Día 5 Lago Inle/ Kalaw
Las cosas pequeñas se hacen grandes en nuestras manos expertas
Al filo de las cinco de la mañana me he despertado –es un síntoma que me estoy haciendo mayor, antes no pasaba-. Como estoy en un hotel, tenía una buena excusa para no arreglar nada, ni preparar nada, por ejemplo, el desayuno, así que he intentado dormir, pero sin éxito. Sobre las 6.15h he salido a tomar fotografías. Después de ducharme y sacar las maletas, nos hemos ido a desayunar como los príncipes de antaño y hogaño. El escenario era espectacular. La luz del día hacía resplandecer una naturaleza que convenientemente alterada por urbanistas y jardineros, ofrecía una magnífica visión del lugar a la luz del día. He desayunado lo que los campeones necesitan, en mi caso más dulce que salado. Había para satisfacer hasta al más exigente. Seguro que todos nos hemos vuelto muy exigente. Sólo pensarlo da risa, teniendo en cuenta que en casa, se desayuna lo que se puede.
Hemos vuelto al bungaló para comprobar que no nos dejamos nada, y a las 8.30h hemos emprendido el viaje en carretera. ¡Adiós a las canoas-con-motor! Hemos puesto el salacot dentro de una bolsa y nos lo han llevado en el autocar. ¡No cabe en la maleta!
El trayecto ha sido muy entretenido. Hay dos entradas al hotel, vía fluvial por un canal fluvial, y el otro acceso es la carretera Inle Lake West Corridor Rd. Hemos subido al autocar, hay normas de grupo para colocarse en los asientos, es estricto orden de lista. Puede parecer absurdo, pero es una excelente idea para evitar tensiones. Como los autocares son grandes, siempre hay la posibilidad de cambiar de asiento. Gran cantidad de cultivos adornan el trayecto: caña de azúcar, maíz, abarcaban gran parte de los cultivos, además de arrozales. Hemos pasado por la Pagoda Inn Tain, hemos seguido el camino básicamente lleno de cultivos y salpicados por algunas construcciones, viviendas y alojamientos. Hemos seguido la carretera, la circulación era fluida. Hemos llegado a un cruce, y nos hemos dirigido a Kalaw. A pocos kilómetros a nuestra izquierda se encuentra Bawa Than Yar Bridge, He Hoe, hemos pasado por algunas gasolineras, por Innkhaung, a través de la Taunggyi Tarchileik Rd.
Nuestro diligente guía Naing nos ha explicado el proceso de construcción de los palafitos –casas que hemos visto en el Lago Inle, y los huertos flotantes-. El ingenio humano es realmente notable. También nos ha explicado como antiguamente se enterraban a los muertos en el Lago Inle. El proceso era más o menos así: Se le enterraba en una caja de madera con orificios, se le sumergía en el lago y se dejaba la naturaleza hiciera el resto. Así los peces y anguilas se introducían en el ataúd, se daban un buen festín, y al cabo de un tiempo, los peces no podían salir del ataúd, debido a que no cabían por los orificios por los cuales habían entrado.
Explicaba que los amigos del finado, volvían al cabo de un tiempo a recoger el ataúd, lo abrían y se comían a los peces que habían sido atrapados, todo este proceso supone cerrar el círculo de vida y muerte: el hombre como peces y los peces comen hombre, en una rueda eterna. Esta costumbre –nos habla de tiempos muy lejanos siglo XVI-, parece poco probable que desapareciera de manera instantánea, así que la costumbre debió de alargarse mucho más allá.
Durante el trayecto, hemos tenido la oportunidad de presenciar desfiles, lleno de jolgorio y fiesta por todo lo alto. Hay dos grandes festividades la primera es La fiesta del agua y el Fin de Año budista en Myanmar, en el mes de abril, durante 4 días consecutivos, se celebra el Fin de Año budista. La segunda fiesta que es la que hemos visto es el festival de la Luna Llena de Tasaungmon, que en el calendario budista marca el final de las lluvias. Los agricultores celebran la buena nueva con bailes tradicionales y ofrendas en los templos principales. La exhibición era notable, los niños y niñas, separados iban de punto en blanco. Sus caras reflejaban la importancia del acto. La inocencia de sus caras demuestra que todos nosotros, estamos más hermanados de lo que nuestras particularidades nos hacen creer. La casualidad nos ha permitido contemplar un acto social en el que religión, costumbres (cultura) se dan la mano. Ha sido gratificante poder contemplarlo.
Hemos continuado el viaje y al cabo de unos kilómetros, en otro pueblo, el autocar se ha encontrado con otra procesión. Esta vez los protagonistas eran jóvenes. Cada grupo iba vestido de forma distinta, pero la ropa no era tradicional como en la primera, sino muy occidental. Nos han hecho desviar de la carretera principal que atraviesa el pueblo, nos hemos adentrado por dentro del pueblo. Hemos pasado junto a un mercado, cerrado, decrépito y desastrado, el contraste entre la calle principal y la zona por donde hemos pasado, sin asfaltar, era muy llamativa.
Finalmente, hemos llegado a nuestro destino. Nos hemos desviado de la carretera principal, el conductor nos ha llevado hasta una bifurcación donde hemos descendido para emprender nuestra excursión a pie, ahora es de buen tono decir treking en el lenguaje políticamente correcto.
El inicio de la caminata había un edificio a medio construir. El camino conducía por un camino de tierra, bien marcado y en buen estado. Nuestro guía Naing nos ha explicado que la tierra es propiedad de los agricultores, domina el minifundio. Había huertos con verduras y frutas exóticas (desde nuestra perspectiva).
