diumenge, 8 d’agost del 2010

NY (6)

Nos hemos levantado pronto y sobre las 7h hemos ido a desayunar al “Bristo Café”. Un croissant relleno de jamón dulce y queso calentado al instante, y además una tarrina de trozos de fruta junto al clásico “regular coffee” ha sido el desayuno que he tomado. Después para hacer la digestión nos hemos dado otra larga caminata hasta llegar a la calle 42 junto a la 10ª Avenida. Allí, justo a lado del consulado chino había unos cuantos manifestantes sentados en la acera de enfrenta manifestándose a favor de la secta Falun Gong.



El lugar de destino era el embarcadero (pier) 83. Allí nos esperaba el Sightseeing Cruiser Cicle Line. A las 10h ha zarpado rumbo a la circunvalación de la isla de Manhattan. El recorrido ha sido de unas 3 horas. Excesivo. Seguramente, con una hora hubiera sido suficiente para ver lo más turístico de Manhattan. La dirección tomada iba en dirección a la Estatua de la Libertad y después pasando por el puente de Brooklyn se adentraba por Manhattan pasando por todos los tuneles, Queensboro, River y Triboro Bridge, etc., hasta que hemos virado hacia la izquierda en dirección al Hudson. Hemos pasado por el monumental puente de George Washington que conecta la isla de Manhattan con New Jersey hasta volver al punto de origen. El recorrido expresa los abismos entre los grandes edificios para fotografías y las zonas donde se acumulan rascacielos construidos para la gente sin recursos, los denominados “proyectos” –protección oficial-, de los que ha hablado con conocimiento de causa Richard Sennet en su libro “La corrosión del carácter”. En esos proyectos convertidos en edificios colmenas los hay a cientos, desgastados por el tiempo y la degradación y la falta de mantenimiento. Los bloques eran de todas las medidas en la zona que desde la orilla se dejaban ver. La impresión que dejaba era desconsoladora. Si en su momento el polígono de viviendas de Badia del Vallès parecía un desaguisado urbanístico, los que se ven en buena parte del recorrido en una descomunal Badia neoyorquina, y demuestra en el fondo que todo es relativo, porque visto desde una cierta perspectiva, Badia del Vallès resulta en comparación un centro residencial de primera.






Después del recorrido turístico nos hemos puesto en marcha en busca de un restaurante para comer. Hemos encontrado uno con una decoración sobria y moderna, éramos los únicos clientes. Cuando nos hemos marchado no había entrado ningún cliente más. La comida era discreta. El local es reciente y está en la 10ª Avenida nº 596 y las calle 43. He buscado el local en el Google pero sale otra cosa. Está claro que la lucha por la supervivencia es difícil. Mucho ha de mejorar la cocina de este restaurante para poder subsistir, a pesar que lo que hacían es muy semejante a los restaurantes que vimos. Justo al lado había restaurantes con más sabor americano y en estos había más gente.





Nos hemos dirigido hacia el hotel, hemos descansado un rato y al tajo turístico. Hemos salido hacia la tienda de Appel. Hemos comprado un Ipod. Nos han atendido rápidamente a pesar del gentío que había manoseando el nuevo icono de la posmodernidad los i. Después hemos ido al Moma, era el día del visitante, había tanta gente ávida de cultura que asombra. Por supuesto, no hemos podido ver nada. Como un ritual, he comprado postales y una camiseta con un distintivo muy discreto de NY. Después hemos ido a recoger los bocadillos, de nuestro local amigo Bistro, para mañana cuando vayamos a Washington. Ahora nos encaminamos a cenar. Son las 19.20h y estamos cansados, habría que decir agotados. Me siento como Rambo y sus piernas. Afortunadamente, el calor, habría que decir, la ola de calor parece que ha remitido, es un alivio saberlo, pues, mañana el día será larguísimo. Hemos callejeado por los aledaños del hotel y hemos recalado en un restaurante italianizante. El local es pequeño pero está muy conseguida la distribución de las mesas. El restaurante se llama “Lasagna Ristorante” y se encuentra en el 940 de la 2ª Avenida con la calle 50. La cena estaba bien, pero siempre ponen más de lo necesario. Después hemos vuelto al hotel, habrá que madrugar, nos espera la capital del mundo, Washington.


dissabte, 7 d’agost del 2010

NY (5)

Son las 18.40h en el hotel, un respiro después de toda una jornada maratoniana. Desayuno asequible junto al hotel en un local llamado Bistro, en la calle 51. El local es moderno, un self service en el que hay casi de todo. Un grupo de gente joven prepara toda una amplia gama de comida para poder llevar y comer. Los jóvenes eran hispanos, excepto la cajera que era de origen asiático. Todos muy eficientes y rápidos. El precio es asequible y estaba comible lo que no es poco.



