dimarts, 2 d’octubre del 2018

Los chistes de Zizek

Slavoj Žižek


I

EL DESPLAZAMIENTO CRUCIAL en la «negación de la negación» es, por tanto, un cambio inesperado del mismísimo terreno: este cambio socava la posición del sujeto, y lo implica en la acción de una manera nueva y mucho más directa. He aquí una interesante muestra de uno de esos cambios: en una reunión del Partido Comunista local en Moscú, Petrov está leyendo un informe interminable. Cuando observa a un hombre evidentemente aburrido en la primera fila, le pregunta: «Eh, tú, ¿sabes quién es este tal Bulianov de quien estoy hablando?». «No tengo ni idea de quién es», le contesta el hombre, y Petrov le espeta: «¡Ves, si vinieras más a menudo a las reuniones del partido y prestaras más atención, sabrías quién es Bulianov!». Entonces el hombre le contesta en el mismo tono: «Y tú, Petrov, ¿sabes quién es Andréiev?». Petrov le contesta: «No, no sé quién es Andréiev». El hombre concluye sin perder la calma: «Si no asistieras tanto a las reuniones del partido y escucharas con más atención lo que ocurre en tu casa, ¡sabrías que Andréiev es el tipo que se está follando a tu mujer mientras tú pronuncias tus aburridos discursos!».

II

MIENTRAS EL ESCRITOR COMUNISTA TURCO Panait Istrati visitaba la Unión Soviética, a mediados de la década de los treinta, la época de las grandes purgas y los juicios farsa, un apologista soviético que intentaba convencerle de la necesidad de la violencia contra los enemigos citó el proverbio «No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos», a lo que Istrati contestó: «Muy bien. Veo perfectamente los huevos rotos. Y ahora, ¿dónde está la tortilla?».

Lo mismo podríamos decir de las medidas de austeridad impuestas por el FMI; los griegos tendrían todo el derecho a decir: «Muy bien, estamos rompiendo nuestros huevos por Europa, pero ¿dónde está la tortilla que nos prometen?».

III

EN UN VIEJO CHISTE YUGOSLAVO que se burla de la corrupción policial, un agente regresa a su casa por sorpresa y se encuentra a su mujer desnuda en el lecho conyugal, evidentemente caliente y excitada. Sospechando que la ha sorprendido con un amante, empieza a mirar por toda la habitación en busca de un hombre escondido. La mujer palidece cuando el agente se inclina y mira debajo de la cama; pero, tras un breve diálogo entre susurros, el marido se incorpora con una sonrisa petulante y satisfecha: «Lo siento, amor mío, falsa alarma. No hay nadie debajo de la cama», dice, mientras en su mano aprieta un par de billetes de los grandes.

IV

A MENUDO ENCONTRAMOS EN LOS CHISTES un punto de vista imposible. Un chiste sexual chino contemporáneo nos relata una conversación entre dos hermanos gemelos cuando todavía son fetos en el vientre de su madre; uno le dice al otro: «Me encanta que nuestro padre nos visite, pero ¿por qué es tan grosero al final de cada visita y nos escupe?». El otro le contesta: «Es cierto, nuestro tío es mucho más amable: siempre viene con un hermoso sombrerito de goma en la cabeza para no escupirnos encima».

V

HAY UN VIEJO CHISTE JUDÍO que le encantaba a Derrida, en el que un grupo de judíos que está en una sinagoga admite públicamente su nulidad a los ojos de Dios. Primero, un rabino se pone en pie y dice: «Dios mío, sé que no valgo nada. ¡No soy nada!». Cuando ha terminado, un rico hombre de negocios se pone en pie y dice, dándose golpes en el pecho: «Dios mío, yo tampoco valgo nada, siempre obsesionado con la riqueza material. ¡No soy nada!». Tras este espectáculo, un judío pobre, corriente y moliente, se pone en pie y proclama: «Dios mío, no soy nada». El rico hombre de negocios le da una patadita al rabino y le susurra al oído con desdén: «¡Menuda insolencia! ¿Quién es este tío que se atreve a afirmar que él tampoco es nada?»

Slavoj Žižek, Mis chistes, mi filosofía. Col. Argumentos.Ed. Anagrama, Barcelona, 2015.

dilluns, 1 d’octubre del 2018

Urnas de plástico



1-O, un año después

Hoy se cumple un año del 1-O. El referéndum que nunca existió, según el gobierno central del PP. Según su relato, no hubo urnas, ni policía que pegarán a nadie, ni nada de nada. Sin embargo, los hechos están, a pesar de todo. Sí hubo urnas, sí hubo votaciones, sí hubo recuento, sí hubo violencia policial, y sí hubo un silencio cómplice de los medios de comunicación. Las emociones vividas ese día difícilmente se olvidarán. Muchos, cerca de mil personas, fueron golpeadas de manera de innecesaria, y las imágenes quedarán para siempre. 

Esos policías que reventaban puertas de los colegios, como sí el mobiliario fuese culpable, el furor de unos policías que habían venido a impedir lo que no pudieron. No contarán con mi simpatía. Seguro que muchos se limitaron a seguir el guión que les habían marcado, otros, se excedieron de manera miserable y muchos se retrataron para siempre, aunque después pudieran ser condecorados. Los responsables del desaguisado, no han dimitido, y sí premiado, a pesar del fiasco de la operación.

