En el ámbito internacional, lo que sucede en Siria es un ejemplo de geometría variable internacional. En Libia hubo intervención internacional para salvaguardar a la población civil. En cambio, en Siria, las cosas ya no son lo que sucedió en Libia. Libia no es Siria. Hay diferencias significativas. En el primer caso, no había ejército, mientras que en Siria el ejército soporta el régimen de el Asad. Diferencias en la población, en los recursos estratégicos, petróleo, gas,etc. Siria no posee nada de esto. Pero Siria tiene fronteras con Israel. La diferencia entre ambos es Israel. Desde los altos del Golan, el ejército israelí, controla una vasta área de territorios que ocupó en la Guerra de los Seis Días (1967) y posteriormente en la Guerra del Yom Kipur (1973).
Israel no quiere saber nada de la “primavera árabe”. Quiere que las cosas sigan así “in eternum”. Las protestas de la población de Siria de mayor libertad suenan en los oídos israelíes como amenazas para su status quo. Por ello no habla de diálogo en la zona. Siria es para Israel un escudo protector. Por ello no quiere cambios. Prefieren al sátrapa actual que le permite saber que nada ocurrirá, a otro régimen que los sirios pudiesen elegir democráticamente. El baño de sangre que tiene lugar en Siria es producto de la combinación entre el actual gobernante Bachard el Asad, el ejército, Israel que no quiere a nadie en territorio adyacente y las reticencias de las dos cumbres en salvaguarda de los derechos humanos como son China y Rusia.
Todo esto podría cambiar si se dieran las “felices” circunstancias de que Israel atacase Irán. El gobierno israelí debe tener las operaciones de ataque listas para ser ejecutadas. Sólo les falta una excusa. La opinión pública está sensibilizada para dicho ataque. Irán se ha convertido, por obra y gracia de sus “ayatolas”, en una teocracia que busca respetabilidad a través de la bomba atómica. El club de países que disponen de ella les hace intocables. De ahí que Irán busque desesperadamente la posibilidad de obtenerla. Rusia ha jugado un papel importante en esta búsqueda. No sé si está en posesión de la tecnología necesaria. Israel pose la bomba, al menos, esto es lo que parece. Ninguna Agencia internacional ha verificado si está o no en posesión de dicha arma. A nadie se le ocurre –Occidente- que una delegación de la ONU visite las instalaciones israelíes para comprobar que si tienen armas de destrucción masivas (ADM).
La orgía de sangre en Siria debería hacernos escépticos acerca de la bondad de las intenciones de los países occidentales para extender la democracia. Hay retóricas que hablando de democracia, lo único que consiguen, es el sufrimiento de la población civil. También nosotros somos cómplices del régimen sirio.