Oriente Medio vuelve a
ser el escenario para una próxima guerra. Después de los ataques
gubernamentales contra la población civil, la guerra lleva instalada desde 2011
hasta la fecha la escalada –eufemismo- de atrocidades del régimen de Bashar el-Asad,
junto con las reacciones de los diferentes grupos de resistencia, demasiado heterogéneos
en sus intereses y de difícil adscripción política.
Los ataques de agentes
químicos, aún por determinar su autoría debido a la dificultades para verificar,
del día 21 del presente mes, con un resultado de cerca de 1300 personas
asesinadas, ha podido ser el detonante que USA y la Bran Bretaña piensen
seriamente en una intervención militar de carácter táctico, es decir, debilitar
el sistema militar del régimen sirio. Es evidente que para llevar a cabo dicha
acción, el gobierno de Israel habrá dado el visto bueno.
Las intervenciones
norteamericanas se caracterizan por el resultado catastrófico para la población
civil de los países afectados. Irak, Afganistán, han sido un ejemplo de la
dificultad de implantar modelos irreales a sociedades complejas.
Las intervenciones “humanitarias”
deberían ser la excepción y no la regla. En el caso de Siria, el ataque con
agentes químicos contra la población civil puede ser una medida adecuada, pero
la “intervención” debe ser exclusivamente, contra el gobierno y los mando del
ejército que han posibilitado el ataque. ¿Qué gobiernos han apoyado y enviado
material químico? ¡Espero que no sea Rusia y China! El escenario no podría ser
más calamitoso para la sufrida población civil de Siria.