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divendres, 28 de setembre del 2018

Urbanidad (II)

Urbanidad (II)

Más allá de la anécdota que nos cuenta Eugeni D’Ors, es evidente, que vivimos en tiempos difíciles para las reglas de cortesía. Nuestra sociedad, se ha vuelto bronca, áspera, maleducada. Se apela a toda esa palabrería de nuevo cuño que se ha sacado de los manuales al uso de autoayuda para esconder, que los malos modos triunfan en nuestra sociedad del espectáculo.



¿Podemos imaginar una situación para la descrita en ese Londres de principios de siglo? Es evidente que la sociedad ha cambiado. No vivimos en una sociedad aristocrática. Hay que recordar que la palabra aristocracia viene del griego aristos, y significa “los mejores”, después, con el tiempo, irá adquiriendo otros significados. Vivimos en sociedades democráticas. La idea de igualdad se ha adueñado de todo. Es por supuesto falso, que la igualdad sea real. Como se decía antes, hay una igualdad formal, que las leyes proclaman a los cuatro vientos, pero que todos sabemos que es música celestial, porque no existe una igualdad material, es simplemente imposible.

La convivencia se asienta en las costumbres (mores) antes que en las leyes. Desde Antígona, el antagonismo entre cultura y naturaleza ha sembrado la discordia en diferentes ámbitos. Una de las características de nuestra sociedad, es la desaforada ilusión que proclamando normas, nuestra convivencia sea transformará en un idílico edén. Las costumbres deberían entrar en nosotros, transformándose en  carácter (ethos)  o modo de ser. 

Cuantas más normas, debe pensar el legislador, mayor civismo. Sin embargo, no parece que ese sea la herramienta más eficaz para la convivencia. Es muy fácil que la gente pierda rápidamente los papeles. La tendencia a gritar, a gesticular, a demostrar que lo que ha sucedido, es algo intolerable, llena inmediatamente de tensión el escenario de cualquier suceso. Es evidente, que las generalizaciones son malas compañeras. 

Existe la creencia, muy arraigada, de que todos deberíamos cobrar lo mismo, sea un médico o un camarero, el problema es que esta idea simplista, supone que no se le reconoce ningún mérito a nadie, empezando por el médico. Curiosamente, hay una cierta izquierda que abomina de los salarios altos. ¡Lo que debería clamar es por los salarios bajos!. Este es otro debate. La cuestión de la igualdad, supone que la mala educación sea vista como algo natural. No lo es, no debería ser. Cuando se oye en la prensa, que los hijos pegan a sus padres, ¿qué se supone que está pasando?


Las televisiones privadas, son una escuela de mala educación. Jóvenes de ambos sexos, que se exhiben, se gritan y se retan, en programas que son vistos por adolescentes, y no tan adolescentes. O bien, personajes supuestamente famosos, porque salen en la televisión, y cuyo mérito es haberse acostado con unos y con otros. Horas de televisión basura, donde nadie escucha nada y donde todo es sobreactuación. Modelos negativos puestos en las parrillas televisivas para emularlos. 

¡No tengo soluciones! Vivimos en sociedades cada vez más complejas y desarticuladas. El sálvese quien pueda es la nueva forma de supervivencia. Todos se convierten en primos para explotar o utilizar según los casos. ¿Qué hacen las escuelas, los institutos? Lo que pueden. Hay que recordar que los alumnos salen de sus casas con todo un bagaje de mala educación, no lo aprenden de los maestros/ras o profesores/ras. Cuando afeas el comportamiento de una adolescente, por ejemplo, no es infrecuente, que te salga insultando, o simplemente, te ignora. Además, ¡quieren tener razón!. No pensamos en los demás. Nos imaginamos en una isla desierta, pero no vivimos en una isla desierta. Compartimos espacios con otras personas.

divendres, 21 de setembre del 2018

Borrell el profeta



[Borrell cree que se necesitarán al menos 20 años para que se reconstruya la sociedad catalana]

Borrell ha diagnósticado que la solución a todos los problemas planteados por el Procés, llevará al menos 20 años. Sin embargo, no nos dice cómo se reconstruirá. Puedo imaginar que en los próximos veinte años, el gobierno central –cualquier gobierno- trate de vaciar las instituciones catalanas. Es una opción nada descabellada. Otra opción es suponer, y ciertamente, lo es; que los independentistas se cansen de esperar y abandonen esa senda del mal. 

¿La cuestión central es si el diagnóstico es acertado? La letanía gubernamental, es que los independentistas han destruido la conviviencia. Cataluña tiene problemas, como el resto de CCAA si hemos de hacer caso a los datos que nos suministran el propio gobierno y las instituciones financieras nacionales e internacionales. Paro, déficit de viviendas, precariedad social, injusticia, pobreza y un largo etcétera. 

