“Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de unos sueños intranquilos, se encontró en su cama convertido en un monstruoso bicho. Estaba tumbado sobre su espalda, dura y en forma de caparazón, y al levantar un poco la cabeza, vio su vientre abombado, parduzco, fragmentado por endurecimientos en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalarse por completo. Una multitud de patas, ridícula-mente pequeñas en comparación con su tamaño normal, vibraban indefensas ante los ojos”.(pág.231)
(Franz Kafka, La transformación y otros relatos, Edición de Ángles Camargo y Bernd Kretzschmar, Letras Universales 30 años, Cátedra, Madrid, 2013)
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