Erase una vez un país pequeño rodeados de gigantes y un país hermano que quiere su ruina. Todos los ojos están mirando a ese país heroico que es la patria de los felices trabajadores. El mundo conspira para desbaratar su utopía que se ha creado con tantos esfuerzos y sacrificios.
Todo empezó de mala manera. La invasión japonesa, primero, después la división entre el norte y el sur y su adscripción a las órbitas de EE.UU y la Unión soviética como consecuencia del reparto después de la Segunda Guerra Mundial, hizo emerger al líder Kim Il-sung que gobernaría con maestría suprema desde 1948 hasta su muerte en 1994. Sin embargo, La división de la península de Corea se estableció de forma artificial mediante la división por el paralelo 38. Las tensiones y provocaciones hicieron que el heroico gobierno de Kim tuviese que emprender medidas de castigo contra la pérfida Corea del Sur, un bastión de la plutocracia capitalista. Se inicia el 25 de junio de 1950 la Guerra de Corea. La guerra duró tres largos años. Los excepcionales dotes de Kim hizo que los estadounidenses salieran derrotados y se estableciera mediante los buenos oficios de la ONU un armisticio y la creación de una zona desmilitarizada entre ambos países.
Desafortunadamente, el piloto y navegante Kim Il-sung, una bendición de los cielos murió. El partido de los trabajadores en un Congreso sublime dio el cargo para suceder al único e inimitable Kim, otro Kim su hijo que llevará a cabo lo empezado por Kim padre. Así, Corea del Norte, se ha convertido en la primera república popular que trasfiere el poder vía dinástica. La prensa occidental, envidiosa de los logros excepciones de Corea del Norte ha difamado y calumniado con noticias falsas, como que entre 1995-1998 el país sufriera una hambruna que según The Econimist llevó a la muerte entre seiscientos mil a un millón de personas, según estimaciones conservadoras. Además, se insinuó que el gobierno legítimo del pueblo rechazó la ayuda ofrecida por occidente. Ahora, Corea del Norte, vuelve a estar en primera página, no porque se anuncien que tiene la bomba atómica, sino porque una vez más, la envidia corroe a los enemigos del pueblo elegido por el destino: Corea del Norte. El sagaz Kim Jong-il ha propuesto a su hijo Kim Jong-un como legítimo sucesor para dirigir los destino del país.