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dijous, 13 d’agost del 2020

Reseña:Todo a mil. 33 microensayos de filosofía mundana (II)

Cada micro-ensayo, trata de desmontar las ideas que están en boga en la actualidad. Recuerden que para nuestro autor, el principio de realidad, es decir, hacerse adulto, requiere asumir responsabilidades y no sólo reclamar derechos. El autor reprocha  que vivamos en una era donde el infantilismo se hace carne en nuestros representantes y por extensión a nuestra ciudadanía. Así, en el micro-ensayo (16)“Lo quiero todo”. Una expresión que aparece por todas partes, y que la ciudadanía toma como un derecho. Nuestra sociedad desconoce la hybris griega –desmesura-. Es posible que ese 1% que posee más del 60% de la riqueza mundial, puedan permitírselo, pero desgraciadamente, la mayoría de la población no puede permitirse todo. Así, ¿cómo gestionar ese anhelo de tenerlo todo, cuando no puedes poseer nada? La fórmula del autor vuelve a ir contra-dirección. La palabra clave es adaptarse, que según el autor consiste en “desarrollar un genuino arte para administrar las expectativas humanas mientras se envejece manteniéndolas en su punto justo de estabilidad, sin ceder a la presunción ni a la desesperación, y arreglándolas permanentemente a los límites dados” (pág.78-79). 

Parece que las recetas del autor, pueden parecer excesivamente abstractas e inaplicables. Nuestra sociedad, la española, paso de una pobreza sistémica (1950-60) a un desarrollo impensable que acabó en desastre con la crisis del 2008. Nos convertimos en nuevos ricos. Sería bueno repasar un texto que merece la pena leer de Antonio Muñoz Molina y su “Todo lo que era sólido” (Seix Barral, Barcelona, 2013) para hacernos una idea de ese nuevo estatus de ricos (imaginarios).


                                          


¿Cómo construir ese arte para no ser arrastrados al desastre de la frustración? Elegir y renunciar, esa son las dos herramientas que se necesitan. En ese arte, se asume la responsabilidad de elegir y renunciar, y por tanto, de aceptar la perdida y el dolor. Ideas que en la actualidad son poco apetecibles.

En el micro-ensayo (28) “Yo sinceramente”, arremete contra la idea la “sinceridad a toda costa”. La subjetividad –el yo- es un invento de la modernidad, que desarrollará J-J Rousseau. La idea de decir lo que se piensa de ser transparente ha calado al menos idealmente. Ser auténtico es sinónimo de virtuoso, frente al inauténtico o hipócrita. Éste tiene mala prensa. El autor nos recuerda que Rousseau en su célebre “Confesiones” pone la primera piedra a la idea de autenticidad. Moliere nos dice Gomá Lanzón “había ridiculizado sus excesos en El misántropo. (…) En el drama la voz de la cultura se expresa por boca de Filinto, quien pide a los hombres un poco de «virtud sociable». Estoy de acuerdo con él, y hoy más que nunca: se necesitan esas balsámicas hipocresías, esas pequeñas claudicaciones, esas piadosas insinceridades que hacen la vida amable porque crean la ilusión de una mutua benevolencia.” (pág.130)

Necesitamos de la cultura para establecer mediaciones, filtros que permitan esa “virtud sociable” frente al furor de la sinceridad y la autenticidad, que pueden convertirse como decía Montesquieu en vicio.




En el último micro-ensayo (33) Manifiesto ingenuista-mundano, nos plantea el reto al que estamos abocados. 1) Somos conscientes que vivimos tiempos de cambios. Lo que aún no sabemos en qué dirección va a tomar. Nuestro autor, apunta a una señal, la “emoción de la ingenuidad” (pág.149). ¿Qué es ingenuidad? “Ingenuidad significa extender el brazo para palpar la tentadora objetividad del mundo, sin cuidarse demasiado de todo ese muro de prevenciones —hipercriticismo, escepticismo, relativismo, pluralismo— que la cultura contemporánea ha levantado contra un impulso tan directo; significa primar lo saludable y no lo enfermo, ponerse en el lado soleado de la vida, dar curso a lo genuino y a lo elemental sin abandonarse a unos excesos que arruinan la dicha de la espontaneidad, buscando más bien una proporción que nos dé armonía con nosotros mismos y con los demás.”(pág.149-150).

