Barcelona se convirtió ayer en un escenario donde la policía desplegó su cara más amarga. Brutalidad y desproporción en la violencia empleada fueron los comportamientos de unos agentes que han pasado por unas pruebas de selección y oposiciones para poder golpear impunemente a personas que simplemente estaban ahí, en la plaza Cataluña. Las excusas son poco creíbles. Se trataba de desalojarlos para dejar espacio. La limpieza era fundamentalmente para desalojar a los acampados. Es evidente que un espacio público no puede estar permanentemente ocupado. Pero el despliegue de brutalidad gratuita ha dado la vuelta al mundo. El Conseller Puig estará contento. Propaganda en todos los rincones del mundo. ¡Suerte que había cámaras grabando todo lo acontecido! El Conseller Puig ha dicho que asumía toda la responsabilidad. Sabe que es un brindis al sol.
"Los mossos haciendo ejercicios de relajación a los acampados en
Plaza Cataluña"
Después del despliegue de violencia, desaparecieron. Las brigadas de limpieza se llevaron todo de cualquier manera. ¿Quién responderá por los desperfectos y roturas en las pertenencias? Las imágenes son elocuentes de la falta de pulcritud en recoger bienes y enseres que no eran de su propiedad. Primero la policía abre brecha en los espacios de los acampados, la brigada –palabra militarizada- de limpieza carga de cualquier manera lo que encuentran y lo trasladan a los camiones. No han dejado que nadie se llevará nada. Debería haber demandas de todo tipo.
Se marcha la policía autonómica y municipal e inmediatamente se incrementa la afluencia de personas para recomponer el “campamento de indignados”. ¿Qué pasará si hay actos de exaltación futbolera? La combinación puede llegar a ser explosiva. ¿Estarán los mossos d’esquadra protegiendo a los “acampados”? ¿Dejarán que los hooligans desplieguen su incivismo? La respuesta está a la vuelta de la esquina.
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