dissabte, 12 de febrer del 2011

Desde el balneario (III)

Viernes 11 de febrero H.Mubarak sale de Egipto después de la combinación de la presión social representada en la plaza Tahrir, que simboliza el corazón de una auténtica revolución social y el otro factor que ha posibilitado la salida del rais ha sido el ejercito. Cerca de tres semanas intensas y llenas de incertidumbre han puesto en escena a Egipto en el centro del mundo.

Revolución es una palabra que a pesar de la importancia política que conlleva ha sido en los últimos tiempos vilipendiada por casi todos. La revolución egipcia ha sido como dice Timothy Garton Ash en su artículo que hoy aparece en El País una combinación de factores: individuos valientes y buena suerte. La revolución está en una encrucijada histórica. Puede ser el inicio de una nueva etapa que habrá de llevar con todas las dificultades hacia una sociedad más abierta, democrática y justa. O bien puede deslizarse hacia otro régimen de tipo islamista como Irán. Seguramente habrá otros posibles escenarios intermedios que supondrían el fracaso de una revolución que muchos hemos visto como la exigencia de dignidad y libertad que toda sociedad se merece. También hemos comprobado como los gobiernos han actuado de forma pusilánime –Europa- y otros rechazaban el grito unánime de la población, como es el caso de Israel.


El futuro no es está escrito. No hay determinismo de ningún tipo. Lo imprevisible ha sucedido. Una sociedad árabe –Túnez – y ahora Egipto ha sido capaz desde la ciudadanía expresar su rechazo a una situación de opresión política y miseria económica que exige un cambio. Vivimos en una sociedad globalizada. Seguramente lo sucedido primero en Túnez y ahora en Egipto no habría ido demasiado lejos en una etapa donde los estados-nación eran los únicos agentes de la escena política, pero esta etapa ha sido desbordada por la globalización, los medios de comunicación, las redes sociales, el teléfono móvil han sido instrumentos para propagar mensajes de ánimo y romper el miedo. Las vidas de más de trescientas personas y miles de heridos han pagado el precio de la libertad. Una libertad que ahora empieza construirse y que la comunidad internacional debería apoyar sin reservas en todos los ámbitos. No hacerlo así sería un cheque en blanco para que volviera a reaparecer lo sucedido en Irán.

dissabte, 5 de febrer del 2011

Desde el balneario (II)


Las semana ha sido pródigas en acontecimientos. Por un lado, la revuelta social se ha extendido a Egipto. Mientras que en Túnez parece que la revuelta ha tenido efectos limitados pero significativos, veremos como acaba, lo que está sucediendo en Egipto tiene una mayor repercusión en el orden internacional al ser uno de los países en los que confía EE.UU y por extensión Europa. No les importa que el tirano de turno –H.Mubarak- lleve tres décadas al frente de un país pobre y donde las esperanzas de la sociedad ha llega a un límite. Los manifestantes son eminentemente jóvenes que rechazan el “estatus quo” impuesto por un orden inamovible con el visto bueno de las democracias occidentales. En un gesto sin precedente en los treinta años de mandato Mubarak ha cambiado de gobierno. El régimen ha actuado de tal forma que el resultado es de aproximadamente de cien muertos. Los manifestantes ya no quien un simple cambio de gobierno, quieren un cambio de régimen. Las posibilidades de un gobierno democrático pasa por un apoyo de los gobiernos occidentales que están más pendientes del “día después” que la construcción de un gobierno democrático. La figura de El Baradei, el antiguo presidente de la comisión de energía nuclear es la principal figura. Hoy mismo ha asistido a las manifestaciones (29/1/2011). Mubarak intenta por todos los medios aferrarse al poder a través del ejercito. Egipto ha se convertido en el aliado fiel y servicial de EE.UU en su lucha antiterrorista. Cerca de mil millones de dólares en “ayuda” a Egipto la convierten en una pieza clave de la geoestrategia americana. El que sea un régimen autoritario no es un problema esencial. Europa sigue muda en estos movimientos sociales que se producen en el norte de África. Si todo este movimiento que expresa la frustración de la parte más dinámica de las sociedades no se da voz, ni en lo social y político, el resultado podría ser un proceso que derivase hacia la vía religiosa del fundamentalismo. Porque la percepción de esas capas sociales es que Europa prefiere estados autoritarios que democráticos, prefiere sociedades tuteladas que países con aspiraciones para entrar en era de la globalización. Es llamativo que Egipto haya cerrado internet y las redes sociales por las que se han canalizado las protestas. El efecto contagio es posible por las condiciones de vida de estas sociedades que quieren ser protagonistas de su propia historia. Veremos cómo deriva todos estos acontecimientos. Israel de momento está a la expectativa. Una democracia inmersa en territorios gobernados por regímenes autoritarios, ahora empezamos a vislumbrar que eso ha sido así, porque los gobiernos occidentales prefieren que los demás países no puedan acceder a la democracia porque dejaría sin excusa la ocupación de los territorios ocupados en Palestina.


