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dilluns, 26 d’agost del 2019

Barcelona y las ventanas rotas

Barcelona ciudad sin ley, ese sería el mensaje que estas últimas semanas se ha podido detectar en los medios de comunicación, especialmente de Madrid.



Asesinatos, violaciones en grupo, robos con fuerza a los turistas, toda una panoplia de conductas criminales, adornan una de las ciudades más visitadas del mundo. 

Recuerden que el mes de agosto empezó con un despliegue sin precedentes contra los manteros, que al parecer eran la causa de todos los males de la ciudad. El responsable de Seguridad, Albert Batlle, antiguo Director de los Mossos d’Esquadra y hoy responsable de la Policía Municipal de Barcelona, se le ha llenado la boca de mensajes sobre la seguridad, percepción de la seguridad ciudadana, para concluir que Barcelona es casi un fortín. O sea, un despropósito. 


Albert Batlle, y Manuel Valls debe conocer a William Bratton, el antiguo jefe de policía de la ciudad de Nueva York, que aplicó la famosa tesis de la “tolerancia cero” a los delitos. La ideología punitiva la compran al precio del olvido de otras opciones. La Alcaldesa, Colau, ha traspasado la Seguridad al PSC y Valls. Esa ideología punitiva se ha ido adaptando  a las particularidades de cada país. El enfoque siempre es el mismo. La “tolerancia cero” tiene un su base la teoría de las ventanas rotas, el experimento llevado a cabo por Philip Zimbardo, en 1969, fue dejar que un vehículo abandonado, puertas abiertas incluidas, en el Bronx, para comprobar lo que sucedía con él. El resultado fue, naturalmente, que al cabo de 10’ empezaron a robar sus componente y tres días más tarde el coche no quedaba nada útil que vender, posteriormente empezaron a destruirlo. Posteriormente, James Wilson y George Kelling, elaboraron dicha teoría. 



¿Qué enseñanza se obtiene de la teoría de las ventanas rotas? Que la respuesta incívica es contagiosa y ha de ser atajada de manera inmediata y contundente. De lo contrario, esas conductas incívicas se extenderán como la pólvora entre la ciudadanía. Es característico en estas tesis, la desaparición de causas sociales para transformarse en causas psicológicas y morales. 

Adam Crawford, al hablar sobre el concepto de “tolerancia cero”, nos dice lo siguiente:

“ (…). En realidad, sería más exacto describir las formas de actividad policial realizada en nombre de la “tolerancia cero” como estrategias de “intolerancia selectiva”.(Citado, por Loïc Wacquant, Las cárceles de la miseria, Ediciones Manantial, Bueno Aires, 2004, trad. Horacio Pons, pág.17)

Se persigue a los manteros, “intolerancia selectiva”, pero el resto de acciones punible se dejan en el olvido, ya sean, alquileres vacacionales, infracción de contratos, retrasos en los servicios públicos, etc. Es más fácil focalizar la musculatura del Estado, el Ayuntamiento es también Estado, que dar soluciones que vayan más allá de la receta de siempre: criminalizar a los pobres.

dimecres, 31 de juliol del 2019

Los manteros y Ada Colau


[Los manteros desafían el dispositivo policial de Colau]

Manteros y policías jugando un juego inútil, porqué los manteros se limitan a ofrecer productos de ínfima calidad a precio de saldo y hay mucha gente que los compra. Los manteros no son el problema. Es mucho más alarmante los grupos organizados que se dedican a robar en el metro y que salen impunes en la inmensa mayoría de los casos, porque su infracción constituye no un delito sino una falta, debido a la cuantía que se sustrae. Los manteros no roban nada, les abastecen de productos que salen del puerto. Los manteros son el eslabón más débil de la cadena. Sólo por eso es más fácil ensañarse con ellos. ¿De dónde salen esos productos, de qué almacenes y distribuidores? Es cierto ocupan todo el espacio que pueden. La Alcaldesa Colau, debería reflexionar sobre su propia actitud ante este problema. 

