros aspiran aire” (pág.77).
Kein se lanza a
elucubraciones encerrado en su estudio acerca de la naturaleza de los libros,
¿son inorgánicos?, pero “¿quién ha demostrado fehacientemente la insensibilidad
total de lo inorgánico?” (pág.78)
Se sentía prisionero en
su propia casa. ¡Maldita Teresa! Al lavarse la cara experimentaba un cierto
alivio al cerrar los ojos. Cerrar los ojos se convirtió en una necesidad, así
no tendría que ver esa cama y todo lo que Teresa había hecho. Cerraba los ojos
y realizaba las tareas cotidianas con una sensación embriagadora. Sintió una
nueva percepción en ese estado
“La ceguera es un arma
contra el tiempo y el espacio. (...). El principio dominante en el cosmos es la
ceguera” (pág.83). “A la manera de Berkeley “Esse percipi: ser es ser percibido;
lo que yo no percibo, no existe” (pág.84). Kein se consuela cerrando los ojos
para no ver como Teresa ha trastocado su antiguo mundo.
dijous, 4 de juliol del 2013
¡Evo, no salgas de casa!
Las relaciones
internacionales siempre han sido una cuestión de fuerza. La última ratio es la
violencia. Como un mundo hobbesiano no es fácil de mantener, es necesario, la
diplomacia. En ella intervienen muchos factores: económicos, sociales,
políticos, culturales, religiosos, etc. Junta estos factores, intervienen las
cuestiones estratégicas y tácticas. Eso significa, la variabilidad de las
situaciones con las que los estados manejan asuntos internacionales.
¿Alguien puede imaginar
al Air For One, retenido en Barajas, mientras la policía registra el avión
presidencial en busca de prisioneros de Guatanamo? Eso sería imposible. Cuando se
trata de países, siempre se busca el eslabón más débil. Le ha tocado a Bolivia.
Evo Morales, ha protagonizado, sin quererlo, el bochorno de verse inmerso en la
agria disputa entre el espía confinado en Moscú, área de tránsito del
aeropuerto, y las autoridades norteamericanas que lo quieren detener a toda
costa, por poner a la luz, el espionaje de ciudadanos y gobiernos de Europa. ¡Curiosamente,
estos gobiernos, no parecen estar muy interesados en esta cuestión!
El “mundo libre” es
puesto en cuestión por el analista Edward Snowden, al sacar a la luz, el masivo
chequeo de las comunicaciones de los ciudadanos, ayudado por la inestimable participación
de las grandes compañías de internet. Para desgracia de Snowden, la Guerra Fría
acabó en 1987, y ahora los países europeos, cuando son presionados por EE.UU,
no quieren comprometerse con los principios de asilo, ni nada por el estilo. Snowden ha hecho una lista de países, entre
ellos España, pero para solicitar asilo, se requiere que el peticionario se
encuentre en suelo español. Descartado. En la lista aparecen los países “enemigos”
de EEUUU. Países que se les coloca el título de pseudodemocracias. Bolivia, Venezuela,
Ecuador. EEUU no puede transfórmalos en países terroristas, pero actúa como si
lo fuesen. Por eso, el caso del avión presidencial de Evo Morales, fue obligado
a aterrizar en Viena, para un control, ¡por si encontraban dentro del avión a
Snowden!
Es cierto que Bolivia, Venezuela,
se exhiben con propaganda antinorteamericana. Que han nacionalizado áreas de la
producción cuyos propietarios eran empresas europeas. Por ejemplo, empresas españolas, su
nacionalización era una cuestión de derecho internacional, no asunto de
patriotismo, porque esas empresas, jamás han repartido beneficios con los
ciudadanos españoles. El caso es que Evo Morales y los que vengan, ya saben cómo
se las gastan en Europa.