Poder contemplar frutas exóticas o especies es algo que uno no está acostumbrado. Nuestra ignorancia sea de los productos de casa o del otro lado del mundo es proverbial. Hemos pasado por un sendero muy estrecho entre arrozales y hemos podido contemplar un buey bañándose entre el agua y el lodo. Empiezo a creer que la organización del viaje ha puesto al buey para dar sabor y color a la excursión, o tal vez son imaginaciones mías. Ha sido un momento digno de un viajero sentimental. Hemos continuado el recorrido, con paradas para “recoger flores” –expresión poética-. Es la manera de decir que tienes que parar para aliviar tus necesidades fisiológicas. Hemos ido ascendiendo con tranquilidad, hemos hablado de las elecciones, los resultados de las elecciones generales nos había caído lejos. Suerte que el voto por correo, hace que uno haya participado. Comentábamos los resultados, las sorpresas negativas y las posibilidades de formar gobierno. Como el grupo es muy diverso, había opiniones para todos los gustos. Hemos visto dos todoterrenos que nos han adelantado. Hemos ido subiendo una pendiente suave pero pronunciada y hemos podido contemplar un valle profundo y verde y a lo lejos un pueblo con sus casas coloridas, el pueblo o aldea, se llama Hin Khar Kone, una aldea Palaung –eso indica en el prospecto de viaje-. Hemos ido atravesando plantaciones de té, naranjos. La tierra es muy fértil, debido a las lluvias y sus características geológicas. Creando un microclima muy favorable para la agricultura.
Al entrar en la aldea, unos árboles impresionantes nos daban la bienvenida. Las raíces eran descomunales, nos han dicho que podría tener mil años, solo de pensarlo da vértigo. Esos árboles han visto de todo, pero una simple herramienta, puede destruir lo que la naturaleza tarde cientos de años. Por eso, el ser humano es su peor enemigo, porque es capaz de destruir su propio hábitat. Un templo budista era el centro de la aldea. Había personas que nos miraban no sé si con esperanza, sorpresa o resignación. Nos han hecho entrar en una casa donde han preparado la comida. Esas personas viven, supongo del turismo, probablemente es más descansado que trabajar el campo. Una comida modesta pero sabrosa nos ha despertado el paladar, eran las 12.30h. La estructura de la comida era igual a los demás sitio donde hemos ido a comer. La comida era muy correcta. El arroz llevaba encima un revuelto de huevo. Está bastante bueno. De postre fruta de temporada, sandía y papaya (no estoy seguro), de bebida té.
Una vez comidos, ha llegado la hora de ataviarse con trajes multicolores. La casa restaurante, también ofrecía prendas típicas de la zona. Todas nuestras compañeras han pasado por las fotografías de rigor. Los colores vivos las favorecían muchísimo.
Mientras comíamos, hemos visto aparecer por el camino que nosotros después cogimos de bajada a un grupo de turistas que llegaban a la aldea, y es más que presumible que comieran allí. Después un descenso largo y tortuoso hacia el valle. Un desnivel que ha castigado las rodillas y las piernas de todos.
En la bajada muchos compañeros han ido a ritmos diferentes. Cada uno ha ido escogiendo sus interlocutores para hablar durante nuestro trayecto. Es una buena manera de ir conociéndonos. A lo largo del trayecto, había tres personas que cuidaban de nosotros. Nuestro guía, Naing, y dos jóvenes que con chancletas nos han acompañado discretamente. Es una desgracia no conocer el idioma o saber más inglés, para poder hablar con ellos. Hubiera sido muy instructivo. En los últimos metros ha empezado a cae gotas. Hemos visto bambú amarillo-verdoso, lo he tocado, y transmitía una fuerza y resistencia notable, no me extraña que utilicen para hacer estructuras de andamiaje en la construcción de casas o rehabilitación de ellas.
Sudorosos, hacía mucha humedad, hemos alcanzado la carretera principal que conduce a Kalaw. Había un puesto de fruta. Después de unos 20’ hemos llegado a Kalaw. Sin embargo, nuestro hotel no estaba al lado de la ciudad, sino que estaba lejísimos, en medio de pinos una carretera que jugaba con ser de una dirección y poblado de campos de arroz. Esta zona era la segunda residencia –en verano- de los ingleses en su época colonial. Finalmente, hemos llegado al hotel Kalaw Hill Logde. Nos han ofrecido un té con jengibre que picaba al paladar, era su manera de decir, que habiendo tantos hoteles hubieran escogido el suyo que está en el quinto pino. Recoger las llaves y una ducha reparadora después de nuestra excursión. ¡No había piscina! El lugar era bello y la habitación también lo era. A las 19h cena. Al lado del hotel hay un monasterio, y la procesión de fieles ha pasado justo al lado del bungaló. Tengo dudas de su espontaneidad. La cena ha sido un poco rara. Nos han dicho que había barbacoa, he imaginado lo que después no se ha confirmado. No había cantidad y si raciones muy pequeñas. Nos ha tocado una parte de la mesa que resultaba incómoda debido a las patas de la mesa, así que hemos abreviado.
Ahora son las 22h hace más bien fresco. Dormiremos tapados. Maña nos espera otro larguísimo día en autobús hasta Mandalay, siguiente parada en nuestro periplo turístico.
Ahora son las 22h hace más bien fresco. Dormiremos tapados. Maña nos espera otro larguísimo día en autobús hasta Mandalay, siguiente parada en nuestro periplo turístico.