La actividad principal del día se llama “Contrastes de NY”. Un autocar grande nos ha recogido a las 8h para hacer el tour turístico por algunos distritos de NY. El autocar iba lleno. Nuestro cicerone era de origen puertorriqueño, hablaba rápido y a veces se hacía repetitivo, pero dominaba el asunto. Nos hemos dirigido hacia el sur del Bronx. En esta zona, al sur de esta ciudad dentro de NY se haya ubicado el nuevo estadio de los Yankees de NY. Esta construcción ha revitalizado una zona problemática. Alrededor de esta instalación hay una parada de metro y un nuevo McDonal´s. Después nos han paseado por esta zona del Bronx donde el barrio muestra la cara menos fotogénica y desastrada de NY. Nos han explicado que cada zona tenía unas pintadas de diferentes colores que se corresponden a los diferentes territorios de las bandas. Nos ha contado que los graffiti había de diferentes tipos: recordatorios, que estaban tolerados, indicaban, por ejemplo, que allí había muerto un joven. Mientras que otros, de tipo ofensivo, estaban destinados a ser cubiertos por pintura. Hemos pasado por la comisaría del distrito 17, donde se rodó la película de P.Newman, “Fort Apache, the Bronx” (1981). Al lado, un antiguo edificio de los juzgados, está a la venta, como recordatorio de un clima que ya es del pasado, pues, como nos explico nuestro cicerone, el alcalde R.Giuliani (1994-2001) y sus políticas de tolerancia cero a la criminalidad, logro reducirla de forma drástica. Nos explico, asimismo, que aunque no hubiera presencia policial, estaba presente mediante un complejo sistema de cámaras de vídeovigilancia en todas las avenidas y calles importantes, monitorizadas desde algunos pisos estratégicamente situados, personándose inmediatamente en cosa necesario.



Nueva York, está dividida en cinco distritos: Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y State Island. Según nos explico nuestro cicerone, State Island, es una ciudad dormitorio, sin ningún interés. La siguiente parada era Queens. Nos han paseado por la zona de casas unifamiliares solo para blancos, todas ellas hechas de madera. Mientras que cuando compramos una casa, compramos también el terreno, en la ciudad de NY, el terreno es propiedad del Ayuntamiento. Mientras nos paseábamos por sus calles, no se veía a nadie. Ningún movimiento, ni niños, ni nada de nada. Un lugar fantasma. Una cosa que llamaba la atención, eran los cuidadísimos jardines que son mimados por brigadas de jardineros de origen hispano, y por otro, la inexistencia de rejas o vallas de seguridad. Es cierto que tienen su propia seguridad y que nadie que no sea del entorno es bienvenido. Muchas de esas casas, cuyos tejados son de papel de fumar, tocan al mar y disponen de embarcadero propio. Como contraste nos hemos trasladado a la zona donde viven los hispanos. El contraste entre las anteriores residencias y las que van apareciendo se hace evidente. Nos explico que muchos de estos hispanos apenas saben inglés a pesar del tiempo que llevan a NY. Algunos jamás se alejan del distrito en el que se sienten seguros. Este proceso endogámico, genera dificultades de adaptación, especialmente, en la posibilidad de encontrar trabajos.



Nos ha llevado a una avenida llena de colorido y sabor hispano. Nos hemos parado junto a local llamado “Cosita rica”. La calle corre en paralelo a la Avenida F.D.Roosevelt y a la línea de metro 7. La línea de metro está encima de la Avenida. Multitud de pequeños negocios pueblan la Avenida llena de colorido y vida. Nos tomamos un zumo de mango que estaba “rico” y unas tortitas que aún no sé que eran, tal vez de mango, que eran pesadísimas de digerir. Del barrio latino nos hemos dirigimo a la siguiente estación. Nunca la distancia es tan profunda como nuestras propias costumbres y creencias.