Gomá Lazón, no reivindica al perdedor por convicción, sino la vulgaridad o mundanidad. ¡Nada de heroísmos absurdos! Lo que pide es ser responsable, aceptar el orden existente, como dato real, no confundir deseos y realidades. No pretende la apología del statu quo, pero nos advierte sobre los peligros que acechan si saltas al vacío sin tener preparada la red que asegure o amortigüe la caída.

Reprocha que sigamos utilizando conceptos antiguos para los nuevos retos. Esta inocencia “no puede ser esta ingenuidad no es candor, inocencia o tierna simplicidad porque no ignora los peligros asociados a una tal vuelta a la objetividad de las nourritures (sustento) terrestres, sino que los conoce de sobra y, conociéndolos, elige conscientemente arriesgarse a vivir. (el subrayado es mío)”(pág.150)

2) Este sentimiento de inocencia requiere de “autolimitación”. Vivimos en sociedad, pero aún nuestra humanidad “está todavía insuficientemente urbanizada” (pág.151). Como dice “El hombre ha de encontrar su destino en el mundo y para el mundo, no contra el mundo (pág.151). Nuestro destino, no pasa por quedarnos en casa (buhadilla), sino salir con los demás (el salón). 

Lástima que en tiempos de pandemia parece que la opción de quedarse en casa –aislarse- gana adeptos y además es aplaudida por el poder, siempre en beneficio de todos. Además las prótesis tecnológicas, ayudan a aislarse de los demás, sea a través del teletrabajo, la videoconferencia y las redes sociales.

Javier Gomá Lanzón, Todo a mil. 33 microensayos de filosofía mundana. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, xxx.

dimecres, 12 d’agost del 2020

Reseña:Todo a mil. 33 microensayos de filosofía mundana (I)

Reseña: Javier Gomá Lanzón, Todo a mil. 33 microensayos de filosofía mundana. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, xxx.



Los textos de aparecen en estos micro-ensayos, permiten comprender el talento del autor. Todo un ramillete de cuestiones que cualquiera puede plantearse es analizado con brevedad y rigor no exento de amenidad y sentido del humor. Los textos son una muy buena aproximación a eso que podríamos llamar introducción a la filosofía.

El autor declara como nació estos textos. “Todo a mil los presenta agrupados cronológicamente por las estaciones en que vieron la luz” (pág.11).

“Las estaciones rotan en la rueda de la naturaleza, los hombres avanzan en el camino de la vida. Estos ensayos desean ser un cruce entre rotación y camino. Quieren decir algo sobre la naturaleza inalterable del hombre, pero hacerlo desde la perspectiva dinámica del caminante que avanza por una senda cuya silueta se pierde en la línea del horizonte” (pág.12)

Tabla de conceptos

(cada concepto remite al número del ensayo)

Adolescencia, juventud: 1, 16, 21, 24, 27
Arte, artista: 1, 2, 3, 5, 14, 19, 20
Arte civilizatorio: 4, 5, 7, 19
Atención: 4, 26
Belleza: 14, 27
Capitalismo, mercado: 9, 22, 25
Ciencia: 14, 19, 22, 31
Civilización, convivencia, paz: 5, 6, 7, 17, 20, 22, 26, 28, 29, 31
Cosmos, mundo premoderno: 6, 10, 12, 15, 32
Crítica, autocrítica, relativismo: 17, 25, 30
Dignidad: 10, 12, 27, 32
Experiencia de la vida: 6, 16
Genio: 1, 2, 3, 9
Igualdad, democracia, masas: 9, 10, 15, 19, 29
Ley, derecho, estado: 12, 13, 18
Liberación: 5, 6, 7, 13, 18, 20
Libro: 4, 9, 24, 31
Literatura, literato, novela, vocación: 3, 7, 31
Moralidad, verdad moral: 8, 9, 11, 19
Mortalidad, finitud, contingencia: 6, 11, 14, 16, 27
Novedad: 6, 9
Placer, sexo: 23, 24
Romanticismo: 1, 2, 4, 5
Ser contemporáneo: 20, 21
Ser culto, ser sabio: 17, 22, 24
Transgresión: 5, 20
Vida privada: 12, 13, 18
Vulgaridad: 13, 21, 29
Yo moderno, subjetividad, excentricidad: 1, 5, 6, 9, 15, 28

La tabla nos da idea, a falta de un índice, de la temática que desarrolla el autor.

En la reseña que hizo Manuel Barrios Casares, dice a modo de crítica: “Aun compartiendo lo certero de este diagnóstico, cabe matizar que la tesis defendida por Gomá de que el modo de ganarse la vida es lo que determina el hombre que se es debe mucho a un enfoque clasicista, propio de una época que ya no es, sin más, la nuestra”. 

