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dimecres, 6 de novembre del 2019

Reseña: Tetralogía de la ejemplaridad (II)



Pretender hace una síntesis de estos cuatro volúmenes* es una empresa excesiva, porque no podría hacer justicia al despliegue de conocimientos y síntesis que se desarrollan en estos volúmenes.  Si en el primero se nos ofrece una fenomenología de la ejemplaridad, tanto desde su vertiente histórica, como sistemática, en el segundo, mediante la figura de Aquiles, hilvana la tesis de los diferentes estadios que le suceden al hombre. La imagen de Aquiles en el gineceo travestido de mujer y entre mujeres, ofrece un cuadro sorprendente, del héroe griego que acepta la muerte frente a la inmortalidad que hubiera obtenido de haber seguido instalado en el cómodo gineceo, lejos de los perturbadores episodios de la vida. El tercer volumen, se acerca a la sociedad democrática. La idea de ejemplaridad se propone como antídoto frente a unos valores disolventes que nos hace cómplices de unos gobernantes más dispuesto a ofrecer miedo e inseguridades que justicia e igualdad. En este texto, afronta de manera muy particular la idea, poco explorada y menos reivindicada de la vulgaridad. La igualdad y la democracia han creado las bases de esa vulgaridad que desde atalayas diferentes, sean conservadoras o progresistas, se lamentan de esa vulgaridad que rechazan. Por último, el cuarto volumen, es un extra. Gomá Lanzón nos ha llevado con mano de hierro, y guante de seda, hacia la senda que da sentido a esta construcción formidable que es la idea de ejemplaridad. La culminación de esa “super-ejemplaridad” es la vida y obra de Jesús. Su pasión y muerte, nos conduce a esa reivindicación que parece fuera de lugar, pero que nuestro autor, pone en el centro de su reflexión. La muerte tiene “prorroga del ser”, pero para ello, debes acceder a un estadio que denomina esperanza. No es una necesidad del orden natural, ni está garantizado por el orden cósmico. Solamente está en el interior de cada uno, dice Gomá Lanzón, si bien, no pretende que todos podamos adherirnos sin más en esta formidable visión. 



Javier Gomá Lanzón

Tengo que reconocer que este cuarto volumen, se me ha hecho una difícil prueba. Aceptar que Jesús es el supermodelo de nuestras acciones, resulta chocante. No soy creyente. No lo digo con orgullo. De hecho envidio a quienes creen e intentan seguir las enseñanzas de Jesús. Pero me falta la fe. Lanzón es consciente de que esa aceptación, ese principio de esperanza, no es automático, ni se puede extraer de la experiencia, pues, va más allá de ella. Con todo, su honestidad intelectual, hace muy interesante sus afirmaciones, sabiendo, que no creer en ellas, tampoco es un acto irracional.

* Javier Gomá Lanzón, Tetralogía de la ejemplaridad- Imitación y experiencia; Aquiles en el gineceo; Ejemplaridad pública y Necesario pero imposible. Debolsillo, Barcelona, 2019.

dimarts, 5 de novembre del 2019

Reseña: Tetralogía de la ejemplaridad (I)

Javier Gomá Lanzón, Tetralogía de la ejemplaridad- Imitación y experiencia; Aquiles en el gineceo; Ejemplaridad pública y Necesario pero imposible. Debolsillo, Barcelona, 2019.




Estamos delante de una monumental obra, que a través de la idea-fuerza de la ejemplaridad, nos da un recital de buen hacer en el orden filosófico. Cuatro volúmenes que se pueden leer por separado, aunque todos ellos vayan a confluir en el último volumen, titulado Necesario pero imposible. Un texto, arriesgado en grado sumo, pero que el autor, consciente de la apuesta que conlleva, nos incita a adentrarnos en el ámbito de la esperanza.

La tesis que plantea esta tetralogía es  sumamente atractiva: la muerte requiere prepararla, porque en ello nos va, la propia individualidad. Nadie quiere morir en vano, nadie quiere morir en el anonimato de la masa. Morir, viene a decirnos la tesis de estos libros, es culminar nuestra biografía. Somos seres finitos y estamos destinados a morir, sí lo estamos, pero también, es tesis del autor, aspiramos a sobrevivir. La solución que propone el autor, nos lleva a la esperanza de la redención de Jesús. Él nos lleva la buena nueva que la muerte no es el final. Ciertamente, en ese territorio se requiere esa esperanza que va más allá de las experiencia cotidiana en las que vivimos.

Hacernos cargo de la muerte, requiere asumir una evolución que pasa por la etapa estética, donde prima la subjetividad, la experimentación y rechazo del mundo que nos toca vivir, para posteriormente, aceptar el reto de ser adultos. Esta aceptación, conlleva la etapa ética. Gomá Lanzón, en sus páginas, dibuja una realidad que debemos aceptar. Ser adulto significa tomar la cotidianidad como un deber. Producir y reproducirse, he ahí los imperativos de la edad adulta. No suena heroico, porque vivimos en un mundo posheroico. Se reivindica a los ciudadanos de la calle. Vivir es la gran aventura en la construcción de un yo y un nosotros en una sociedad democrática. Nada de esfuerzos heroicos ni poses para la historia.

La imagen que nos ofrece Gomá Lanzón, tienen un aire de familia peligrosamente conservador. Sin embargo, nos permite situarnos en el principio de realidad, como punto de partida. Continuidad y futuro no son términos antitéticos. De la misma manera que rechaza el binomio hombre-artista, propio del Romanticismo, nuestro autor, cree posible una síntesis entre ciudadano y creyente. Revindica nuestra absoluta secularización, propia de la emergencia de la subjetividad que se encarna en la modernidad. Somos autónomos. Pero cree que esa autonomía no pierde un ápice de su valor si se le añade ese grado de esperanza que supone la creencia en una vida después de la muerte. Si alguien quiere pruebas, viene a decir nuestro autor, ahí está la obra de Jesús. Su vida y ejemplo nos dice que la muerte no es el fin final. El propio autor es consciente de la dificultad de aceptar acríticamente semejante desafío.