dijous, 19 de gener del 2023

Ceuta-Barça: Una eliminatòria plàcida i balsàmica

 Ceuta-Barça: 0-5



Kessie reben felicitacions per el seu gol


Per una vegada el Barça ha resolt un partit trampa. Malgrat la feblesa de l'equip ceutí, fins a les acaballes del primer temps no s’ha pogut obrir el marcador. L’equip titular estava ple de jugadors que tenen poc minuts i això s’ha notat i molt durant els primers 45’. Poca profunditat, imprecisions, relliscades degut al camp massa mullat, ansietat amb els jugadors que volien fer-ho be. Al final de la primera part, l’únic bo era el resultat.

A la segona part un gol matiner ha Lewandowski (2) ha tranquil•litzat al equip i el Ceuta s’ha enfonsat una mica mes, deixant el partit en mans del jugadors del Barça. Kessie(1) ha jugat tot el partit a anat de menys a mes. Ha marcat un gol de cap a passa de Raphinha(1) . No és Busquets, però ha treballat amb ganes. Els canvis, han estat profitosos per el Barça, perquè Ansu Fati (1) marques el seu gol. Avui no han estat el dia ni de Ferran Torres, què s’ha de fer amb ell? Tampoc ha lluït com l’anterior partir de Copa en Pablo Torre, substituït a la segona part per Gavi.  

Bones rotacions, per els jugadors que tenen que donar un pas endavant, però, cal ser conscient que el Ceuta no juga a la Lliga Santander i tindrem que veure com evoluciona l’equip. 


Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VII)

 



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Maalouf explica el papel de Nasser y su sueño panárabe, cómo Egipto y Siria se convirtió en el primer ejemplo de lo que debería ser esa un unión con la proclamación de la República Árabe Unida (RAU). El sueño de unidad parecía posible, desde “Irak a Yemen y desde el Sudán a Marruecos” (pág.67). 

Maalouf confiesa lo siguiente: “Yo tenía nueve años y sólo me quedan recuerdos nebulosos de lo que se llama en la historia de mi país natal “la revolución del 58”. Lo que se me ha quedado en la memoria son sobre todo las voces de mi padre y mi madre cuando mencionaban en mi presencia algunos acontecimientos trágicos: el asesinato de un periodista cristiano partidario de Nasser; el secuestro y el asesinato de otro periodista también cristiano, pero ferozmente hostil a Nasser (…) Me acuerdo también de que los colegios estuvieron cerrados seis meses” (pág.68).

“Cuando, el 14 de julio de ese año, una revolución cruenta derrocó a la monarquía iraquí y asesinaron a los miembros de la familia real, así como a los dirigentes que simpatizaban con Occidente”, los Estados Unidos intervinieron. (…) No menos de catorce mil hombres participaron en la operación; salvaguardaron el puerto de Beirut, el aeropuerto, las principales arterias y los edificios del gobierno. Los combates entre facciones locales se apaciguaron en el acto”.

“Para que concluyera la crisis, el Parlamento eligió un nuevo presidente con la bendición de Washington. Era el jefe del ejército, el general Fuad Chehab (…). (págs. 68/9)

“Una de sus primeras iniciativas fue un gesto simbólico de gran alcance y que podría haber tenido efectos duraderos si el país y la zona hubieran evolucionado de forma diferente: un encuentro cara a cara con Nasser en la frontera sirio-libanesa (…). “Chehab se comprometía a que su país no volviera a servir de base a los enemigos de Nasser y éste prometía, a cambio, no volver a mencionar nunca una unión del Líbano a la República Árabe Unida”. (págs..69-70)
 
“En la madrugada del 28 de septiembre de 1961 Damasco fue escenario de un nuevo golpe de Estado. En esta ocasión en contra de Nasser, en contra de la unión con Egipto.” (pág.70) Los golpistas utilizaron la calamitosa situación económica que había perjudicado a Siria como excusa para separarse del rais.