Las manifestaciones se han sucedido durante esta semana (29 al 5 de febrero). El martes y miércoles apareció la violencia orquestada -es un recurso clásico- para amedrentar a la población y un aviso a la comunidad internacional. Una decena de muertos en los "enfrentamientos". Misteriosamente han desaparecido desde el viernes. Mubarak sigue aferrado al poder. La calle sigue siendo de los manifestantes que quieren verlo marchar. La cúpula del partido de Mubarak ha dimitido, al futuro sucesor, su hijo, también ha sido descartado. El tiempo juega en contra de los manifestantes. El ejercito se mantiene a la expectativa. EE.UU y la comunidad internacional piden gestos al gobierno egipcio para buscar una solución. Israel debe tene estar conteniendo su ira. No queda claro que saldrá de todo esto. Los Hermanos musulmanes parecen que pueden ser los grande beneficiados de este proceso. No parece lo más conveniente, pero sólo el tiempo lo dirá, para que no lo sean se requiere una oposición laica y ésta no existe gracias a los desvelos del régimen.


diumenge, 23 de gener del 2011

Desde el balneario...


Las noticias se acumulan y no dejan ver lo que es importante y lo que es accesorio. En el tiempo instantáneo en el que vivimos, todo parece importante porque nada nos parece decisivo. Toda esta digresión viene a cuento de los que está sucediendo en Túnez, en Haití, amén de los desastres en Brasil a causa de las lluvias torrenciales que castiga a los de siempre. Es decir, a los más pobres. No recordaré lo que sucede en los territorio ocupados de la franja de Gaza ni en las condiciones de vida de los palestinos, mientras que la comunidad internacional insiste en mirar a otro lado. 


Haití sigue demostrando al mundo el desaguisado que supone la aparición del antiguo dictador Jean-Claude Duvalier. Que aparezca en escena y se pasea por el país que ayudó a devastar y asesinar a sus conciudadanos, que salió del país después de saquearlo para ponerse a buen recaudo en la antigua metrópoli: París. Ha vivido en el exilio dorado sin que nada ni nadie perturbe su vida plácida y tranquila durante cerca de veinte años. Nadie ha acusado al dictador de nada, nadie ha movido un dedo por afear su conducta sanguinaria y brutal. Francia ha sabido compensarlo con la tranquilidad e impunidad que todos estos dictadores siniestros saben. ¿Cómo es que vuelve a Haití? ¿Quién o quienes le han llamado? Incluso algunos nostálgicos de ese régimen dictatorial de los Duvalier que gobernó con mano sangrienta desde 1957 hasta 1971 (padre) y desde 1971 hasta 1986 hijo Jean-Claude Duvalier, aspiran la vuelta a ese régimen. Lo único que realmente indica este desbarajuste es la falta de un estado. Como ha habido sorpresa y estupor internacional el propio gobierno ha tenido que montar una farsa jurídica con la detención del antiguo dictador baja acusaciones etéreas de corrupción. Nada ha impedido que siga en libertad. Diferentes medios periodísticos afirman que su llegada está íntimamente relacionada con la posibilidad que puedan desbloquear sus cuentas en Suiza.


