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dilluns, 24 d’agost del 2015

Psicopolítica (I)


Reseña del libro de Byung-Chul Han, Psicopolítica, ed.Herder, Barcelona, 2014.




En este blog ya me he ocupado de otro texto suyo, "La agonía del Eros". Han trata de suministrarnos armas conceptuales para luchar contra una hidra cada vez acomodada al mundo líquido (Z.Bauman) en el que estamos sumergidos.

El subtitulo del librito -no es peyorativo, simplemente obedece al formato-, nos da claves para entender de qué va la obra: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. El primer capítulo, que vamos a comentar, lleva el título de "La crisis de la libertad".

Cap I: La crisis de la libertad

La explotación de la libertad

Para Han el neoliberalismo está consiguiendo hacernos creer que somos más libres que nunca. Adiós a las cadenas del mundo sólido (Z.Bauman) y bienvenidos a la idea de proyecto, pero para Han, "el propio proyecto se muestra como una figura de coacción, incluso como una forma eficiente de subjetivación y de sometimiento.".

Como vivimos en el reino del "si podemos", Han entiende que este imperativo es mucho más letal que al antiguo poder disciplinario del "deber". Así, se crea una paradoja que consiste que cuanto más libre se cree uno, más coacciones se genera en uno mismo. Para Han, esto lleva a la aparición de "enfermedades como la depresión y el síndrome de burnout son la expresión de una crisis profunda de la libertad". El síndrome de burnout, hablado en plata, consiste en que hay muchas personas que no aguantan el trato con otras personas. Este síndrome se da especialmente, en el ámbito socio-sanitario y educacional, donde la relación con el otro, se hace problemática.



Byung-Chul Han

Han explota a Hegel en su beneficio. La dialéctica amo-esclavo (Hegel) la reutiliza para afirma que el "sujeto del rendimiento" nuestro héroe postmoderno, es un "esclavo absoluto", precisamente, porqué se explota a sí mismo. No necesita de coacción externa. "El sujeto del rendimiento absolutiza la mera vida y trabaja.". En este contexto, Han nos dice la la salud se establece como un ideal de la mera vida. De ahí el arsenal para ponerse en forma. Decathlon se convierta así en una catedral del culto a la salud mediante el rodeo del deporte. Si uno echa un vistazo al personal que visita estos centros, se da cuenta que muchos no han hecho deporte en su vida. Pero la ropa es relativamente barata. Han ha afirmado que la libertad supone la idea de compartir con otros, pero nuestro nuevo héroe, es incapaz de establecer relaciones sólidas con los otros. 

Han también utiliza a Marx en su discurso, "En la libre competencia no se pone como libres a los individuos, sino que se pone como libre al capital” (K.Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política). Esta afirmación expresa la verdad del neoliberalismo. El movimiento de capitales, es el único movimiento verdadera-mente libre. 




dissabte, 1 d’agost del 2009

La inflexión posmoderna: Una estética de la representación


La posmodernidad sería la última esperanza que nos queda ante ese fenómeno que adquiere carácter de ley inmutable de la naturaleza: la globalización. Si eso es así, ¿con qué armas contamos para hacerle frente? Y la respuesta que nos ofrece este último apartado del libro de Samaniego* nos deja sin demasiadas opciones.

1.- Habíamos caracterizado a la posmodernidad como la capacidad de hacer desafinar todos los metarrelatos que legitiman a nuestra sociedad líquida (Z.Bauman). Así que para empezar, la vida es vista como espectáculo. Queda descartado la intimidad. El reality show "Gran Hermano" nos ilustra sobre la idea de intimidad. Como en el "Show de Truman" todos están conectados para ver las peripecias que padece -por efecto del guión- el protagonista. La posmodernidad habría puesto de manifiesto que ese Show es el que estamos viviendo. Todos seríamos Truman Burbank viviendo esa realidad que nos parece real, pero que en el fondo es una pura "representación".





2.- ¿Quién hace el papel de Christof? Para la posmodernidad la propia dinámica de la globalización. No hay un consejo de administración que dirige la representación, sino una red difusa que se extiende y se capilariza en un poder que nos es ajeno (alienación) y a su vez nos tiene en nómina. La visión del poder no es vertical (sociedad sólida), sino horizontal (sociedad líquida).