“Lo que sí es cierto es que la unión egipcio-siria había supuesto una amenaza seria e inminente para la independencia del Líbano, no menos que para su paz civil; y que gracias a la sensatez, la clarividencia y la habilidad de sus dirigentes de entonces, el país salió de esa prueba indemne e incluso quizá reforzado”. (pág.71)

Líbano había sabido guardar su independencia, pero la dinámica política, conformó dos posiciones: una línea se adhería a la del jefe del Estado Chehab, “llamada precisamente ‘la Línea’, y otra contraria y bautizada como ‘la Alianza’” (pág.72). Las diferentes posiciones se “enfrentaban con ideas y programas” (pág.72), y suponía la posibilidad de un desarrollo democrático en el país. Maalouf sostiene que el potencial del Líbano para salir de la crisis era superior a otros países de su entorno, y ello debido a que poseía un  nivel superior “por sus escuelas, sus universidades, sus periódicos, sus bancos y sus tradiciones mercantiles. Destacaba por una gran libertad de expresión y una gran apertura tanto hacia Oriente cuanto hacia Occidente. Habría podido tirar del universo levantino y del conjunto del mundo árabe hacia arriba, hacia una democracia mayor y una modernidad mayor. Pero fue de él del que tiraron hacia abajo. Hacia una violencia mayor y una intolerancia mayor. Hacia el quebranto y el retroceso. Hacia la pérdida de toda confianza y de toda perspectiva de futuro.” (pág.74)

Esta descripción que nos da Maalouf, permite comprender que la historia no esta escrita de antemano. Que lo sucedido hubiera podido ser de otra manera. Que las fuerzas activas y reactivas en un momento histórico pueden fluir en diversas direcciones y que en el transcurso del tiempo, ese fluir parece conducir inexorablemente en la mala dirección. En asuntos humanos, no hay destinos aciagos, ni leyes inexorables que hagan inevitable lo que sucede. Demasiados actores intervienen en este drama en el que se convirtió el Líbano.

dilluns, 16 de gener del 2023

Reseña: El apagón de luces (X)

 Nadie es de una pieza (ni siquiera los malos)*




Hannah Arendt y su desconcertante  y provocadora afirmación, “según la cual el padre de familia es el gran criminal del siglo XX”, (…) sino que constituye la aplicación del mencionado principio general acerca de la complejidad de los sujetos (lo que, a fin de cuentas, no deja de ser otra forma de reiterar que nadie es de una pieza)” (pág.161)

Manuel Cruz, constata la “obviedad” que nadie nace ni como víctima ni verdugo (pág.161). Ni que ser alguien que ha sido maltratado, puede el mismo ser un maltratador. La complejidad de la vida humana, de los individuos, hace que nadie sea bueno de una pieza hasta su muerte o al contrario, nadie que sea malo lo sea hasta el final. La inversión moral que vivimos en la actualidad, hace que se personalice –el agente del mal- y la víctima de ese agente. Cruz habla de las “figuras de la maldad –el pederasta, el terrorista, el violador, el fanático religioso,… serían algunas de esas figuras, que habrían sustituido a las ya caducas, como serían la del loco, el comunista, el ateo, entre otros, cuya antigua capacidad de generar espanto es la sociedad de hoy apenas nos merecen una displicente sonrisa.” (pág.156)

La novedad consiste no tanto en la acción, en el hecho punible, sino en el agente que lleva a cabo dichos actos. Convirtiéndolo en un signo del mal, para siempre. Dependiendo de las circunstancias políticas, sociales, mediáticas, las nuevas figuras del mal son recicladas para establecer una brecha insalvable entre ellos y nosotros los buenos ciudadanos.

Para el autor, subversión de los valores, consiste en que “han caducado los viejos buenos (los que defendían una específica idea del bien y, en nombre, llevaban a cabo actos buenos): ahora resulta que los nuevos buenos son, sencillamente, los damnificados por la maldad.” (pág.163) 

La nueva categoría de bueno se halla en la víctima, o “casi-víctima” (“estuve a punto de que me ocurriera lo mismo”) (pág.163). La nueva aureola de la víctima convierte a cualquiera en héroe o cuasi-héroe. ¿Qué está pasando aquí?