Francia, Italia, Portugal,
denegaron que el avión presidencial pudiera sobrevolar su espacio aéreo. ¡Qué
contraste entre los vuelos de la CIA donde prisiones –sin acusaciones precisas-
eran conducidos a limbos jurídicos –tortura-, pudieron pasar tranquilamente por
todos los espacios aéreos europeos, sin que nadie osara decir nada. ¡Europa, la
estrecha!
dimarts, 2 de juliol del 2013
Clásicos (actuales) II
La exaltación
nacionalista en el Camp Nou, con cerca de noventa mil personas que aspiraban a
una realidad mejor, que en esa exaltación había ilusión, entusiasmo y utopía,
no deja de resonar las palabras de Schiller cuando dice:
dilluns, 1 de juliol del 2013
Reseña: Andreu Martín
Cada día se publican
libros. La industria editorial no puede dejar de producir, es la lógica del
mercado, pero hay títulos olvidables al cabo de muy poco tiempo. Dentro de unos
años, esos libros tendrán como destino el reciclaje. De hecho todo acaba en el
reciclaje, pero eso es otra historia.
Esta disquisición,
también olvidable, me sirve para comentar el libro de Andreu Martín, Cabaret
Pompeya, col.El balancí 660, ed.62. Barcelona, 2011.
La novela es un prodigio
de situaciones y personajes, Andreu Martín, exhibe u maestría en su obra más
acabada y más ambiciosa. Una Barcelona que reconocía por lo que me decía mi
padre. Unas historias que la Guerra Civil marcarán de forma atroz. Miquel es
una de los personajes centrales, es el infiltrado, juega siempre a caballo
ganador, traición es para él, una palabra. Víctor, su pasión por la vida, el
amor, los amigos, sus ideales, acaban pasándole factura, y por último Fernando,
que vivirá el dolor de la guerra y sus consecuencias.
Un momento crucial de
esta historia, los bombardeos de la aviación italiana contra Barcelona es la
narra Andreu Martí de la siguiente manera:
“ (...). La Teresa va pensar que no podien estar
bombardejant allà, estar-la bombardejant a ella, perquè allà no hi havia cap
objectiu militar i se suposava que a les guerres els militars es mateven entre
ells, i encara que li havien dit que els feixistes no ho feien així, que Franco
i els alemanys i els italians eren partidaris de la guerra d’extermii i havien
deixant anar bombes sobre col·legis i hospitals, no s’ho podía creure, no s’ho podía
creure.
Deu metres més endavant,
d’una portería va sortir un home gran alarmat, va agafar l’Elena de la màniga i
la va estirar cap a dins.
-Fiqui’s aquí, per Deu,
que la matera!
Tant el vell com l’Elena
com el Tomasín es van girar cap a la Teresa i, en veure l’enormitat del que la perseguía,
van obrir tant els ulls i la boca (...) i va veure sobre la Gran Via els sis
bombarders Savoia S.79, els “Falchi delle Baleari”, i l’explosió en ple bulevard
que va destrosar la façana de la Mútua General d’Assegurances (...) Que la casa
ja no hi era. La casa on s’havien amagat l’Elena i el Tomasín, i l’home gran
que pretenia salvar-los la vida, el número 451 de l’avinguda de les Corts
Catalanes, ja no hi era. Al seu lloc hi havia una muntanya de runa, maons,
bigues i mobles destrossats. I l’Elena i el Tomasín ja no hi eran. Ja no hi
eren. (...)” (pág.359-360)
Andreu Martín, se ha
convertido en un escritor sólido que alcanza en esta novela una maestría enorme.
Vivencia de personajes que viven al límite porque límite se convirtió en lo
cotidiano en la Guerra Civil, y su posterior secuela. Martín utiliza una
intermediario para explicarnos esas historia. El hijo de uno de los personajes
del Cabaret Pompeya. Si atroz fue la guerra, la postguerra no fue precisamente,
una etapa de reconciliación. La novela desarrolla las vidas y sus esfuerzos
para salir de esas situaciones que los personajes han entretejido a través de
Miquel.
La novela está a la par
de otra obra esencial La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina. Son un complemento
perfecto para saborear literatura de primera en una realidad que parece de
segunda.
diumenge, 30 de juny del 2013
Auto de fe (4)
Seguimos nuestro resumen
de Auto de fe. Primera parte. Una cabeza sin
mundo. Capítulo El mejillón (4).
El capítulo se inicia
con la boda. Una boda acorde con los espíritus tristes de los contrayentes.
Intimidad. Los testigos también están a la altura del acontecimiento. Un mozo
de cuerda y un “alegre remendón”. Éste se llama Hubert Berendinger, era
aficionado a las bodas, aunque él no tuviera intención de casarse jamás.