La siguiente era el distrito de Brooklyn. Lo que buscábamos era el barrio de los judíos ortodoxos. En los barrios de Flabush y Midwood, se halla la mayor comunidad del mundo de judíos ortodoxos fuera de Israel.

Nos ha explicado sus costumbres y sus reglas y preceptos. No sé si su explicación era meramente informativa o había prejuicios, pero en todo caso, nos ha explicado algunas costumbres de las cuales no había reparado. Hay que decir que el pueblo judío es diverso. Nos explico que las mujeres casadas –judíos ortodoxos-, se rapan el pelo como símbolo de pureza. Llevan un pañuelo en la cabeza o bien pelucas cuando salen a la calle, todas las que vimos llevaban pelucas del mismo tipo. Contrasta esto con el cabello y las barbas de ellos. El barrio que vimos en Brooklyn era deprimente. Se veían a judíos ortodoxos con teléfonos móviles, nos dijo nuestro cicerone, que en general, en sus casas no hay nada de las comodidades que poseemos los demás. Las mujeres casadas no pueden trabajar, pues, están al cuidado de los hijos. Las niñas, nos dijo, a partir de un cierto nivel escolar dejan de ir a la escuela, mientras que los chicos son el tesoro de las familias, los padres de las hijas tienen que pagar una dote a los padres del novio. Los matrimonios se hacen través de las familias. Nos hizo una comparación con los gitanos. ¡Viva la antropología!

No sé como explicar la sensación desde nuestra pecera –el autobús- acerca de lo que nos dijo. Las calles por las que circulaba nuestro autobús no hacían pensar en una comunidad muy prospera, pero, las apariencias engañan. Las viviendas estaban deterioradas, pero no vimos más que algunas manzanas de viviendas y la zona es mucho más grande de lo que nos enseñó. Salimos de allí, felicitándonos de no ser como ellos. Sabiendo lo que les pasó en el pasado, deben pensar que mejor solos que mal acompañados.

Después de esa descripción poco atractiva de las costumbres (mitzvá), nos dirigimos hacia el famoso puente de Brooklyn. Algunos de nuestros compañeros ocasionales del autobús se han bajado para atravesar el puente a pie. Nosotros no lo hemos hecho, porque el día era brumoso y la visibilidad era mala, el bochorno era intenso. Nos han llevado al final del trayecto que era en Canal Street.





De nuevo en Manhattan, Canal Street está en la zona de Chinatown. Al salir del autobús el bochorno se ha hecho presente de inmediato eran las 13h. Hemos visto una multitud de negocios dedicados a las joyas, muchísima gente de origen asiático. Como lo que hemos visto no parecía nada atractivo, nos hemos internado hacia lo que se denomina Little Italy, a través de la calle Mulberry Street. La calle es simplemente una cadena de restaurantes con disfraz italiano. Hemos buscado un restaurante y el que nos ha parecido más adecuado hemos entrado al final en el Café Napoli, junto a la calle Hester. Había menú, pero al final, con los extras, ha salido por el precio estándar.


Después hemos cogido la línea 6 hasta la calle 86 para ir al Guggenheim. La distancia era enorme. Y cuando hemos llegado y visto el singular edificio, ¡resulta que estaba cerrado! No nos habíamos enterado que ese día justamente cierran. Hemos caminado por la 5ª Avenida que llaman en esta zona la Museum Mile, para alcanzar el Museo Metropolitano. Eran las 15.30h Hacía calor y hemos decidido entrar a pesar que cerraban a las 17.30h. Tiempo insuficiente, pero al menos era algo. Hay que decir que los espacios son luminosos y espectaculares. La sala del antiguo egipcio es impresionante. ¡La arqueología es otra palabra para decir saqueo! Hemos visto un sinfín de cuadros de todo tipo y épocas. La historia del arte exhibida en un recinto cerrado, eso es un museo. Los tesoros de la creatividad humana expuestos para la mirada ávida de los turistas. Ni que decir tiene que todos, además de ver con nuestros ojos remachábamos la jugada con el vídeo o la digital. ¡Hay de los derechos de autor! A las 17.15h han empezado a invitarnos a desalojar el recinto. El tiempo ha pasado volando. Hemos comprado algunas postales y posters. Después a la calle. Y allí nos esperaba el calor. Hemos vuelto a coger el metro y su línea 6 hasta dejarnos cerca de nuestro hotel. Hemos podido recuperarnos del calor y después hemos ido a cenar. Hay infinidad de restaurantes, pero nosotros hemos elegido uno que ya habíamos estado. Aquí, la opción era sencilla. Como en todos estos restaurantes tienen lo mismo, la opción a elegir consiste en que esté cerca del hotel y se coma pasablemente. Así que nos fuimos al Ashtons Alley. He cenado estupendamente. Las cervezas, marca Adams, estaban bien frías. Después hemos hechos fotografías nocturnas. Ahora son las 10.25h en la televisión de nuestra habitación, sólo dan anuncios. Oír hablar a la gente y no entenderlos resulta frustrante. Mañana nos espera otra maratón……