Cuasi-víctima fuimos todos los ciudadanos que vivimos el terrorismo de ETA, pero eso, no nos daba ni nos da, una plus de heroísmo, ni respetabilidad automática, ni nos da superioridad moral sin más, ni voces de infalibilidad. Las víctimas de ETA no fueron héroes, más allá de excepciones, ni luchadores por la libertad ni toda esa retórica que se decía en los funerales. Los actos terroristas, eran crímenes, como lo son los feminicidios que en la actualidad, superan ya los asesinatos de ETA. ¿Han tenido la misma repercusión, el mismo rechazo, el compromiso social y público que se requiere?

¿Qué clase de descargo llevan a cabo las figuras de maldad para sus acciones? La idea de responsabilidad queda descartada, pues, nadie reconoce hacer el mal. El mecanismo de defensa consiste a su vez en convertirse en víctima. En el modelo de feminicidios, los “presuntos” homicidas, prefieren la muerte que asumir sus responsabilidades en un juicio público. Pero no todos realizan ese gesto, sino que demasiados prefieren culpar a la víctima, victimizándose a sí misma.

 Las figuras del mal, achacan la responsabilidad no a ellos, sino directamente a la propia realidad, y solo subsidiariamente, a ellos mismos, como padres putativos. La primera figura de esa realidad es por supuesto, la sociedad y su desorden –capitalismo-. Porque como dice Cruz, estos “partidarios de la realidad certifican lo que venimos diciendo: ‘esto es lo que hay’, ‘son las reglas de juego’, ‘no he inventado yo el sistema’, ‘si no lo hago yo, lo hará otro’, ‘ya me gustaría, ya, pero las cosas son así’ etcétera.”(pág.165). Desde esta perspectiva, las figuras del mal solo son cómplices de la realidad (pág.166).

Como subraya Manuel Cruz, “el malo de veras preocupante (…) no es el sádico patológico que disfruta infligiendo daño, sin duda existente pero minoritario, sino el desalmado que considera una contingencia o una fatalidad el sufrimiento ajeno, pero en ningún caso algo que se le pueda imputar, por más que sea él quien efectivamente lo ha provocado. Quién debería generarnos mayor temor es el cínico que vive convencido de que el bien se hace, pero el mal, sencillamente, tiene lugar.” (pág.166)

En esta deriva moral de nuestra sociedad, la figura del mal –la manada- hace pasar como algo querido por la víctima, y un coro mediático se hace eco de los pormenores escabrosos que ha tenido que soportar dicha víctima y su familia. La responsabilidad individual queda difuminada y sólo se focaliza a la víctima como un obscuro poder que ha convocado a los agresores. 


dijous, 12 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VI)




“Cuando, en la década de 1960, abrí los ojos para mirar el mundo que me rodeaba, Beirut había empezado a suplantar a El Cairo como capital intelectual del Oriente árabe. (…) Por ello, -el poder absoluto de Nasser había silenciado las voces disidentes en Egipto-, el “ágora” de los debates árabes se había desplazado a un terreno neutral donde no causaba estragos ninguna autoridad represora”. (pág.57)

“Pocos recuerdan la época en que ese país –Siria- contaba aún con prensa independiente, elecciones libres y un amplio abanico de partidos políticos”. Pero, en 1949, “tuvo lugar en Damasco el primer golpe de Estado”. (…) Pero en agosto lo derrocó otro golpe de Estado y lo ejecutaron sumarísimamente. Luego, en diciembre, derrocaron también a su derrocador y murió asesinado a continuación, pocos meses después…” (pág.58)

“Tras 1949, el año de los tres golpes de Estado, la democracia no volvió nunca a imponerse en Siria. El país no ha tenido ya más que una triste y frustrante alternancia de períodos de inestabilidad y períodos de dictadura. Y, con cada convulsión, los perdedores iban a desterrarse al Líbano (…).” (pág.58)