3.- La posmodernidad es descreída, por ello reivindica desafinar en todas los órdenes de la vida. Es una forma de resistencia. ¿Cómo resistir? En el ámbito del arte, por ejemplo, se puede luchar a través de las "instalaciones". Este arte se caracteriza por ser "anamórfico" (es decir, es una forma de hacer ver al espectador aquello que nos interesa que vea). Lo característico de las "instalaciones" es su movilidad. Cualquiera podría ser un "instalador", por ejemplo, colocar en el Guggenheim de Bilbao un futbolín con figuras de barbies, y esperar que los curiosos se acercarán y jugarán, se habría creado una "obra artística total".




4.- La posmodernidad no cree en la utopía, cuestiona el presente, no le gusta y por ello quisiera integran arte y vida. OLYMPIC MAN MOVEMENT dels Joglars (1981) representaba una apuesta por integrar arte y vida en un mensaje "ambiguo". La posmodernidad hubiera rechazado esa apuesta. La posmodernidad al decir R.Hughes representa la "cultura de la queja".

5.- Si vivimos inmersos en el Show, entonces, no hay ni intención ni contexto que importen. En la etapa sólida (Z.Bauman) esos dos caracteres eran importantes. Pero ¿qué pasa ahora en la etapa líquida (Z.Bauman)? Ahora lo que conviene es el "corta y pega". La representación ha tomado forma de fotomontaje. No se requiere ser un genio, sino tener el programa adecuado para parecer un genio. Photoshop permite hacer maravillas con las fotografías digitales. El único auténtico problema es tener imaginación, pero en esto siempre se puede "copiar" y modificar con lo que la "autoría" queda borroso.

6.- Hal Foster ha podido hablar de una segunda posmodernidad denominándola "de resistencia". Ésta se opondría aquellas corrientes posmoderna de raíz neoconservadora, cuyo objetivo sería desafinar. Es decir, parodiarse a sí misma como forma de autodestruirse. En el mar proceloso del arte, dar gato por liebre parece un ejercicio que se ha realizado con extraordinario furor. Me imagino a ese artista que hace una "instalación" con sus barbies". ¿Nos toma el pelo? ¿No distinguimos entre arte y provocación?

7.- ¿Puede esta segunda posmodernidad vincularse a la modernidad? ¿Cómo expresarla? Este intento de sintetizar arte y vida ha sido puesto en cuestionamiento. Jameson propugna "intentar elaborar mapas cognitivos de esas misma reestructuración social producida por el capitalismo como sistema global".

8.- La posmodernidad quiere pero no puede, alberga el espíritu de resistencia pero no parece estar en condiciones -ante el avance del capitalismo global- de hacerle frente. Sin embargo, la sociedad posmoderna (sociedad líquida) deberá enfrentarse ante sus propias contradicciones. ¿Debemos rendir pleitesía a las fuerzas económicas como si fuesen leyes intemporales? ¿Se podrá seguir manteniendo la asimetría existente en el mundo globalizado? ¿Se podrá legitimar unos gobiernos -democráticos- que abdican de sus obligaciones sociales y políticas en aras de esas fuerzas "impersonales" de la economía?


* Alberto Ruiz de Samaniego, La inflexión posmoderna: los márgenes de la modernidad. Col.Hipecuakal, ed.Akal, Madrid, 2004.


dimarts, 14 de juliol del 2009

La inflexión posmoderna: Un sujeto sospechoso

Siguiendo el hilo del libro de Alberto Ruiz de Samaniego, La inflexión posmoderna: los márgenes de la modernidad. Le toca ahora el capítulo que lleva por título: Un sujeto sospechoso.