El otro punto de interés es Túnez. ¿Para qué sirven las revoluciones pacíficas si Europa o la comunidad internacional mira para otro lado? La movilización social hizo huir cargado de toneladas de oro al dictador Ben Alí. Su gobierno ha seguido controlando todas las esferas del poder. El propio primer ministro Mohamed Ghannouchi ha declarado su intención de abandonar el cargo después de las elecciones. Lo más llamativo es que un estado árabe haya habido una revolución social exigiendo cambios políticos y sociales. Incluso la policía se ha manifestado. Sin embargo resulta inquietante que: “Los manifestantes recitaron igualmente pasajes del Corán en memoria de los más de cien víctimas mortales registradas en las revueltas populares que forzaron la caída de Ben Alí.” (ABC). No deja de ser llamativo que la policía ha sido la responsable de las masacres de civiles en estas revueltas sociales. Lo decepcionante es la absoluta ignorancia por parte de Europa sobre lo acontecido allí. La posibilidad de instaurar una sociedad democrática y laica en un país del Magreb parece contrariar los intereses europeos. La mezquindad de la que hace gala Europa hacia los deseos de libertad y bienestar contrasta con su indiferencia o servilismo con regímenes totalitarios (China) o dictaduras teocráticas (Arabia Saudí). Parece que los gobiernos europeos esperan que los países árabes les confirmen en su superioridad moral, mientras que de estos se espera de ellos que acaben haciendo los trabajos sucios que se puedan requerir en determinados momentos.

divendres, 14 de gener del 2011

Ficción y realidad: Indignación

Tranquilos no va de filosofía, ¡ No salten a otros bloggers ! El título quiere hacer referencia a la novela de Philip Roth "Indignación"(1). La presente novela trata de las reflexiones de nuestro joven protagonista Marcus Messner. No voy a indicar desde donde realiza sus reflexiones, porque entonces perdería su gracia. Marcus es el hijo de un carnicero kosher que huye de un padre cada vez posesivo y obsesivo.

Busca horizontes lejanos, en medio de la la Guerra de Corea (1950-1953), y lo encuentra en Winesburg. Una pequeña Universidad alejada de su casa. La Universidad era uno de los pocos lugares donde uno podía escapar del reclutamiento para la Guerra. Marcus es listo e inteligente, pero también impulsivo. En Winesburg la tradición pesa como una losa. Por eso a Marcus le va a costar adaptarse. Quiere ser abogado, pero sobre todo quiere estar lejos de los problemas familiares, quiere estudiar y construirse un radiante porvenir y quieren que no le recluten para la Guerra de Corea y Winesburg le parece un lugar como otro cualquiera para conseguirlo. Pero las dificultades de la vida van hacer difícil su estancia.


Conoce a Olivia Hutton, una chica moderna que le rompe el esquema de lo que debe ser un chica decente. Unos compañeros que no son de fiar. Cuantos actos realiza Marcus para pasar desapercibido son interpretados en clave de desafío. Al final tiene que hablar con el decano Caudwell, que le interroga sobre sus dificultades de convivencia con sus compañeros. Marcus le intenta explicar que sus compañeros de habitación o son ruidosos y no le dejan estudiar o bien son insoportables y por esa razón ha decidido buscar otra habitación sin las molestias que suponían sus antiguos compañeros. Caudwell lo ve como síntomas de orgullo y superioridad. Discuten sobre una de las normas sagradas de la Universidad, la necesidad de asistir al servicio religioso.

Marcus es intervenido de apendicitis, ocasión que la madre de Marcus aprovecha para visitarlo. Le explica que está decidida a dejar a su marido porque se ha vuelto loco. Olivia también acompaña a Marcus en su convalecencia. La madre de Marcus le hace prometer que dejará a Olivia Hutton porque a nadie le conviene una muchacha que ha intentado cortarse las venas. Marcus la contenta diciendo que sí la dejará. La madre le confiesa a Marcus que no puede dejar a su marido en esas condiciones. Así que todo parece volver a la normalidad.



En sus oídos aún resuena la conversación entre su madre y él en el hospital: " (...). Tienes conciencia y eres compasivo, y también dulce...así que dime, ¿sabes cómo hacer con esa chica lo que tal vez debas hacer? Porque la debilidad del prójimo puede destruirte tanto como su fuerza. Los débiles no son inofensivos. Su debilidad puede ser su fuerza.(...)" (pag.126). Marcus recuerda esa conversación pero también sabe que no puede resistirse a los encantos de Olivia Hutton.  Pero Olivia ha desaparecido. Nadie es capaz de decir por qué se ha marchado.  Incluso es su desesperación por saber noticias de Olivia, Marcus llama a la puerta del decano Caudwell. La discusión entre ellos se encamina por derroteros inesperados. Sale de allí indignado. Los acontecimientos se precipitan. Mientras cae la nieve en noviembre se desata un estallido de algarabía y resentimiento que se conocerá con el nombre de "el Gran Saqueo de Bragas Blancas de la Universidad de Winesburg" (pág.144). Estos hechos tendrán consecuencias en la suerte de Marcus Messner.

