Quisiera comentar el vídeo –viral- de una trifulca entre un turista y unos manteros. En las imágenes, se ve que otros manteros quieren detener al agresor, es decir, que entre los manteros veían el problema que se les va a plantear. La anécdota del caso se ha convertido gracias a los móviles y las redes sociales en acontecimiento de magnitud mundial. Las imágenes son desgraciadamente elocuentes. Es difícil decir que antes el turista que quería comprar bueno, bonito y barato, había dicho algo inconveniente al mantero, será difícil sacar en claro lo que provoco el altercado.
La
imagen de Barcelona sale mal parada, ¿tanto cómo lo sucedido por el taxi? Los
manteros deberían saber que su “negocio” se verá perjudicado por dichas
imágenes. ¿Qué se puede hacer con una venta alegal? Los manteros son el último
eslabón de una cadena de intermediarios que venden productos con marcas
falsificadas, y todo el mundo lo sabe. ¿Se ha atacado a esos intermediarios?
¿Qué hacer con los cientos de manteros, muchos de ellos en situación alegal?
Como vivimos tiempos difíciles, los partidos políticos, utilizarán un caso
particular para elevarlo a categoría universal. Se llama demagogia, pero es efectiva.
Normalmente,
los manteros no van detrás de la gente, somos nosotros que vamos a buscar algún
objeto para dar el pego, sean camisetas de futbolistas, zapatillas deportivas o
bolsos. Sin embargo, la reacción de este mantero es desproporcionada e
injustificable. El Ayuntamiento de Barcelona, y por extensión todos nosotros,
tenemos un problema. Se ha dejado que un problema, la venta de objetos con
marcas falsificadas, se haya enquistado por falta de coraje político y cívico.
Una
cierta izquierda, peca de un buenísimo insufrible, cuyas consecuencias después son
difíciles de combatir. Por ejemplo, el caso de las ocupaciones de pisos. El
movimiento okupa, empezó por adjudicarse espacios vacíos, siendo propiedad de
otros, que en muchos casos no eran viviendas. El problema ha sido que se ha
ampliado a cualquier vivienda, sin importar si era de una constructora o de un
particular. Ahora se ocupan viviendas en promoción para extorsionar a los
propietarios. Siempre acaban por ser los mismos grupos organizados. ¿Es racismo si se denuncia?
Como
dice el refrán: El infierno está
empedrado de buenas intenciones. Deberíamos ser más exigentes con todos. No
dar por sentado un determinado prejuicio en detrimento de otro. No vale
criminalizar a los propietarios, si estos consideran que pueden sacarle más
rendimiento a sus edificios. Lo que deben hacer los Ayuntamientos y las
Administraciones, es velar para que las condiciones de los contratos se
cumplan, y no se cambien unilateralmente. O promover viviendas sociales.
Acabo,
he empezado por los manteros, y me he extendido hasta el problema de la
vivienda, que parece de momento insoluble por falta de políticas adecuadas. Lo
que en un momento empieza siendo pequeño y de fácil solución y gestión, si se
deja, acaba siendo un problema de difícil solución y un coste social muy
elevado. Tenemos que escoger. Como no hay soluciones mágicas, las respuestas a estos problemas suponen un
coste de imagen y de votos. ¡Están dispuestos a esto nuestros políticos?