Quienes estuvimos en las escuelas para votar, difícilmente, se nos olvidarán las horas de incertidumbre, cuando ya sabíamos que había pasado en otros colegios donde se votó. La violencia de las actuaciones de la policía y guardia civil, llegaban por las redes sociales. Los que estaban en los colegios electorales, pedían a las personas mayores que marcharán a sus casas y los padres con hijos también. En nuestro colegio electoral, afortunadamente, no llegaron. Sí fue una fiesta, a pesar de los momentos de incertidumbre de las primeras horas. La gente - no era obligatorio ir a votar- que vino se sentía feliz de poder estar ahí. Es muy difícil de describir ese sentimiento.




Han pasado muchas cosas desde ese 1-O del 2017. Muchos estamos desconectados de esa España que pretende molernos a palos para mantener la unidad de España. ¡Qué no cuenten conmigo! Los que se quedaron en casa, porque no querían la independencia, estaban en su derecho. Por eso, el referéndum, no podía tener validez legal, pues, el gobierno central, se negó ni tan siquiera a considerarlo. La Constitución, permite los referéndums, pues, saber que opina la gente es un elemento básico de la democracia.

Resulta indignante todo lo que ha pasado desde esa fecha. Nadie podrá arrebatarnos esa fecha. Muchas personas, fueron malheridas sin necesidad, y al parecer nadie se ha preocupado por ello. La sociedad civil, se comporto con un coraje extraordinario, es posible que la República quede lejos, pero no me cabe ninguna duda que ese 1-O será una seña de identidad de muchas generaciones que vivieron ese momento. Casi dos millones de personas se movilizaron ese día. No es toda la sociedad catalana. Tal vez, en una fecha no muy lejana, sea posible determinar que quiere la sociedad catalana, y para eso, la herramienta más sencilla es convocar un referédum. 

divendres, 28 de setembre del 2018

Urbanidad (II)

Urbanidad (II)

Más allá de la anécdota que nos cuenta Eugeni D’Ors, es evidente, que vivimos en tiempos difíciles para las reglas de cortesía. Nuestra sociedad, se ha vuelto bronca, áspera, maleducada. Se apela a toda esa palabrería de nuevo cuño que se ha sacado de los manuales al uso de autoayuda para esconder, que los malos modos triunfan en nuestra sociedad del espectáculo.



¿Podemos imaginar una situación para la descrita en ese Londres de principios de siglo? Es evidente que la sociedad ha cambiado. No vivimos en una sociedad aristocrática. Hay que recordar que la palabra aristocracia viene del griego aristos, y significa “los mejores”, después, con el tiempo, irá adquiriendo otros significados. Vivimos en sociedades democráticas. La idea de igualdad se ha adueñado de todo. Es por supuesto falso, que la igualdad sea real. Como se decía antes, hay una igualdad formal, que las leyes proclaman a los cuatro vientos, pero que todos sabemos que es música celestial, porque no existe una igualdad material, es simplemente imposible.

La convivencia se asienta en las costumbres (mores) antes que en las leyes. Desde Antígona, el antagonismo entre cultura y naturaleza ha sembrado la discordia en diferentes ámbitos. Una de las características de nuestra sociedad, es la desaforada ilusión que proclamando normas, nuestra convivencia sea transformará en un idílico edén. Las costumbres deberían entrar en nosotros, transformándose en  carácter (ethos)  o modo de ser. 

Cuantas más normas, debe pensar el legislador, mayor civismo. Sin embargo, no parece que ese sea la herramienta más eficaz para la convivencia. Es muy fácil que la gente pierda rápidamente los papeles. La tendencia a gritar, a gesticular, a demostrar que lo que ha sucedido, es algo intolerable, llena inmediatamente de tensión el escenario de cualquier suceso. Es evidente, que las generalizaciones son malas compañeras. 

Existe la creencia, muy arraigada, de que todos deberíamos cobrar lo mismo, sea un médico o un camarero, el problema es que esta idea simplista, supone que no se le reconoce ningún mérito a nadie, empezando por el médico. Curiosamente, hay una cierta izquierda que abomina de los salarios altos. ¡Lo que debería clamar es por los salarios bajos!. Este es otro debate. La cuestión de la igualdad, supone que la mala educación sea vista como algo natural. No lo es, no debería ser. Cuando se oye en la prensa, que los hijos pegan a sus padres, ¿qué se supone que está pasando?


Las televisiones privadas, son una escuela de mala educación. Jóvenes de ambos sexos, que se exhiben, se gritan y se retan, en programas que son vistos por adolescentes, y no tan adolescentes. O bien, personajes supuestamente famosos, porque salen en la televisión, y cuyo mérito es haberse acostado con unos y con otros. Horas de televisión basura, donde nadie escucha nada y donde todo es sobreactuación. Modelos negativos puestos en las parrillas televisivas para emularlos. 

¡No tengo soluciones! Vivimos en sociedades cada vez más complejas y desarticuladas. El sálvese quien pueda es la nueva forma de supervivencia. Todos se convierten en primos para explotar o utilizar según los casos. ¿Qué hacen las escuelas, los institutos? Lo que pueden. Hay que recordar que los alumnos salen de sus casas con todo un bagaje de mala educación, no lo aprenden de los maestros/ras o profesores/ras. Cuando afeas el comportamiento de una adolescente, por ejemplo, no es infrecuente, que te salga insultando, o simplemente, te ignora. Además, ¡quieren tener razón!. No pensamos en los demás. Nos imaginamos en una isla desierta, pero no vivimos en una isla desierta. Compartimos espacios con otras personas.