La
noticia de los hechos es que un coche entró en la plaza Mayor de Vic y arrasó
las cruces amarillas que habían puesto como protesta para reivindicar la liberación de los presos y exiliados políticos en Cataluña.
La
verdad de la narración puede interpretarse de muchas maneras, por ejemplo, cuatro
versiones:
1.-
Patriota constitucionalista. Ante el despliegue de esas cruces, y ante la
pasividad de todos, entro con el automóvil y arraso las malditas cruces que son
una provocación.
2.-
Fiscalía. El autor del incidente, ha
actuado en un impulso irresistible. No hay víctimas, luego no hay delito. Tal vez no
vio que no pueden entrar vehículos a motor, sobre todo después del atentado en
Barcelona del año pasado. Como buen ciudadano, ha debido pasarle desapercibido.
3.-
Audiencia Nacional. Si el autor del mismo, en vez de ser una persona con DNI
español, hubiese sido un inmigrante marroquí, pakistaní, o de "aspecto árabe",
la acción sería calificada sin ningún género de duda, de terrorismo.
4.-
La misma escena, en una plaza de Tabàrnia -no existe, pero ya nos entendemos-, y un conductor de los CDR,
estaríamos hablando de delito de odio –un delito que ha sido completamente
desnaturalizado hasta el delirio- y un acto de terrorismo.