En la revista Claves de razón práctica, nº 273 noviembre/ diciembre 2020, aparece un artículo de Víctor Pérez-Díaz, “El problema catalán y la búsqueda realista de un espacio de amistad” (págs.74-83). El texto contrasta con el comentado sobre el de Cayetana Álvarez.
El texto es un intento, de poner puentes en vez de minas. Sus palabras intentan ser muy cuidadosas y voluntaristas, acaso excesivamente gaseosas, pero que teniendo en cuenta cómo se aborda el problema, que él reconoce, son fuente de esperanza como el mismo apunta.
El propio autor, reconoce la existencia de “el problema catalán”. Por supuesto, no es el único problema que se le plantea a la sociedad, la pandemia y la situación económica son también otros problemas con lo que hay que lidiar –perdón por la metáfora taurina-.
Nos habla de su “nostalgias de medio siglo” recordando “ (…) Una Cataluña, en buena medida, casi prototipo de sociedad civil (y no “incivil”), al menos en su sentido restringido de mercados y tejido asociativo” (pág.75)
Habla de Cataluña en la Transición: “(…) Y es entonces cuando Cataluña parece, más que nunca, crucial. Crucial no para sí, sino para todos. Es lo que se corresponde con un “momento Tarradellas” que algunos entendimos hubiera podido fusionarse con un “momento Roca”(1984).”. (pág.76)
Ese “momento Roca” no prosperó, el autor no lo indica, pero el bipartidismo recientemente iniciado, hacia prácticamente imposible su existencia, tal vez, por eso, ese “momento Roca” paso.
Habla de desencuentros, que los sitúa en “julio de 2012, tras algunos años de crisis económica y debate estatutario, y con el trasfondo de una clase política con escasa autoridad moral y un tanto de ansiedad sobrada” (pág.77). La ocasión fue un texto, que no nombra, y que “viene a subrayar la complejidad, incluso la ambigüedad, de la sociedad española y la catalana sobre el tema del ajuste de Cataluña en España, y subraya un potencial de moderación y compromiso en lo que se refiere a las disposiciones y los sentimientos de los ciudadanos corrientes. (pág.78). La diversidad de problemas surgen directamente, de la simplificación, distorsión e ignorancia de los políticos (pág.78).
Su conferencia, bien fundamentada, elaborada, piensa él, y “me encuentro con tres críticas que me cogen de improviso y me suenan a tres rechazos frontales, radicales, del diálogo, y en cierto modo de la interlocución” (pág.78)
Tampoco explícita quienes criticaron la intervención, pero todas ellas se resumen en “el tiempo del diálogo había pasado”. (pág.79)
De las críticas a su “ingenua visión”, es capaz de extraer conclusiones positivas. Tres son los “aprendizajes posibles”:
1.- Ser capaz de al menos de “entender al otro como un objeto de análisis, y, de paso, auto-analizarnos” (pág.80)
2.- “Entender, por ejemplo, que parte de lo que ocurre es que estamos ante gentes que reclaman más atención a su condición de sujetos” (pág.81)
3.- “En el fragor del debate, solemos asistir al fenómeno de pérdida de visión del otro, o, dicho de otro modo, de infravaloración de su realidad” (pág.81).
Destaca un elemento, que el propio independentismo ha obviado, de manera imperdonable. Esos dos millones de personas que no se sienten indepen-dentistas. El debate se ha cerrado, no habla de la STS contra el independentismo. Las heridas abiertas son muy grandes. Seguro que hay interlocutores posibles para abrir ventanas de diálogo, pero las circunstancias y el tactismo de corto vuelo, lo hacen de momento estéril.
4.- “las relaciones ambivalentes pueden decantarse tanto por la enemistad como por la amistad” (pág.82). Habla de cautela “ser comprensivos realistas y razonables”: a la manera de quienes van por parte, y atentos al contexto y a las posiciones de todos, y entienden que el juego es de largo alcance, y las etapas se suceden en un proceso”(pág.82).
Invoca la esperanza para reconducir un diálogo que se perfila muy difícil pero que es imprescindible para “dar lugar a un espacio de respeto mutuo y de cooperación que a su vez nos aproxime al modelo de una comunidad cívica. Que se llame Europa, se llame España, se llame Cataluña, se llame de las tres formas al tiempo” (pág.83)
El texto como se ve quiere tender puentes no destruirlos, quiere invocar diálogo donde ahora mismo hay recelo y suspicacia, no será fácil reconstruir lo que se ha destruido, sobre todo, cuando se demoniza al otro o se le ningunea de una manera que lo que se quiere es su destrucción.