divendres, 6 d’agost del 2010

NY (4)


Sigo despertándome a horas intempestivas, y después me cuesta dormirme. En la habitación el aire acondicionado es persistente y frío. Hay regulación pero muy limitada.



Hemos salido del hotel hacia Central Park cruzándolo hasta llegar al “Museo de Historia Natural”. El espacio es enorme y algunas salas son espectaculares. Brontosaurios, mamíferos disecados, minerales, en fin,naturalezas muertes. Más que museo es una cripta donde se apilan lo hecho por el tiempo y por la mano del hombre. Todo muy pulcro y ordenado. Resulta llamativo las salas de animales disecados, toda esa variedad congelada por la muerte y de la mano del taxidermista –me gusta esa palabra-. Asombra la enormidad de la ballena azul, pensar que somos capaces de llevar al borde de la extinción a esos animales extraordinarios es algo realmente asombroso. No dice nada bueno de nosotros. ¿Nos lavamos la conciencia con estas exhibiciones que son los museos?




Central Park es un lugar estupendo, atravesada por vías de circulación de vehículos y carril para bicicletas y corredores, lleno de árboles que cubren una extensión enorme 341 ha, es un auténtico oasis en medio de los rascacielos.






Después de salir del museo –mirar y contemplar todos esos tesoros sin vida-, agota. Así,pues, hemos salido al exterior, pero en éste hacía un calor sofocante. Hemos encontrado un restaurante cercano al museo con un menú estándar. El local se llama Isabella’s, 359 Columbus Ave. El local era agradable y con una decoración elegante y sin ostentación. Un camarero muy atento ha servido los platos. La comida era muy poco variada. Siempre ponen demasiado de todo. Son excesivos. Después hemos seguido hasta el metro en dirección a South Ferry en Battery Park que es fin de trayecto. Hacía un calor enorme dentro del metro. Afortunadamente, dentro de los vagones hay aire acondicionado. Al salir de la estación estaba la bahía en la que se ve la Estatua de la Libertad. Hacia caliche y la visibilidad no era muy buena. El calor era demoledor. Después hemos subido por Broadway, hemos ido subiendo y desviado para entrar en Wall Street el sector financiero. A la entrada de la bolsa había policía y un perímetro de seguridad para que los “amos del universo” sigan engrasando la maquinaria universal. Y sin solución de continuidad, el calor era en ese momento asfixiante, eran las 15h, nos hemos aproximado a la Zona Cero. Hay obras para los nuevos edificios que se quieren hacer. Cuesta creer que el lugar donde se ubicaban las Torres Gemelas sean construidos otros edificios. Había obras y con el tiempo será difícil de creer lo que ocurrió un 11-S de 2001.



Hemos subido hacia el City Hall Park, junto al Ayuntamiento, y hemos contemplado el famoso puente de Brooklyn. Hemos cogido el metro, línea 6 hasta Lexington con la 51. Y de allí al hotel. Ahora estoy escribiendo esto a las 17.45h. Después de recuperar el aliento nos hemos ido a callejear y en el horizonte la cena. Hemos encontrado un restaurante junto a otro local de moda que se llama “Dos caminos” de comida “mexicana” pasada por el tamiz norteamericano. El local donde hemos estado era amplio, moderno, funcional y se llama Ashtons Alley. Nos ha atendido una argentina muy amable. Hemos cenado muy bien, dentro de los menús estándar que aparecen en todos los restaurantes. A esa hora unas cervezas nos han sentado estupendamente. Estábamos envueltos en grandes pantallas de plasma viendo competiciones de beisbol el segundo deporte nacional. Según los norteamericanos el fútbol (soccer) es aburrido, está claro que todo es acostumbrarse, a mi me parecía aburrido. Sobre gustos no hay nada claro. Gustos y hábitos hacen de nosotros lo que somos, por cierto, a los jugadores se le ve con sobrepeso, igual es una impresión subjetiva. Como curiosidad, una de las estrellas del beisbol de los Yankees de NY,de origen puertorriqueño, Alex Rodríguez posee el apartamento más grande y más caro de NY, junto a Central Park. El sueño americano.



