Los perros de Riga (1992), la novela de Mankell confirma que estamos delante de un autor que utiliza la novela negra para ir más allá de ella. En esta ocasión se adentra, literariamente, en los oscuros sótanos de los países de la órbita de Moscú.
La llegada a la costa sueca de un bote con dos cadáveres con una bala en el corazón como recuerdo, inicia todo un recorrido, que hará del inspector Wallander, el héroe de una historia siniestra.¿Cómo se inicia una investigación criminal? ¿Qué se hace cuando no hay pistas? Cuándo se desconoce ¿quiénes son los muertos?, ¿dónde los mataron?, ¿de dónde provenían? Respuestas que requieren de tiempo y suerte. La historia se desencadena cuando una llamada anónima anuncia la llegada de un bote con dos muertos como viajeros.
La investigación se inicia con todas las incertidumbres del caso. No hay pistas y se desconoce todo de todo. Los hilos de la investigación tejen una trama que lleva en una dirección: los países del este. Lentamente la investigación empieza a cobrar rostro. La dentadura de los asesinados demuestra que son ciudadanos del este. La cooperación internacional da sus frutos cuando desde Riga (Letonia) dan con los nombres de los asesinados. Para acelerar la investigación llega a Ystad un investigador de la policía letona.
El retrato de un país totalitario (Letonia) al inicio de un proceso incierto (1992)en el orden político, donde fuerzas divergentes, tratan de llevar cada uno a su objetivos políticos. Un Wallander que se erige en árbitro de las maniobras entre la policía dividida como expresión de la división de país, entre la fidelidad a Moscú y aquellos que sueñan con un país independiente. Y ese árbitro que siente en su corazón los embates del deseo.
Mankell demuestra con sobriedad y una solvencia extraordinaria las descripciones de una sociedad hundida en la miseria moral y material que el régimen comunista ha acabado por imponer. Las descripciones de la ciudad, su fealdad, el miedo que lo impregna todo, los “perros de Riga” que siguen el rastro de Hegel/Wallander, las traiciones y los golpes de efectos, son realmente notables, los ideales de emancipación acaban convirtiéndose en pesadilla y la condición humana queda reducida a esclavitud en nombre de un radiante porvenir. Wallander que viene de una sociedad democrática y libre, se sorprende de las condiciones que la sociedad puede llegar a estar amordazada en nombre del socialismo.
De los ideales abstractos se llegan a pesadillas concretas, donde la libertad del individuo es pisoteada en nombre de un futuro porvenir. Y, Wallander, reconoce que la libertad que defiende es frágil, tanto como el deseo que siente por la mujer del oficial de policía asesinado por oficiales corruptos de la policía de un país que aún no sabe hacia dónde se dirige: hacia la anarquía social o hacia una sociedad libre, donde los “perro de Riga” están de más.