El primer artículo lleva por título “Ganarse la vida” (pág.14-17). El texto, pretende llamar la atención sobre una cuestión básica en la vida de los hombres y mujeres. ¿De qué viven? ¿Cómo se ganan la vida? La expresión connota otros tiempos, esos tiempos en los que la sociedad tenía grandes esperanzas en el futuro. La sociedad sólida dejó paso a la sociedad líquida en la que nos hemos instalado. Ésta sociedad ha hecho suya dos ideas, al decir del autor, que provienen del Romanticismo, a saber: “el primero, comprende la subjetividad según el modelo del artista; y el segundo, comprender al artista según el modelo del genio. El resultado es la extendida creencia de que el verdadero hombre es aquel que, como genio, vive exclusivamente para su propio mundo y sus necesidades interior” (pág.14-15). ¡Se olvidan cómo se adquiere y sustentan las necesidades exteriores!

El propio autor plantea una tesis que podríamos calificar de metafísica del trabajo. La tesis dice así: “(…) el modo en que uno se gana la vida y –tan importante como lo primero- la disposición positiva o negativa, de conformidad, rebeldía o resentimiento respecto al deber de ganársela y el medio elegido por cada uno para hacerlo, dentro de las limitadas posibilidades que la sociedad le ofrece, determina esencialmente en el hombre la constitución de su personalidad y de su mundo interior” (pág.14-15)

La afirmación no se sostiene en un mundo donde el propio sujeto se ve abocado a ser “empresario de su propia vida” (Byung-Chul Han). Para la inmensa mayoría de las personas, ganarse la vida, es una cuestión de supervivencia. Era posible que en la etapa sólida (Estado del bienestar), muchos escogieran aquello que les parecía más adecuado a sus intereses y estudios, pero en la actualidad, la idea de vocación resulta extraña en un mundo global. ¡Nadie elige trabajar en los trabajos que no aportan nada a la persona, excepto, pagar las facturas!

Es verdad, que trabajar dice mucho sobre nosotros. El trabajo es la prueba del algodón, del principio de realidad. Ser adultos, es precisamente, según Gomá Lanzón, la piedra de toque de lo que somos. Se puede trabajar bien o mal, con entusiasmo o desidia, en eso nos dice que personas somos. 


Nadie quiere trabajar en el mundo actual, la paradoja es que si no trabajas, te deslizas hacia la marginalidad social. Una de las herramientas del neocapitalismo es el afán por limitar los beneficios sociales, el estado del bienestar, está siendo laminado en aras de ese “empresario de su propia vida”. El ejemplo más claro es ese anuncio simpático donde unas muchachas jóvenes, no sé porque no salen muchachos, nos dicen que aún se puede hacer negocio de la ropa que ya no te vas a poner, y que llevarla a Caritas, por poner un ejemplo, es cosa absurda, o mejor impensable. Adiós a la solidaridad y hola al desierto de la individualidad.


dimecres, 6 de novembre del 2019

Reseña: Tetralogía de la ejemplaridad (II)



Pretender hace una síntesis de estos cuatro volúmenes* es una empresa excesiva, porque no podría hacer justicia al despliegue de conocimientos y síntesis que se desarrollan en estos volúmenes.  Si en el primero se nos ofrece una fenomenología de la ejemplaridad, tanto desde su vertiente histórica, como sistemática, en el segundo, mediante la figura de Aquiles, hilvana la tesis de los diferentes estadios que le suceden al hombre. La imagen de Aquiles en el gineceo travestido de mujer y entre mujeres, ofrece un cuadro sorprendente, del héroe griego que acepta la muerte frente a la inmortalidad que hubiera obtenido de haber seguido instalado en el cómodo gineceo, lejos de los perturbadores episodios de la vida. El tercer volumen, se acerca a la sociedad democrática. La idea de ejemplaridad se propone como antídoto frente a unos valores disolventes que nos hace cómplices de unos gobernantes más dispuesto a ofrecer miedo e inseguridades que justicia e igualdad. En este texto, afronta de manera muy particular la idea, poco explorada y menos reivindicada de la vulgaridad. La igualdad y la democracia han creado las bases de esa vulgaridad que desde atalayas diferentes, sean conservadoras o progresistas, se lamentan de esa vulgaridad que rechazan. Por último, el cuarto volumen, es un extra. Gomá Lanzón nos ha llevado con mano de hierro, y guante de seda, hacia la senda que da sentido a esta construcción formidable que es la idea de ejemplaridad. La culminación de esa “super-ejemplaridad” es la vida y obra de Jesús. Su pasión y muerte, nos conduce a esa reivindicación que parece fuera de lugar, pero que nuestro autor, pone en el centro de su reflexión. La muerte tiene “prorroga del ser”, pero para ello, debes acceder a un estadio que denomina esperanza. No es una necesidad del orden natural, ni está garantizado por el orden cósmico. Solamente está en el interior de cada uno, dice Gomá Lanzón, si bien, no pretende que todos podamos adherirnos sin más en esta formidable visión. 