El calor no dejaba mucha tregua, nos hemos dirigido al hotel. Ser turista es ser un agente en la misión de buscar novedades y tópicos, y ambas cosas agotan. Eran las 22h cuando cerraba la luz….. ¡Cómo puedo perderme el NY nocturno! Pues sí….

dijous, 5 d’agost del 2010

NY (3)


Son las 22.15h. Acabamos de llegar de Boston. La jornada ha sido agotadora y larguísima y la ganancia escasa. Aún no me he adaptado al cambio horario y me despierto cuando aún falta mucho para levantarse. A las 6h nos hemos puesto en marcha. Hemos desayunado en el hotel a toda velocidad. Teníamos que estar delante de una puerta, pero en el hotel hay tres salidas, así que no nos encontraban los del autocar que venían a recogernos. Había otro matrimonio con hijos que estaban en el mismo hotel. El autobús ha ido hacia el Bronx a buscar la 95 que lleva hasta Boston. Una parte de la ruta 95 es de pago. El trayecto se ha hecho largo, había mucho transito a esa hora para abandonar NY. Sobre las 12h hemos llegado a Boston y hasta las 15,20h nuestro cicerone bostoniano nos ha aturdido con una explicación prolija las virtudes de la ciudad. El calor era bochornoso e intenso. La ciudad es más asequible que NY. Quiero decir, que hay edificios altos, pero no es lo que más abunda, la ciudad ha crecido horizontalmente. Nos hemos acercado por sus Universidades y hospitales de renombre, aunque no hemos logrado aprender nada. Los hospitales son una combinación de saber, medios y eficiencia que se pone al servicio de los que puedan costearse los carísimos tratamientos. La inmensa mayoría de la población no puede ni acercarse a estos centros hospitalarios.



Nos hemos paseado por la Universidad de Harvard, pero el conocimiento no se ha pegado en nosotros. Es curioso que nos lleven a recorrer los edificios, cuando lo esencial se haya precisamente dentro de esos edificios con sus cuadros de profesores y los medios disponibles. Al final del paseo nos han dado dos horas de tranquilidad. Hemos ido a comer a un espacio dedicado a los turistas, el local imitaba el local de la serie Cheers que se haya en Boston. La comida era discreta. Después el calor era aún más intenso. Nos hemos refugiado entre las sombras que proyectaban los edificios y dentro de las tiendas y mercados que había.






He hablado con un matrimonio de Zamora. Hemos comentado lo extraño que es encontrar alguien de esa zona, desconocida para casi todo el mundo, nos ha dicho que sus políticos no han sabido vender lo mucho y bueno que tienen, por ejemlo, las ¡34 iglesias románicas que tienen¡



A la vuelta el recorrido se ha hecho igual de lente y la noche nos ha abrazado sobre las 8,30h. Al llegar a NY hemos atravesado una parte del  Bronx y parecía que estamos en otra galaxia. Había muy poca luz, las farolas están muy altas y la sensación era lúgubre y los edificios destartalados. A medida que subíamos por Lexington se iba iluminando más las calles y los edificios. ¡Toda luz se la lleva el centro¡. Deterioro y dejadez junto al glamour ostentoso de las luces de neón de Time Square. El abismo es tan profundo y endémico que supongo que se convive con ese foso que es cultural y económico y que no tiene perspectivas de reducirse a medio plazo, sino que más bien tiende a agrandarse. ¿Qué le pasa a la comunidad negra? Racismo, sentimientos de inferioridad, falta de educación, estructura familiar en declive, delincuencia, marginalidad son factores que deben condicionar es ascenso social. En una película de Spike Lee (Shelton Jackson Lee, 1957) titulada Summer of Sam (1999) unos de los personajes negros le dice a otro, ¿por qué los asiáticos tenían un negocio y ellos no tenían nada? Y el otro le contesta, “pero, si tú no quieres trabajar”. Lo cierto es que si he visto trabajar pero en tareas subalternas. También los he visto con trajes y corbatas, junto a los hispanos acaparan casi todos los trabajos más modestos.