“Hubo durante décadas entre Damasco y Beirut un flujo continuo de refugiados, algunos de los cuales, que pertenecían de entrada a la elite siria, pudieron integrarse sin dificultad en la elite del país de acogida. A nadie escandalizaba enterarse de que tal poeta, tal actriz, tal compositor, tal ministro o tal presidente libanés había nacido en Damasco, en Alepo o en Latakia y no en Beirut o en Tiro”. (pág.59)

“(…) El Líbano desempeñó durante mucho tiempo el papel de tierra de asilo para los “malqueridos” de oriente Próximo. De forma parecida, hasta cierto punto, a lo que hizo Egipto hasta la década de 1940.” (pág.59)

“El cosmopolitismo a lo egipcio tenía que ver con la larga tradición de las “escalas”, esos emporios donde los súbditos europeos gozaban de la protección de los cónsules de las potencias en virtud de tratados desiguales que se le habían impuesto antaño al “hombre enfermo” otomano”. Explica el caso del asesinato de Salomon Cicurel en 1927. 

“El caso tuvo gran repercusión. Algunos intelectuales  egipcios conocidos tomaron la pluma para denunciar una situación aberrante que situaba a los súbditos extranjeros por encima de las leyes y les daba a todos y cada uno algo así como una inmunidad diplomática, por no decir una garantía de impunidad.” (pág.60) En el caso comentado, de los cuatro acusados, dos eran italiano y otro griego, fueron entregados a las autoridades italianas y griegas, el cuarto, un “tal Dario Jacoel a quien los documentos de la época señalan como “judío apátrida”, lo juzgaron y lo condenaron -a la horca-“ (pág.60).

De esta práctica “colonialista”, tuvo efectos en Irán. “La ruptura entre el ayatolá Jomeini y el régimen del shah se consumó el día en que el monarca aceptó, en 1964, a petición de Washington, que a los militares estadounidenses que estaban en Irán no pudiesen juzgarlos nunca los tribunales locales. (…) pero la rabia por la extraterritorialidad de que gozaban los occidentales fue, indudablemente, un factor determinante. No fue, por lo demás, una casualidad que una de las primeras cosas que hicieron los militantes revolucionarios iraníes fuera hacer caso omiso de la inmunidad de la embajada estadounidense y convertir a los diplomáticos en rehenes” (pág.61).

Dice Maalouf, “se trataba ante todo de un acto de rebeldía con un ‘orden mundial’ que llevaba siglos imponiéndose y que instauraba de forma a veces explícita y a veces implícita una jerarquía entre los pueblos y entre las culturas, con los occidentales entronizados en el peldaño más alto” (pág.61).

“El destino del Egipto de mi familia materna era venirse abajo. No era ya sino una supervivencia, el testigo agonizante de una época ya concluida. Nasser le disparó el tiro de gracia y no volvió a levantarse.” (pág.62).

Maalouf, explica el caso del Líbano. Dice: “El objetivo de los fundadores del país fue organizar la convivencia y mantener el equilibrio entre las comunidades religiosas locales: maronitas, drusos, sunitas, chiitas, griegos ortodoxos o griegos católicos; y también armenios, sirios, judíos, alauitas o ismailíes” (pág.63).

Uno de los males del Líbano y que acabaría costándole caro fue la costumbre de “buscarse protectores fuera del país para reforzar su posición interior” (pág.63). Así, “los maronitas se vincularon a Francia, y sus rivales, los drusos, entraron en contacto con Inglaterra. Los sunitas contaban con los turcos; los ortodoxos con los rusos; y así sucesivamente” (pág.64).

“Cuando, recién terminada la Primera Guerra Mundial empezó a desintegrarse el impero de los sultanes, los dirigentes de la Iglesia maronita hicieron cuanto pudieron para que la potencia mandataria en su territorio fuera Francia y para que trazase las fronteras de un nuevo Estado donde pudieran sentirse en casa. Así nació el Líbano con sus actuales límites” (pág.64).