Cataluña ha sido siempre tierra de acogida. Una muestra nos lo indican los apellidos: García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez. Los nombres más comunes en 2016 fueron: Marc, Àlex, Jan, Martí, Hugo, Biel, Èric, Pol, Pau, Nil. (Indescat.cat)

Las opciones políticas no vienen determinadas por los apellidos ni por los nombres. Dichas opciones vienen determinadas por opciones políticas. Tan valida es una opción, pongamos, constitucionalista, como la opción independentista. La propuesta de los políticos que ganaron las elecciones al Parlament, era proponer un referéndum para determinar que quería la ciudadanía. En ese referéndum no quedaba acreditada que la elección final fuese la opción indepen-dentista. Sin embargo, los gobiernos centrales, han afirmado taxativamente, que no habrá referéndum. Se aferran a interpretaciones interesadas de la Constitución. En el caso de Mariano Rajoy, afirmó que ni quería ni podía. 



Borrell afirma alegremente que en Cataluña hay un conflicto. Hay que recordar que conflicto es lo que quieren Cs y PP. Sus continuas insinuaciones dan pábulo para que los medios afines –el 90% de ellos-, les da una credibilidad absoluta. Si llevo un lazo ¿tengo que ocultarlo? ¿Por qué no debería llevarlo? La respuesta de Cs y PP es que provoca. ¿A quién? La respuesta fácil es a ellos. Sólo querrían que llevásemos banderas nacionales, esas no provocan división, naturalmente, porque lo dicen ellos.

Cuando se lanzan acusaciones de romper la convivencia, sólo quieren decir, que tus ideas no las quieren ni oír ni que seas visibles. Hablan hipócritamente de un espacio público neutro. ¡Cómo les molesta esos lazos amarillos! Quitarlos es romper la conviviencia. Si no les gusta que pongan otro símbolo. Es más fácil destruir que inventar un símbolo. Cs ha sido capaz de conectar con un amplísimo espectro social. Desde la antigua izquierda hasta la extema derecha. Su objetivo: parar los pies al catalanismo y la lengua. ¡La lengua catalana les molesta, con lo sencillo que es el castellano! Cuando se ponen en marcha Manifiestos sobre una lengua ¿por qué siempre tiene que hacerse el harakiri la lengua minoritaria? El castellano goza de una salud envidiable en Cataluña. Mientras que el catalán tiene que luchar para que sea reconocida. 

Borrell quiere que una parte de la ciudadanía (48%) que vota independentismo, sea vaya a su casa y no moleste más. Eso es todo lo que debe él debe entender sobre el problema de la convivencia. Que existan discrepancias en una sociedad, no lo convierte en un problema de convivencia, sí lo hay, cuando nuestra ciudadanía no tiene los medios adecuados para una vida digna, y los amigos del Ibex-35 aplauden a Borrell por afirmar la unidad de la patria. 

diumenge, 20 de maig del 2018

Bon dia!

Los domingos son un buen día para pasear por los alrededores de casa. Hay un bosque con caminos que utilizamos caminates, ciclistas (BBT) y corredores. Después de estos días de lluvia, el campo esta soberbio, un verde esperanza que hace el paisaje bucólico. Campos de trigo con un aspecto formidable. Plantas de todo tipo, medran al compás de unas lluvias que riegan generosamente esta zona del Vallés Occidental.



Mientras muchos políticos lanzan veneno tóxico por sus bocas, la ciudadanía sigue ocupándose de sus asuntos. Los problemas de la ciudadanía son los de siempre. Vivienda, volvemos a la senda anterior de la burbuja inmobiliaria. Los precios de la vivienda son prohibitivos para la inmensa mayoría de la gente. Los alquieres son astronómicos. Con esos precios, se pueden pagar las hipotecas. El problema es que ahora los bancos van con pies de plomo. Los sueldos son bajos y las expectativas son poco halagüeñas.


La sanidad, la educación, los transportes, los hijos, son los problemas cotidianos. La gente, sigue su vida. Por eso, mientras caminaba por el bosque, me he cruzado con un sinfín de personas, especialmente con ciclistas, que en solitario, en dúo, en grupo, iban pedaleando y hablando. Hablaban en su mayoría en castellano. Pero al cruzarse conmigo, me decía un BON DIA en catalán. En eso consiste Cataluña, entre otras muchísima cosas. Somos bilingües. No hay ningún misterio. No hay complots. No hay conflictos. La gente habla como le parece, utiliza las dos lenguas que disponemos. Y utilizamos la que en cada momento nos parece más adecuada.