Después de esta digresión, volvemos al hotel. Después del día agotador, ¿quién puede pensar que nos vamos de marcha?. Mañana será otro día…

  

Satisfacción y justicia



Agirresarobe y otro asesino de ETA jugaban en el mismo club de rugby. La detención del presunto asesino de Joseba Pagazaurtundua es una noticia que demuestra la miseria moral en  la que ha sido sometida la sociedad vasca no nacionalista. Un asesino que a cara descubierta asesino a Joseba Pagazaurtundua ha vivido en la impunidad más absoluta a solo unos kilómetros donde perpetró el presunto asesinato. Mientras los familiares de Joseba tenían que pasar por todo el infierno que tuvieron que pasar, el presunto asesino, se dedicaba a sus actividad, que incluía el deporte. Las declaraciones de sus familiares son un ejemplo frente a la miseria moral de los auxiliares de ETA.







dimecres, 4 d’agost del 2010

NY (2)


El día ha sido agotador. Son las 20.30h y estamos en el hotel rendidos. La mañana empezó en el propio hotel con un desayuno de lujo, a precio de diamante. Al salir del hotel hemos ido al Empire State Bulding, hacía un día radiante, hemos llegado a las 9.10h. No había sorpresas en el edificio, ni Gozilla, ni King Kong, ni nada extraterrestre para acabar con el edificio. Sólo había que hacer cola, pasando por el arco de seguridad de turno, la preceptiva foto oficial y después de serpentear hemos accedido a las taquillas, hemos comprado un ticket para ir a seis lugares turísticos a un precio de 78$, incluía el Empire State. Hemos subido a la planta 80 y después de haber hecho trasbordo hasta la 86 donde estaba el mirador. No me imagino a Cary Grant y Deborah Kerr (An affaire to remember,1957) teniendo que hacer todas las colas que hay que hacer para encontrarse arriba del mirador, pierde cualquier halo de romanticismo. Eran otros tiempos. 


 

Las vistas son extraordinarias y extensísimas, el mirador permite una panorámica de 360º NY a nuestros pies. El día era luminoso y se presentía que haría un calor sofocante. Claro que no eramos los únicos, había ya muchísima gente clicando sus digitales. Somos los turistas unos maniacos del instante. La tecnología ayuda en esa labor. No había espacios vacíos para acomodarse y disparar nuestras cámaras ya fueran de vídeo o fotográficas. Después hemos bajado y recogido la “foto oficial” (25$), hemos salido hacia Flateron. Empezaba a hacer calor, pero a la sombra de los edificios mastodónticos se podía andar, pasaba una brisa reparadora. Justo al lado del edificio Flatiron se encuentra Madison Square Park donde nos hemos tomado un merecido descanso. Hacía calor. Entre la 5ª Avenida y Broadway se encuentra el edificio que en su momento fue el más alto del mundo. Fue edificado por George A.Fuller y mide 87 metros y 22 pisos y fue acabado en 1902. Era una auténtica proeza de la arquitectura. El edificio es una construcción muy singular en forma de triángulo.
 

La caminata ha sido larga e intensa. Hemos llegado al final de la 5ª Avenida hasta la plaza Washington Square Park. Había en ese momento un grupo de personas que filmaban no sé si una serie, un spot publicitario o una película. Junto al parte se alza al inicio un arco de triunfo dedicado a George Washington. Hacía un calor justiciero. Al otro lado de la plaza, junto a una fuente, se alza la Judson Memorial Church (1890), en el Greenwich Village. Es una mezcla de estilos y destaca la torre.  

Después nos hemos ido por donde habíamos vuelto, por la 5ª Avenida, nos hemos hecho una fotografía en el edificio nº1 de la 5ª Avenida, edificios regios y exclusivos. A las 12h hemos entrado en un pequeño restaurante Danal Restaurant & Bar, el local está en el nº 66 de la 5ª Avenida. El local tenía encanto, hemos comido bien y a un precio muy razonable. Había en ese momento pocos comensales.