Hay palabras que cambian nuestras vidas: "Váyase a la mierda" (pág.164) Y hay una lección que hay que saber: "la terrible, la incomprensible manera en que las elecciones más triviales, fortuitas e incluso cómicas obtienen el resultado más desproporcionado" (pág.164). La novela está escrita de manera ligera pero que  conduce de forma inexorable a Marcus a su destino. Una América orgullosa después de la victoria de la Segunda Guerra Mundial y un desarrollo extraordinario de los niveles de bienestar que iban a darse de bruces con una Guerra que aún no ha acabado en términos estrictos. Winesburg es como esa América orgullosa de ser provinciana y a la vez el centro del mundo, porque no hay más mundo que ese. Esta novela nos habla de las debilidades de la sociedad americana, de sus contradicciones, de sus obsesiones, de como combinar individualidad con solidaridad, una sociedad que tiene pendiente por resolver muchos problemas que se dibujan en la novela y que la realidad ha hecho más difíciles de solventar.

(1) Philip Roth. Indignación. Traducción Jordi Fibla. Contemporánea. Debolsillo, Barcelona 2010.

dijous, 6 de gener del 2011

Preguntas que dan que pensar............o no


Leyendo a mi filósofo de cabecera me ha interrogado acerca de si hay personas que tienen un sexto sentido ético-político que les hace estar siempre en la "buena dirección". Pienso en Camus, Orwell, etc., autores que siempre han estado en el lado "bueno". Hay autores que han estado en el "lado oscuro", por ejemplo, Heidegger, L.F.Céline, etc,. ¿Existe algún tipo de brújula ética que les marca la dirección adecuada?



  
La cuestión es interesante. Cada vez estoy más convencido -creencia- que no existe una razón pura práctica (Kant) que nos marque la hoja de ruta hacia la moralidad. No existe una estación término que alcanzar. No hay caminos que nos indiquen qué dirección tomar. Somos seres contingentes en un mundo cambiante y también contingente. Eso no quiere decir que uno deba adoptar una postura cínica ante los problemas que agobian a cada uno de nosotros y a la sociedad en la que vivimos. No podemos esperar que nos salve un dios, tampoco un rey-filósofo.

*Agradezco a Miquel Andrino su aportación gráfica para ilustrar este comentario.

dissabte, 18 de desembre del 2010

El hombre inquietante

Acabo de leer la novela de Mankel " El hombre inquieto". La obra es un ejercicio sobre la nueva era de la globalización. Hay espías que parecen desubicados después de la "Guerra fría", hay muertes por razón de estado, traiciones y deslealtades, también amistad y sacrificio. Como la vida misma. La obra de Mankel y su inspector de policía K.Wallander tendrá que resolver un intrincado laberinto. Es su última aparición. Su testamento y testimonio de una Suecia que vistos desde los ojos mediterráneos resulta desconocido y sin embargo, para el inspector resulta cada vez más confuso.

Las señas de identidad antes de la era global resultaba fácil ubicarse. Un territorio y una soberanía nacional que jugaba en un escenario marcado por las reglas que parecían inmutables de la Conferencia de Yalta. Sin embargo, el papel del estado-nación ha ido perdiendo lustre a lo largo de estas últimas décadas. La globalización en el orden económico, político y social están poniendo a prueba a ese estado que se ve inmerso en corrientes que no puede control.



La historia que cuenta Menkel-Wallander es sencilla: su futuro suegro desaparece misteriosamente. Poco después la esposa también desaparece y posteriormente es encontrada en medio del bosque, muerta en extrañas circunstancias. Wallander tendrá que indagar en mares procelosos, para buscar algún indicio que le permita averiguar lo sucedido.

Estas pesquisas le llevan a Menkel a explorar una parte de la historia reciente de Suecia. La historia y la vida se dan la mano, pues, la hija de Wallander aparece en escena. Linda, la hija de Wallander, que finalmente ha escogido el mismo oficio que su padre. Hay personajes que reaparecen, como Baiba para despedirse. Es una novela de despedida. Vuelve a reaparecer Mona, la madre de Linda, cuya vida después de la separación con Wallander no le ha sentado demasiado bien. Por ello, la novela es un final. Wallander se hace viejo, no resulta fácil reconocerlo, vivimos en una sociedad que se vanagloria de la eterna juventud. Hay una nieta, Klara que expresa la esperanza en el futuro, aunque los protagonistas sean ya otros.