Javier Gomá Lanzón

Tengo que reconocer que este cuarto volumen, se me ha hecho una difícil prueba. Aceptar que Jesús es el supermodelo de nuestras acciones, resulta chocante. No soy creyente. No lo digo con orgullo. De hecho envidio a quienes creen e intentan seguir las enseñanzas de Jesús. Pero me falta la fe. Lanzón es consciente de que esa aceptación, ese principio de esperanza, no es automático, ni se puede extraer de la experiencia, pues, va más allá de ella. Con todo, su honestidad intelectual, hace muy interesante sus afirmaciones, sabiendo, que no creer en ellas, tampoco es un acto irracional.

* Javier Gomá Lanzón, Tetralogía de la ejemplaridad- Imitación y experiencia; Aquiles en el gineceo; Ejemplaridad pública y Necesario pero imposible. Debolsillo, Barcelona, 2019.

dimarts, 5 de novembre del 2019

Reseña: Tetralogía de la ejemplaridad (I)

Javier Gomá Lanzón, Tetralogía de la ejemplaridad- Imitación y experiencia; Aquiles en el gineceo; Ejemplaridad pública y Necesario pero imposible. Debolsillo, Barcelona, 2019.




Estamos delante de una monumental obra, que a través de la idea-fuerza de la ejemplaridad, nos da un recital de buen hacer en el orden filosófico. Cuatro volúmenes que se pueden leer por separado, aunque todos ellos vayan a confluir en el último volumen, titulado Necesario pero imposible. Un texto, arriesgado en grado sumo, pero que el autor, consciente de la apuesta que conlleva, nos incita a adentrarnos en el ámbito de la esperanza.

La tesis que plantea esta tetralogía es  sumamente atractiva: la muerte requiere prepararla, porque en ello nos va, la propia individualidad. Nadie quiere morir en vano, nadie quiere morir en el anonimato de la masa. Morir, viene a decirnos la tesis de estos libros, es culminar nuestra biografía. Somos seres finitos y estamos destinados a morir, sí lo estamos, pero también, es tesis del autor, aspiramos a sobrevivir. La solución que propone el autor, nos lleva a la esperanza de la redención de Jesús. Él nos lleva la buena nueva que la muerte no es el final. Ciertamente, en ese territorio se requiere esa esperanza que va más allá de las experiencia cotidiana en las que vivimos.

Hacernos cargo de la muerte, requiere asumir una evolución que pasa por la etapa estética, donde prima la subjetividad, la experimentación y rechazo del mundo que nos toca vivir, para posteriormente, aceptar el reto de ser adultos. Esta aceptación, conlleva la etapa ética. Gomá Lanzón, en sus páginas, dibuja una realidad que debemos aceptar. Ser adulto significa tomar la cotidianidad como un deber. Producir y reproducirse, he ahí los imperativos de la edad adulta. No suena heroico, porque vivimos en un mundo posheroico. Se reivindica a los ciudadanos de la calle. Vivir es la gran aventura en la construcción de un yo y un nosotros en una sociedad democrática. Nada de esfuerzos heroicos ni poses para la historia.

La imagen que nos ofrece Gomá Lanzón, tienen un aire de familia peligrosamente conservador. Sin embargo, nos permite situarnos en el principio de realidad, como punto de partida. Continuidad y futuro no son términos antitéticos. De la misma manera que rechaza el binomio hombre-artista, propio del Romanticismo, nuestro autor, cree posible una síntesis entre ciudadano y creyente. Revindica nuestra absoluta secularización, propia de la emergencia de la subjetividad que se encarna en la modernidad. Somos autónomos. Pero cree que esa autonomía no pierde un ápice de su valor si se le añade ese grado de esperanza que supone la creencia en una vida después de la muerte. Si alguien quiere pruebas, viene a decir nuestro autor, ahí está la obra de Jesús. Su vida y ejemplo nos dice que la muerte no es el fin final. El propio autor es consciente de la dificultad de aceptar acríticamente semejante desafío.