Después hemos girado hacia Lexington Ave, donde nos hemos encontrado con todos los restaurantes habidos y por haber. El calor en ese momento era asfixiante. Nos hemos cobijado dentro de Central Station. La palabra para describirlo es impresionante. Un auténtico coloso, las llamas estaban afuera esperándonos. Impresiona pensar en los andes de los trenes tan cercanos, he contado hasta 114 tracks (andenes). Había restaurantes  y mucho espacio. Había diferentes restaurantes y tiendas. Acceso a los trenes y al metro. Después, sobre las 14h,hemos salido hacia el exterior, el sol era en ese momento abrasador, hemos alcanzado el hotel donde hemos podido recuperarnos. Estamos agotados.

Después del descanso reparador, hemos vuelto a las andadas, aquí, la expresión es literal. Hemos ido por la 5ª Ave, en dirección a Central Park, hemos entrado en la tienda de Appel junto a Central Park y el hotel Plaza. El espacio es subterráneo pero lleno de luz debido a las cristaleras y el tragaluz en forma de ascensor que inunda de luz el recinto. Había una multitud, parecía que regalaban todos los productos de la tienda. Supongo que había más gente tenía ganas de tocar los i, que comprarlos. Hay que reconocer que el marqueting de Appel es eficaz y sugestivo. Después de dejar a Appel hemos vuelto a la superficie para seguir nuestro recorrido, a través de la calle 59 en Central Park South. Los edificios y hoteles deben tener unas vistas espectaculares. Todo tenía el aspecto de lujo. Andando hemos pasado por edificios singulares, como el restaurante Petrossian, -182 O de la calle 58-, ubicado en el edificio histórico de Alwyn Tribunal de Justicia el West Side de Manhattan, a una manzana del Carnegie Hall y a cuatro del Lincoln Center. El edificio es notable. No sé si  se come bien, aunque tenía todo el aspecto de ser caro.

Hemos recorrido la 7ª Ave, hasta llegar a Time Square. Había muchísima gente y hacía un calor enorme. Las luces de neón nos recordaban que estamos en la meca de los anuncios y las marcas. Había mucha policía en todo el trayecto, junto a los hoteles, las esquinas, se hacían notar. Hemos subido después de las fotografías de rigor hacia Broadway hasta llegar a Bryant Park un pequeño oasis de árboles y sillas para poder descansar. Detrás de nosotros, mientras nos tomábamos un granizado de limón, a nuestras espaldas la gente hacía cola para ocupar el centro de la plaza donde se proyectan películas al anochecer. Mal recuperados nos hemos puesto en marcha sobre las 19h, hemos subido por la 42 st, hasta llegar otra vea a Central Station. Hemos entrado en un restaurante cuya especialidad es el pescado. El local se llama “Oyster Bar & Restaurant”. El local es enorme nos han preguntado se habíamos reservado, como no lo habíamos reservado nos han llevado a otro salón más pequeño que el central. El suelo estaba sucio, pero la cena estaba muy bien. Al final se ha ido llenando el local donde estábamos. Había unos asiáticos – ocho hombres y una mujer- celebrando algún acontecimiento. Una de las cosas que llama la atención son las diferencias entre el personal. Había personas mayores haciendo tareas muy simples, por ejemplo, llenarnos el vaso de agua con hielo que es una tradición. No debe ser fácil sobrevivir en esta jungla. Quien nos podía agua era de origen hispano.


Después hemos ido en paralelo hacia a calle 41 st, hasta desembocar en la 5ª Ave., y vuelta al hotel. El día ha sido intenso y sobre todo extenso, por el recorrido. Es evidente que cuando queramos ir a la zona cero, habrá que coger algún medio de transporte. Mañana nos espera una excursión a Boston, habrá que madrugar. Así que mañana habrá más…



dimarts, 3 d’agost del 2010

NY (1)




Son las 20,20h de NY. Hemos salido de casa a las 7h. Nos ha llevado un taxista que conducía un Audi. El trayecto ha sido rápido, pues, no había transito. Hemos ido por la Ronda de Dalt hasta llegar a la T1.