1.- La modernidad, en el plano filosófico, se asentaban en la filosofía de la subjetividad de Descartes, que en el plano del conocimiento, afirmaba que lon primero que conocemos, no es ni a Dios ni al mundo, sino al yo que identifica con el pensamiento. Esta idea de la subjetividad se hará cada vez más potente, a través de Kant y Hegel. El mundo podía ser explicado desde la Razón. Sin embargo, Marx, Nietzsche y Freud (filósofos de la sospecha) empiezan a cuestionar ese Sujeto Universal (Hegel). Para Marx, ese sujeto no se identifica con la humanidad sufriente –el proletariado-. En Nietzsche, lo que cuestiona es precisamente, la necesidad de un fundamento. ¿Podemos deshacernos de esa sed de trascendencia que nos lleva a buscar fundamentos y sentido, allí donde no los hay? Plantea la necesidad de una horizonte sin trascendencia. Pero para asumir ese reto, se requiere del “ultrahombre”, que se sabe finito y sabe que no hay final feliz. En fin, Freud afirmará que esa Razón luminosa no es más que fachada, que detrás de ella se esconde un mundo sumergido –el ello- de irracionalidad.

2.- De ese sujeto convertido en sospechoso, Pessoa ha decretado la imposibilidad del sujeto, convirtiéndose en el poeta posmoderno de referencia. De esas lecturas posmodernas, D.Hume se sentiría por fin entendido, un yo “insustancial”. ¿Sujeto sospechoso? La respuesta posmoderna es que no podemos construir una identidad a ese yo. Ese yo es un ser a la deriva.

3.- El yo es ilusión, un calidoscopio de mil facetas. Adiós al yo compacto de la filosofía de la subjetividad inaugurada por Descartes, y bienvenido al yo virtual. Ese yo virtual vive a la intemperie. La imagen del desierto –Las Vegas- vuelva a ser reiterativo.


4.- Ese sujeto caleidoscópico, esta hambriento de sensaciones, de vivencias inmediatas. Por eso, ese yo amplia su identidad a través de una nueva prótesis de la posmodernidad: la cámara digital. Vivir es captar a través del ojo protésico –la cámara- todo cuanto ocurre. La mediación entre el yo y la realidad viene determinada por la tecnología Zeiss.

5.- R.Barthes se ha configurado como el profeta de la posmodernidad. Su teoría del sufrimiento se ve confirmada por los realitys. Un yo que narra sus trastornos. Programas de telerealidad son expresión de la vida como “circoconfesión” (J.Derrida). Cualquier cualquiera explica delante de las pantallas su experiencia. Las biografías se convierten en espectáculo banal. Nada de trascendencia, simplemente, narraciones de fracasos, de errores, debilidades, estupidez.

6.- El éxito de esos programas de telerealidad son expresión de la posmodernidad. Es bien cierto que los personajes que pululan en esos Reality shows no son precisamente modelos de posmodernidad, pero son de la materia que está hecha la realidad. Una pareja que explica sus infidelidades delante de todos, o unos que explican su sexualidad, o bien aquellos que se reencuentran después de años de silencio por algo que ellos mismo se han olvidado. Nada de grandes relatos, ni de hecho heroicos, simplemente flash detrás de otro. La vida a ritmo de videoclip.

7.- Esos programas de telerealidad podría ser bautizado como “realismo psicótico”. Las barreras entre ficción y realidad se hacen invisibles. Los espectadores de esos realitys se sienten atrapados en historias inverosímiles, pero que son la materia de la vida que viven los protagonistas. Éstos se desdoblan en protagonistas de las historias. Nos cuentan sus historias al tiempo que aparecen como actores de su propia representación. Las vidas que nos narran parecen sacadas de guiones de serie B.

8.- De estas “narraciones del trauma” se ha vuelto a rescatar conceptos como intencionalidad, interioridad, subjetividad. El individuo posmoderno se siente inseguro, débil, fragmentario. Siente que fuerzas insuperables lo arrastran hacia senderos imprevisibles. Ni de la política ni lo económico espera nada el sujeto posmoderno. Realmente se haya a la intemperie, al desierto de lo real.

diumenge, 1 de març del 2009

La inflexión posmoderna: Aprendiendo de Las Vegas (I)


El texto de referencia para nuestra reflexión es el libro de Alberto Ruiz de Samaniego con el título: La inflexión posmoderna: los márgenes de la modernidad, col. Akal-Hipecu nº 60. Ed.Akal, Madrid,2004.

