“En la actividad política, por tanto, los hombres navegaban un mar que no tiene límites ni fondo; no hay ni puerto para resguardarse ni suelo para anclar, ni punto de partida ni destino fijo. La tarea consiste en mantenerse a flote y en equilibrio; el mar es a la vez amigo y enemigo; y el arte de navegar consiste en utilizar los recursos de una forma de comportamiento tradicional para convertir en amiga toda situación hostil*” (pág.148)
*Nota 7. (…) “O entienden la política como el llegar a unos acuerdos necesarios para un grupo de náufragos que no renuncian al pensamiento de que van a ser “rescatados”?
La frase debería ser un buen antídoto contra a la pretensión de la política como una varita mágica que todo lo puede solucionar de manera instantánea y permanente. Ahorrándose así, la funesta manía de pactar, consensuar, rebajar expectativas.
Michael Oakeshott, Ser
conservador y otros ensayos escépticos, LB. Alianza editorial, Madrid, 2017