DÍA 1
Salida a las 3,30h hacia XXXX y Barcelona. Fuimos con nuestro coche al parking del XXXXX. Allí nos esperaba el taxi que nos conduciría al aeropuerto. El taxista conversó acerca de lo divino y humano. Una vez en el aeropuerto, no había tránsito a aquellas horas, llegamos aún de madrugada, pero ya había mucha actividad en los mostradores de las líneas aéreas. Después de hacer las colas de rigor, y facturar las maletas, nos dirigimos hacia los puestos de control. A las 6.55 h salida hacia Frankfurt. Espera interminable hasta las 13.00 h y llegada a Vancouver a las 14.30h. El viaje se ha hecho interminable debido a la diferencia horaria de 9 h. Estoy escribiendo estas líneas a las 7.52 h. Todos estamos cansados. Hemos ido a un restaurante italiano. El camarero no ha preguntado si éramos españoles y de dónde. Estaba encantado. Después en la nota del precio iba incluida la propina.
El primer trayecto de Barcelona a Frankfurt, teníamos delante de nuestros asientos a dos gays. Sus besos supongo que nos desconciertan. No eran besos de exhibición, pero resultaban extraños. No sé si iban a Frankfurt o a otro lugar. Sobre gustos y preferencias no hay normas. Reivindicar la sexualidad como identidad personal es una opción. ¿Por qué debemos construir esa identidad precisamente a través de la sexualidad? Supongo que el día que no tenga que mencionar el hecho que dos personas del mismo sexo se besen, porque no merezca ningún comentario, será el momento de pensar en que no es importante resaltarlo.
La segunda etapa se ha hecho interminable, pensaba que sería peor. Si en la primera etapa hemos ido desde Barcelona a Frankfurt vía Golfo de León, los Alpes, hemos visto el Mont Blanc, y Frankfurt. En la segunda se ha seguido la ruta hacia Islandia, Groenlandia, Norte del Canadá y Vancouver.
El espacio en el avión siendo reducido no era asfixiante. Había una pequeña pantalla en el asiento delantero que permitía ver películas, música. El ambiente era frío, más bien gélido, debido al aire acondicionado que castigaba a todos los pasajeros. Íbamos en la misma dirección del Sol. No he podido dormir.
En Vancouver –su aeropuerto era muy multicultural-, nos esperaban para llevarnos al hotel. Un señor mayor –da a puro pensar en la forma de ganarse la vida-, nos ha llevado las maletas en un carro hasta la habitación 908.
Hemos salido a la ciudad, había mucho ambiente. Coches japoneses y todoterrenos llenaban las avenidas amplias y curiosamente silenciosas. Los taxis llevan casi todos sistemas para reducir la contaminación –híbridos-. Una mezcolanza de grupos étnicos –especialmente asiáticos- llenan las calles. El tiempo era perfecto. Mañana habrá más.
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