El primer apartado que quisiera comentar lleva el título de “Aprendiendo de las Vegas”. El título que recoge el manifiesto de la década de los sesenta realizado por Robert Venturi y colaboradores.

La primera idea fuerza es la disyuntiva entre modernidad y posmodernidad. A.Rimbaud (1854-1891) proclamaba: “Hay que ser absolutamente moderno”. Mientras que R.Barthes en 1977 afirmaba: “De repente me resulta indiferente no ser moderno). Ser moderno significaba estar por los valores ilustrados de libertad, progreso y utopía. Este modelo según los posmodernos ya ha pasado de moda. El posmoderno es un moderno desengañado que asume con deportividad que no puede culminarse el modelo iniciado por la Ilustración (s.XVIII). La posmodernidad pone en cuestión todo aquello que la modernidad prometía transformar. De una sociedad organizada para la producción y blindada contra los bandazos del azar, a través de la asistencia asegurada mediante el Estado de bienestar, se asiste a una nueva etapa en el que aparece como agotado dicho modelo y se ha filtrado un nuevo modelo que está por definir, pero que a falta de momento de otro mejor, se ha denominado posmodernidad.

El complejo de viviendas Pruit-Igoe
(modelo de arquitectura moderna)

La posmodernidad le gusta el detalle preciso, así cree que se puede datar su aparición, al menos en el ámbito de la arquitectura, “el 15 de julio de 1972 a las 15h 32’, cuando fue demolido el complejo de viviendas Pruit-Igoe en San Luis (Misuri, EE.UU), construido según el principio de la “máquina para habitar””.


Esa posmodernidad, mientras cae un edificio de viviendas para pobres - que como ha relatado con vigor R.Sennett en su obra “El respeto” aspiraba al reconocimiento social y a una ascensión social desde la meritocracia que en buena medida se logró-, se levantaba el Manifiesto del que hemos citado más arriba. El Manifiesto reclama frente a una arquitectura funcional, un “eclecticismo desprejuiciado” que se expresa en la ciudad de Las Vegas.

La fotografía expresa ese pastiche típico de la posmodernidad

¿Por qué esa polémica académica? En el orden arquitectónico está la arquitectura moderna que tuvo que asumir un reto sin precedentes y es dar vivienda a un volumen de gente que se arracimaban en las grandes ciudades industriales, reto que en buena medida se alcanzó. ¿El precio? Las viviendas pretendía una funcionalidad que cumplieron con creces. Venturi, el ideólogo de la posmodernidad en el ámbito de la arquitectura desvela su objetivo: “construir para los hombres y no para el Hombre”.

Según el crítico de arte Robert Hughes la posmodernidad hay que situarla cuando el rato Mickey Mouse da la mano Leopold Stokowki en la película Fantasía de Walt Disney en 1940. Donde ficción y realidad se fusionan.

Sede de Disney
(Arquitectura pastiche)
En arquitectura, “los valores funcionales han sido sustituidos por una tecnocracia del espectáculo sujeta a unos paradigmas economicistas que operan, controlan y diseñan el espacio de la ciudad”.

Modelo de arquitectura posmoderna
(Proyecto en construcción, Dubai)

En el ámbito de la arquitectura ha dado lugar a controversias interesantes como la surgida a raíz de la Bienal de Venecia de 1980, donde Jencks era el responsable de arquitectura. La exposición y sus criterios llevaron a J.Habermas a una polémica acerca de la modernidad y la condición posmoderna. Habermas que pasa por ser el ideólogo de la modernidad o al menos su defensor más representativo, lleva a cabo una defensa cerrada de la función de la arquitectura moderna frente a los ataques de los representantes de la posmodernidad.

Modelo de posmodernidad
(El edificio LaSalle SIA Art College de Singapur)

El término posmoderno, nace en el ámbito de la estética y se extiende con rapidez a otros ámbitos de la cultura. La posmodernidad es una creación norteamericana que ha traspasado fronteras y tiene hoy un alcance global. Lo cultural ha difuminado lo ideológico y se ha mimetizado con el orden económico. Lo posmoderno “es el matrimonio planetario de estética y economía” .