Gracias al Sr. Valls, puede empezar una campaña, destinada al fracaso, contra los manteros. Quiere solucionar el problema transformándolo en uno de seguridad; resulta inquietante pasearse por el Paseo Marítimo lleno de policías que parecen que tratan de detener a presuntos terroristas, cuando lo único que hay, es a manteros esperando la oportunidad de exponer su “género” a la vista de posibles compradores. 

Los tópicos de la competencia desleal y demás monsergas, no van a sensibilizar a los posibles compradores. ¡Vivimos en una sociedad capitalista!

diumenge, 5 d’agost del 2018

Manteros pasados de vueltas



Quisiera comentar el vídeo –viral- de una trifulca entre un turista y unos manteros. En las imágenes, se ve que otros manteros quieren detener al agresor, es decir, que entre los manteros veían el problema que se les va a plantear. La anécdota del caso se ha convertido gracias a los móviles y las redes sociales en acontecimiento de magnitud mundial. Las imágenes son desgraciadamente elocuentes. Es difícil decir que antes el turista que quería comprar bueno, bonito y barato, había dicho algo inconveniente al mantero, será difícil sacar en claro lo que provoco el altercado.

La imagen de Barcelona sale mal parada, ¿tanto cómo lo sucedido por el taxi? Los manteros deberían saber que su “negocio” se verá perjudicado por dichas imágenes. ¿Qué se puede hacer con una venta alegal? Los manteros son el último eslabón de una cadena de intermediarios que venden productos con marcas falsificadas, y todo el mundo lo sabe. ¿Se ha atacado a esos intermediarios? ¿Qué hacer con los cientos de manteros, muchos de ellos en situación alegal? Como vivimos tiempos difíciles, los partidos políticos, utilizarán un caso particular para elevarlo a categoría universal. Se llama demagogia, pero es efectiva.

Normalmente, los manteros no van detrás de la gente, somos nosotros que vamos a buscar algún objeto para dar el pego, sean camisetas de futbolistas, zapatillas deportivas o bolsos. Sin embargo, la reacción de este mantero es desproporcionada e injustificable. El Ayuntamiento de Barcelona, y por extensión todos nosotros, tenemos un problema. Se ha dejado que un problema, la venta de objetos con marcas falsificadas, se haya enquistado por falta de coraje político y cívico.


Una cierta izquierda, peca de un buenísimo insufrible, cuyas consecuencias después son difíciles de combatir. Por ejemplo, el caso de las ocupaciones de pisos. El movimiento okupa, empezó por adjudicarse espacios vacíos, siendo propiedad de otros, que en muchos casos no eran viviendas. El problema ha sido que se ha ampliado a cualquier vivienda, sin importar si era de una constructora o de un particular. Ahora se ocupan viviendas en promoción para extorsionar a los propietarios. Siempre acaban por ser los mismos grupos organizados. ¿Es racismo si se denuncia?

Como dice el refrán: El infierno está empedrado de buenas intenciones. Deberíamos ser más exigentes con todos. No dar por sentado un determinado prejuicio en detrimento de otro. No vale criminalizar a los propietarios, si estos consideran que pueden sacarle más rendimiento a sus edificios. Lo que deben hacer los Ayuntamientos y las Administraciones, es velar para que las condiciones de los contratos se cumplan, y no se cambien unilateralmente. O promover viviendas sociales.

Acabo, he empezado por los manteros, y me he extendido hasta el problema de la vivienda, que parece de momento insoluble por falta de políticas adecuadas. Lo que en un momento empieza siendo pequeño y de fácil solución y gestión, si se deja, acaba siendo un problema de difícil solución y un coste social muy elevado. Tenemos que escoger. Como no hay soluciones mágicas,  las respuestas a estos problemas suponen un coste de imagen y de votos. ¡Están dispuestos a esto nuestros políticos?