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divendres, 5 de gener del 2024

Nit de Reis




Amos Oz, Contra el fanatismo. Contemporánea. Debolsillo. Barcelona, 2005. Tres artículos que componen este libro. El primer artículo se titula Sobre la naturaleza del fanatismo (p.9-43)

“¿Cómo curar a un fanático? Perseguir a un puñado de fanáticos por las montañas de Afganistán es una cosa. Luchar contra el fanatismo, otra muy distinta”(pág.11). Lo sucedido el 11-S no fue una lucha entre ricos y pobres. “No. Es una batalla entre fanáticos que creen que el fin, cualquier fin, justifica los medios. Se trata de una lucha entre los que piensan que la justicia, se entienda lo que se entienda por dichas palabras, es más importante que la vida, y aquellos que, como nosotros, pensamos que la vida tiene prioridad sobre muchos otros valores, convicciones o credos.” (pág.12) La actual crisis  del mundo, en Oriente Próximo, o en Israel/Palestina, no es una consecuencia de los valores del islam. (…) Se debe a la vieja lucha contra fanatismo y pragmatismo. Entre fanatismo y pluralismo. Entre fanatismo y tolerancia” (pág.12). El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaísmo. (…) Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo.  (…) Desgraciadamente, el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera” (pág.13) 

(…) “En otras palabras, traidor, a ojos del fanático, es cualquiera que cambia. Y es dura la elección entre convertirse e n un fanático o convertirse en un traidor” (pág.20) 
 
La semilla del fanatismo se halla por doquier. Surge cuando  queremos cambiar al otro. Empieza en casa. Este fanatismo tiene graduaciones queremos cambiarlo a imagen de nuestros deseos. Ser fanático requiere de un clima adecuado para que esa raíz se desarrolle. Los ingredientes empiezan con la “conformidad y uniformidad, la urgencia por “pertenecer a” y el deseo de hacer que todos los demás “pertenezcan a, puede constituir perfectamente las formas de fanatismo más ampliamente difundidas, aunque no las más peligrosas” (pág.24-5)

“Creo que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar”. El sueño de cambiar a los demás para satisfacernos genera inevitablemente el conflicto, un conflicto que puede acabar en tragedia. Aceptar la diferencia es empezar a delimitar el fanatismo. Sin embargo, nadie quiere escuchar a nadie. Todos queremos tener razón en todo, es otra forma de fanatismo.  
“Volvamos ahora al sombrío papel de los fanáticos y el fanatismo en el conflicto entre Israel y Palestina. (…) En esencia, la batalla entre judíos israelíes y árabes palestinos no es una guerra religiosa. (…) Fundamentalmente, no es más que un conflicto territorial sobre la dolorosa cuestión: “¿De quién es la tierra?” (pág.31) Amos Oz pensaba que la cuestión era resoluble (2001)

Utilizando la frase de John Donne “Ningún hombre es una isla”, Amos Oz amplia la metáfora con la idea de “península”. “Una mitad conectada a la familia, a los amigos, a la cultura, a la tradición, al país, a la nación, al sexo y al lenguaje y a muchos otros vínculos. Y la otra mitad deseando que le dejen sola contemplando el océano. Pienso que deberían dejar ser penínsulas” (pág.39). (…) Ninguno de los dos bandos es una isla ni puede mezclarse por completo con el otro. Esas dos penínsulas deberían estar relacionadas y, a la vez, dejadas a su aire. Sé que es un mensaje poco usual en días de violencia, ira, venganza, fundamentalismo, fanatismo y racismo, campando a sus anchas en Oriente Próximo y en otras partes” (pág.40) 

“Por lo que se refiere al sentido del humor, imaginar al otro, reconocer la península que hay en cada uno de nosotros, puede constituir al menos una defensa parcial contra el gen fanático que todos llevamos dentro*” (pág.41)