La entrada a la T1 estaba llena de taxis y se hacía dfícil aparcar. Nos ha dejado a la puerta deseándonos lo mejor, hacía bien su trabajo. No había mucha cola, faltaban tres horas para el vuelo. Había en ese momento más gente con destino a Atlanta que a NY. Después de facturar las maletas nos hemos ido hacia el control de pasajeros. Arcos de seguridad, un simulacro del arco de triunfo de los nuevos tiempos que corren. Máquinas para controlar los equipajes de mano. En fin, desde lo del 11-S se ha hecho habitual y que todos cogemos como un mal menor, a pesar de que todos somos sospechosos.  Después no hemos dirigido a la puerta de embarque, otro control, y el policía que atendía al puesto nos ha indicado que una vez dentro ya no podía volver a salir. Lo decía porque las tiendas libres de impuestos –paraísos fiscales del consumo-, estaban al otro lado del puesto. En la zona para nuestro embarque había muy poca gente, así que hemos aprovechado para tomarnos unos cortados. A medida que se acercaba la hora había más gente y ahora había que hacer cola en el bar para tomarse cualquier cosa.

Una de las extrañas paradojas de estos tiempos tan confusos es que mientras las compañías aéreas pierden dinero, nunca como ahora se había viajado tanto. Cuando faltaba poco para nuestra salida de ofrecían hasta 1000$ por pasaje si se renunciaba a ese vuelo. El avión estaba lleno. Delta Air Lines debe estar satisfecha. El pasaje era mayoritariamente norteamericano. El resto supongo éramos los turistas que íbamos  a NY en vuelo directo desde Barcelona.

Una vez dentro, 11.15h se nos ha hecho esperar casi una hora. No sé la causa. ¿Los famosos controladores? En el avión hacía frío, pero íbamos preparados para ello. Nos ha tocado ir a la altura de las alas. Todos apretados, excepto, los de primera clase, que ahora se llaman  Business Class y Economy Class. Agobiante. El vuelo ha durado 8.15h. La ruta seguida ha sido ir hacia Oviedo, Atlántico norte, zona de Terranova, Halifax y NY. Resulta útil la pantalla que tenemos enfrente del asiento y que permite ver películas, la mayoría en todas las lenguas, excepto, en castellano. Sólo alguna lo estaba. En catalán, ninguna, a pesar de que se sale de Barcelona.




Junto a la estrechez un bebé que no tenía intención de dormirse y sí de gritar a pleno pulmón ha hecho más incómodo el viaje. ¡Tengo que pedir un aumento de sueldo y un jet privado! Y después del trayecto por el Atlántico, NY.

Hemos aterrizado sin contratiempo, cuando los hay, siempre se sale en la TV para informarnos de la catástrofe de turno. Por milagros de la latitud eran las 14.30h. Salida hacia el control de pasaporte en el JFK. Espacio claustrofóbico, lleno de gente y al final, control de aduanas. Nos ha tocado en nº 8 que no había manera de que avanzara. En la cola he visto a T. El mundo es un pañuelo. La lentitud se explica porque en el control hay que pasar por la toma de huellas dactilares vía digital y fotografía. Todo resulta excesivo. Hay que pensar que el 11-S los atentados se perpetraron dentro del espacio interno, no venían de fuera. Estaban dentro. Así que estas muestras de control son fundamentalmente una coreografía de la seguridad. Al parecer estas fotografías se eliminan al cabo de un cierto tiempo. Una hora de esperar en total para poder cruzar el umbral que nos dejamos acceso a NY. Hemos cogido el equipaje y hemos salido por la puerta hacia el exterior. Allí nos esperaba nuestro contacto que nos ha llevado desde el JFK al hotel. Llovía. Nuestro cicerone es de Colombia, nos ha llenado de datos fácilmente olvidables.



El recorrido desde el aeropuerto JFK ha sido relativamente rápido. Hemos ido por Queens pasando por el parque Flushing Meadows y las torres de la Feria Mundial que aparecen en la película Man in Black. Nos ha dejado en el hotel. Desde el hotel se ve el abside de la Catedral de San Patricio en la Avenida Madison.

Hemos ido a pasear y los pies nos han conducido a  Central Park. Estaba cerca del hotel. Hemos ido a un restaurante con nombre italiano. Alfredo of Roma. El local estaba bien, pero la comida no era para echar cohetes. Estábamos cansados y agotados, en casa eran las 4 de la mañana. Por cierto, en la 5ª Avenida está lleno de carritos de comida rápida que impregna toda la Avenida llena de tiendas exclusivas, una mezcla chocante de fritangas que envuelven las aceras y a sus transeúntes que se introducen en las tiendas con ese peculiar olor. Hacía un bochorno de primera. Seguiremos..