Las noticias de carácter internacional no son nada halagüeñas. Siria parece deslizarse hacia una guerra civil. ¿No fue la Comunidad Internacional a Libia por lo mismo? ¿Por qué no se actúa en consonancia con lo que está ocurriendo? Los suburbios de Damasco son escenario de lucha entre las milicias de la oposición – soldados que han desertado de las filas progubernamentales- y el ejército sirio fiel a Bachard el Asad. La desproporción entre el ejército y los opositores en abrumador. El bloqueo en la ONU por parte de Rusia para sancionar a Siria es un buen ejemplo, de geoestrategia. Los buenos tiempos de la guerra fría se han olvidado, pero siempre queda algo. Siria fue el aliado fiable de la zona para los soviéticos. Proveedores de armas, no quieren dejar caer a su aliado. Israel debe estar enfurecido con la oposición. Siempre está de lado del estatus quo, por ello, siempre ve con recelo cualquier movimiento en esa región, de la cual los israelís quisieran que se inmovilizase eternamente. Pero la realidad es dinámica. Su sueño de ser la única “democracia realmente existente” en medio de un mar de radicales islamistas, permitía justificar cualquier operación de castigo dentro de los territorios ocupados como fuera de ellos si fuera preciso.
La “soberanía nacional” se hace añicos ante los dictados de los gobiernos que quieren salvar a sus bancos. Quieren gobernar –Alemania, Francia-, a pesar que no han sido elegidos por los ciudadanos griegos, en este caso. No sé si la solución es simplemente la asfixia del país para satisfacer la codicia de los mercados. Lo que suceda a los griegos también valdrá para los españoles e italianos si las cosas fueran de mal en peor.
Las elecciones americanas no dejan de tener su encanto. Su sistema es simplemente la plutocracia. O eres millonario y creyente acérrimo o estás perdido. Los republicanos son un grupo político realmente excéntrico. Al parecer nadie quiere ser gobernante en Washington, pues, para ellos, la capital es sinónimo de los peores males que se puedan imaginar. Sus recetas son simples: desmantelar toda subvención a los pobres –son demasiados-, reducir cualquier gasto federal que pueda ayudar a las clases más desfavorecidas, dejar de regular para desregular todo lo desregulable, así, el mercado triunfará y el Estado “metomentodo” será reducido a su mínima expresión.