dilluns, 7 de febrer del 2011

Velocidad autonómica........y otras


En el ámbito doméstico hay que hablar de dos temas uno como paradigma de la inanidad que se está convirtiendo la política y el otro como la enésima puesta en escena de un vodevil trágico.

Empecemos por el primero. Las últimas semanas en la política catalana sólo se habla de lo que se puede hablar. Alguien debe pensar que el asunto deber de ser de gran calado político. El paro, la crisis financiera de las cajas de ahorro, o el problema presupuestario, o cualquier otro tema digno de ese nombre, pero no, el tema, ya en mayúsculas es el límite de velocidad en los accesos al área metropolitana de Barcelona, y una cifra mágica los 80 km/h. La gran cuestión es esa: ¿Hay que traspasar esa barrera? Y la respuesta desde CiU es que sí, incluso ¡estaba en el programa electoral!. Ahora que están en el poder y para visualizar ese minúsculo poder que tiene la Generalitat es modificar las placas de velocidad. ¿Autonomía? La crisis financiera global ha puesto de manifiesto –me encanta como esa expresión aparece en todos los escritos- el carácter simbólico del poder político de la Generalitat  y poder extensión el de los otros poderes estatales.. Las decisiones no se toman en Madrid, sino en Berlín, o en el BCE o entre los diversos agentes que participan en ese término ominoso de “los mercados”.


Mientras que aquí se habla y sobre todo se gesticula sobre la ampliación del límite de velocidad introduciendo una nueva incógnita a esta cuestión, variabilidad es el nuevo concepto para acabar de enredar en este asunto que se ha convertido en el paradigma de lo que puede hacer la nueva Administración autonómica. Hoy mismo el President Artur Mas va a Madrid para entrevistarse con Zapatero y hablar de financiación. Me imagino que el peso del pasado volverá a planear en esa entrevista. Agravios y promesas. El problema es que vivimos tiempos difíciles. No hay dinero. Dirán en Madrid. Desde el gobierno de la Generalitat pedirán lo que se debe, y obtendrán promesas, incluso la posibilidad de que la Generalitat pueda volver a emitir deuda. Nadie saldrá contento. Está escrito en el guión. Unos y otros saben que se necesitan para las próximas elecciones generales. Mientras tanto, lo único que seguiremos viendo como expresión del autogobierno será el cambio de paneles –gasto innecesario- para indicar que se puede circular a más velocidad. Hoy mismo han tenido que mantener la velocidad del tripartito porque la contaminación hace desaconsejable ir a Mas (¡vale, ya sé que el chiste es malo¡).

La segunda cuestión, es el nuevo intento de la ilegalizada Batasuna por aparecer en el escenario político. Me niego a seguir hablando de los cómplices morales y en muchos casos materiales de ETA. Cuando condenen sin más los atentados y las muertes que ha causado los terroristas y den muestras de su rechazo a los método de la lucha armada se podrá decir otra cosa, estoy a la espera.

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