En el registro civil se
hizo las formalidades oficiales. Kein miraba las actas en lugar de la novia. El
sí de Kein parecía cualquier cosa, menos el sí de unos apasionados amantes.
Hubert estaba decepcionado por la falta de boato. Aquello no era una auténtica
boda. Kein no besaba a la novia ¿a qué esperaba? ¿tal vez a la noche?
Hubert se despide de la “feliz
pareja” dando un abrazo a Teresa y tocando de paso sus pechos. El día de su
boda era como cualquier otro día, ¿por qué debía ser diferente? –pensaba Kein-.
Tomaron el tranvía, Kein piensa al instante que debería haber dejado a Teresa
subir primero. Kein pago los billetes y el cobrador entregó los billetes a
Teresa.
El tranvía se fue
llenando de viajeros. Se sentó una mujer delante de Kein con cuatro niños
pequeños y ruidosos.
Kein piensa en su
hermano Georg. Un profesional de éxito, ginecó-logo en París, que Kein consideraba un traidor por
no haber estudiado psiquiatría. Llevaban ocho años en los que no intercambiaban
cartas, debido, según Kein, a la volubilidad de Georg.
Pensaba que con su
matrimonio, sería una buena excusa para reanudar su relación y pedirle consejo.
“¿Cómo había que tratar a esa criatura tímida y reservada?” (pág.58)
Teresa dice “los niños
los últimos”. Kein se lanza a sus propias cavilaciones. “Nunca había pensado en
tener hijos” (pág.59) Tener hijos supone lo innombrable ¿Conoce Teresa estos
asuntos? ¡Caute!
En medio de tales
cavilaciones, la madre de los cuatro niños se levanta y le dice a Teresa “¡Qué
suerte la suya, que aún sigue soltera”! (pág.60). Teresa queda petrificada y
dolida. Los pasajeros quedaron expectantes, un muro de silencios cómplices
acompañó esas palabras que parecían un ultraje. La causa de todo era que “el
mundo estaba contaminado de amor a los niños” (pág.61). Los Kein, por fin,
pudieron bajar del infernal tranvía, no antes de tener que escuchar “Lo mejor
que tiene es esa falda”.” Un auténtico baluarte”. “¡Pobre hombre!”. “Risotada
general” (pág.61). Kein dirige su mirada
a Teresa. “Esa falsa era parte de ella como la concha lo es del mejillón”
(pág.61)
¡Tendrá Kein que
quitarle el mejillón! Subir las escaleras hasta su baluarte, pero hoy todo era
dificultoso. Aparece el pequeño Metzger que acusa a Teresa de no dejarlo entrar
en casa de Kein, y diciéndole lo que su madre le había dicho: “-Sí, mi madre
dice que no debería insolentarse, que es solo una criada” (pág.63)
Kein pierde los estribos
y zarandea al pequeño y acaba abofeteándolo. El pequeño sale volando y acaba
aferrándose en la falda de Teresa.
Kein intenta abrir pero
no encuentra las llaves, definitivamente, hoy todo sale mal. Teresa acaba
abriendo. Entran en el piso y Teresa abre el dormitorio de Kein y anuncia un
ominoso “Enseguida vuelvo”. Kein está sólo. Evita mirar el diván, lo mejor es
entrar en la biblioteca. Kein, piensa, ¿qué debo hacer? ¡lo que debe hacerse! Pero
¿dónde hacerlo? El lugar natural parece el diván. Kein está aturdido, imaginar
un mejillón gigante en el diván. Borra esas imágenes absurdas, y empieza a
surgir una idea genial, cubrir el diván de libros. “No elige obras mediocres
por no ofender a su mujer” (pág.66)
“-¡Ya estoy aquí!”
(pág.67). ¡Se ha quitado la falda-mejillón! ¡Envuelta en enaguas!, lleva la
blusa puesta. Teresa se dirige al diván y con brazo barre todos los libros al
suelo.
Teresa se quita las
enaguas, las deja encima de los libros. “¡Ya está”! El problema es que Kein
no está, acaba de huir al lavabo, el
único espacio en el que no hay libros. Sentado en el retrete, llora.
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