dimarts, 8 de setembre del 2020

Què volem fer de Catalunya?



“(...). La incorporació de Catalunya a Europa ofereix per als catalans l’aspecte anomenat “catalanització”. Per als europeus, ofereix els aspectes “desprovincianització”, “desruralització”, “urbanització”. Però són la mateixa cosa. Una Catalunya “urbana”, viva, autèntica; això és el que vol dir “una Catalunya europea”. Tota la resta és jocfloralisme, pairalisme, sardanisme. La Catalunya del futur pot, si vol, celebrar Jocs Florals, ballar sardanes i beure en porró. Però que no pensi que amb això sol es farà catalana. Si fer-se “mes català” equival, avui dia, a fer-se “més europeu”, caldrà convenir que el folklorisme a ultrança pot fer més nosa que servei*” (pàg.119)


[La incorporación de Cataluña en Europa ofrece para los catalanes el aspecto llamado "catalanización". Para los europeos, ofrece los aspectos "desprovincianització", "desruralización", "urbanización". Pero son la misma cosa. Una Cataluña "urbana", viva, auténtica; eso es lo que significa "una Cataluña europea". Todo lo demás es jocfloralisme, pairalisme, sardanismo. La Cataluña del futuro puede, si quiere, celebrar Juegos Florales, bailar sardanas y beber en porrón. Pero que no piense que con esto solo se hará catalana. Si hacerse "más catalán" equivale, hoy en día, a hacerse "más europeo", habrá que convenir que el folclorismo a ultranza puede hacer más estorbo que servicio]


*Josep Ferrater Mora. Les formes de la vida catalana. Catalanització de Catalunya. Biblioteca Selecta 179, Editorial Selecta, Barcelona, 1960.


L'Escala (II)

 















dissabte, 5 de setembre del 2020

Chistes filosóficos (XIV)

 Filosofía de la religión:


Filosofías del mundo: 

Cristianismo,

Judaísmo,

Islám,

Budismo


Los chistes...


[1]

Una ancianita cristiana sale cada día al porche de su casa y grita:

—¡Alabado sea Dios!

Y cada mañana, su vecino el ateo de la puerta de al lado, le responde gritando:

—¡Dios no existe!

La anécdota se repite durante semanas enteras.

—¡Alabado sea Dios! —grita la dama.

—¡Dios no existe! —responde el vecino.

Con el paso del tiempo, la señora empieza a tener dificultades económicas y casi no le llega el dinero para comer. Cuando sale al porche, le pide a Dios que le ayude con la compra y luego dice:

—¡Alabado sea Dios!

A la mañana siguiente, en cuanto sale al porche, se encuentra con unas bolsas con la comida que le había pedido a Dios. Naturalmente, grita:

—¡Alabado sea Dios!

El ateo aparece de detrás de una mata y le dice:

—¡Y un cuerno! Esta comida la he comprado yo. ¡Dios no existe!

La ancianita le mira y se sonríe. Grita:

—¡Alabado sea Dios! No sólo me has conseguido la comida, Señor, sino que además has hecho que la pagara Satán. (pág.111)




[2]

Una abuela judía está viendo cómo su nieto juega en la orilla de una playa cuando se acerca una ola enorme y se lo traga el mar. Entonces, ruega:

—Por favor, Dios mío. Te lo ruego, devuélveme a mi nieto.

Y una ola enorme se cierne sobre sus pies y devuelve al niño a la playa, intacto.

Y ella mira hacia el cielo y dice:

—¡Llevaba un gorrito! (pág.115)


divendres, 4 de setembre del 2020

Las añoranzas de Víctor Gómez Pin

Artículo de Víctor Gómez Pin.- La España que tanto quisimos. Revista  Claves de Razón Práctica, nº 272, septiembre/octubre 2020.



Víctor Gómez Pin



El artículo es válido para cualquiera que tenga un mínimo de ecuanimidad. La pregunta obvia es ¿por qué hemos llegado hasta aquí?

El texto, nos da unas pincelas donde se reparten culpas. Una de sus virtudes, lo que no es poco, es tomar cierta distancia, no cavar trincheras. Siempre es fácil la utilización de frases desafortunadas –nacionalismo catalán-, para apuntarlas ciertas ideas. Pero, dado que venidos de donde venimos, la no demonización del adversario, se agradece.

Se desliza un errores tipográfico en la fecha de la caída del muro de Berlín, (1983) cuando todos sabemos que fue en el lejano 9 de noviembre de 1989.  Desgraciadamente, la caída del muro, fue sólo un espejismo, porque después ha habido un auténtico furor por construir muros, sea en Ceuta o Melilla, o entre EE.UU y México, amén del foso del Mediterráneo.




El autor cita un texto de Gabriel Aresti (1933-1975) que dice así:

“Cierra los ojos suave/ Meabe [Tomás Maebe] pestaña contra pestaña/ sólo es español Meabe/ quien sabe/ las cuatro lenguas de España”. En el texto, Gómez Pin, sustituye sabe por ama. 

La dialéctica entre “despecho respondiendo a la suficiencia, y del resentimiento respondiendo al desprecio, la misma palabra España, (…). (…) Esa palabra [España] que nosotros queríamos designativa de una población diversa, irreductible, lúcida, solidaria en la desgracia, celebrativa y, en con secuencia, profundamente civilizada”. 

Palabras voluntariosas, pero que desde el 1-0 de 2017, se han convertido en imposibles, al menos mientras siga la ofensiva contra los representantes de una parte de la ciudadanía catalana que se sienten independentistas. ¿Cómo esperar que podamos adherirnos a esa España imaginada que reivindica el autor del texto? No hay ninguna mención al Procés, ni a los efectos deletéreos que ha causado la STS ni las diferentes actuaciones judiciales contra el independentismo,  para la causa de esa España que reivindica.

No vale citar a Albert Camus cuando dice: “Fue en España dónde mi generación aprendió que cabe tener razón y sin embargo, ser vencido, que la fuerza puede destruir el alma y que, a veces, el coraje carece de recompensa. Ello explica, sin duda, porqué tantos hombres a través del mundo consideran el drama español como una tragedia personal, la última gran causa*” (Citado por Víctor Gómez Pin).

Esa cita, siendo lo que es, no nos dice nada de lo que está sucediendo aquí y ahora. Las relaciones entre el gobierno central y el autonómico están virtualmente cerradas. Nada indica que haya gestos para reconducir una cuestión política de la esfera judicial de la que está embarrancada gracias al anterior gobierno del PP. El actual gobierno tiene un instrumento a su alcance, la amnistía o el indulto. Sin embargo, el tácticismo de Sánchez, imposibilita que sea ahora. Cuanto más tarde en dar el paso, más desafección encontrará en la población catalana que aspira a un nuevo contrato social.