“El verdadero inventó de Satanás -profetizaba Mairena- será la película sonora en qué las imágenes fotografiadas, no ya sólo se mueva sino que hablen, chillen y berreen como demonios dentro de una tinaja. El día en que es engendro se logre coincidirá con la extensión del empleo de los venenos insecticidas al aniquilamiento de la especie humana. Por una vez estuvo Mairena algo acertado en sus vaticinio; porqué la película sonora y el uso bélico de los gases deletéreos son realmente contemporáneos. Que sean dos fenómenos concomitantes, como efectos de una misma causa, es muy discutible. Sin embargo... (pág.2314)
“Al final sofistas, somos fieles en cierto modo al principio de Protágoras: El hombre es la medida de todas las cosas. Acaso diríamos mejor: el hombre es la medida que se mide así misma, un mediador entre inconmensurabilidades. Porqué lo específicamente humano, más que la medida, es el afán de medir. El hombre es el que todo lo mide, pobre hijo ciego del que todo lo ve, noble sombra del que todo lo sabe.” (pág.2114)
“Pero hablemos del Caos, señores, que es el tema de la elección de hoy. Mi maestro -habla siempre Mairena a sus alumnos- escribió un poema filosófico a la manera de los viejos Peri Phiseos [Sobre la naturaleza] helénicos que él llamó Cosmos, y cuyo primer canto, titulado El Caos, era la parte más inteligible de toda la obra. Allí venía decir, en substancia, que Dios no podía ser el creador del mundo, puesto que el mundo es un aspecto de la misma divinidad; que la verdadera creación divina fue la Nada, como ya había enseñado en otra ocasión. Pero que, no obstante, para aquellos que necesitan una exposición mitológica de las cosas divinas, él había imaginado el Génesis a su manera: “Dios no se tomó el trabajo de hacer nada, porque nada tenía que hacer antes de su creación definitiva. Lo que pasó, sencillamente, fue que Dios vio el Caos, lo encontró bien y dijo: “te llamaremos Mundo”. Eso fue todo*”. (pág.2105)