Hay dinámicas que sorprenden en un verano tórrido. Las violaciones en grupo se están haciendo una constante en los últimos tiempos. Los desaguisados judiciales sobre si es agresión sexual o violación se multiplican y las diferentes soluciones judiciales no ayudan para combatir un delito especialmente odioso.
Una catarata de noticias nos informa de esta epidemia contra las mujeres. La violación en grupo. Se ha de informar de los hechos, pero no debería hacerse como se ha hecho en determinados medios de comunicación, un show mediático que puede producir un efecto de imitación.
Se puede hablar de las causas que no son fáciles de determinar. Llama la atención que el delito se cometa no por un individuo, sino por varios. La psicosociología podría explicarnos el efecto que produce en un grupo- “manada”-, y que la suma de todos ellos realiza acciones que, tal vez, por sí sólos no realizarían. No sé si esto es lo que sucede, lo que parece claro es que algo falla en nuestra sociedad.
La educación de nuestros jóvenes tiene limitaciones en cuanto a las tareas infinitas que se le han querido encomendar. La TV, internet y las redes sociales, son hoy, los medios de socialización de nuestros jóvenes. Hay una aparente paradoja en esta situación: una juventud aparentemente preparada y por otro lado, esa misma juventud que tiene problemas acerca de lo que está bien y mal.
Se reivindica la autonomía de las personas, pero por otro lado, se ningunea al sexo femenino. Estamos muy lejos de la igualdad social. Los nuevos vientos de la derecha extremada, no ayudará a resolver estos problemas. Seguimos en esa brecha entre géneros, sea en el ámbito laboral como el doméstico. La escasa visibilidad de las mujeres en puestos de responsabilidad no deja de ser la inercia de una sociedad machista.
Se hablará de aumentar las penas por delitos sexuales, esa será la receta de esos partidos como la derecha extremada que lo primero que hacen al llegar a los ámbitos de poder es eliminar cualquier institución que tenga que ver con la protección de las mujeres. La justicia debería ser más proactiva en la protección a las víctimas. Demasiadas veces las mujeres que han sido agredidas, tienen que pasar por un calvario, ante la falta de sensibilidad de quienes deberían estar a su servicio.
En los delitos contra la libertad sexual, siempre hay un testigo de cargo, la propia víctima. Debería tener un plus de credibilidad cuando denuncia a los agresores. Por supuesto, la ciencia forense puede ayudar a determinar la culpabilidad. Es la sociedad en su conjunto quien debería transmitir el mensaje claro y contundente que se está con la víctima de esas agresiones intolerables a la propia dignidad de la persona agredida, se lo debemos a ellas y nos lo debemos como sociedad.