Hablar de los Juegos del Mediterráneo es hablar de manipulación. Un evento que el PP desde el gobierno se encargó de hacerlo naufragar en 2017, que es cuando debía haberse celebrado. La crisis, la falta de sintonía Estado vs Generalitat, hicieron imposible un evento que en principio debería ser unas pequeñas olimpiadas. Sin embargo, su arranque en un Estadio semivacío, a pesar, de haberse anunciado que las entradas estaban prácticamente agotadas, hizo de su inauguración con la presencia del Rey y las máximas autoridades del Gobierno central y de la Generalitat un espectáculo de segunda división.
Desde su inauguración el 22 de junio, una constante es la falta de público y la ausencia de esteladas. Hay varias posibilidades para explicar esa feliz coincidencia. La primera de ellas es que en su inauguración se “filtró” a los espectadores. No había esteladas, no hubo silbidos contra el palco presidencial, fue el primer gran gol contra el independentismo. La organización empezaba bien. No importaba demasiado si había poco público. Lo esencial es que en la retransmisión televisiva no se pudieran oír los silbidos que acompañan a Felipe VI en Cataluña.
Acto Inaugural
La otra opción, es que los independentistas, sólo les interese el Mundial, para ver como España pierde. Lo que hemos visto, no inspira demasiada confianza. El Mundial es un evento mediático deportivo, los grupos están pensados para que los dos grandes equipos puedan superar a los dos rivales, en principio, asequibles. Pero la mediocridad general, hace creíble el tópico: no hay enemigo pequeño.
Estábamos en esteladas y gradas vacías. Hay más deportistas que espectadores. Pude ver en TV (no recuerdo en que TV), el domingo, la prueba de triatlón, en la sede de Torredembarra. No había multitudes en la llegada, a pesar que el recorrido por esa zona era un escenario muy atractivo. Solamente y durante un momento hizo su aparición banderas amarillas y alguna estelada. Los locutores dijeron algo así como ya están estos de las banderas. Lo decían con mucha desgana, como si les hiciera rabia. Por cierto, eran los únicos que estaban presentes. Hay que reconocer que la meta estaba situada en un paseo estrechisimo, no hubo imágenes de la playa, podemos imaginarnos el motivo.
¿Qué ha hecho mal el Ayuntamiento de Tarragona? Si tuviéramos que creer a su responsable del Ayuntamiento, el tercer teniente de Alcalde –la nomenclatura, sigue anclada en el pasado-, Javier Villamayor, que se le asocia a Sociedad Civil Catalana, brazo activista de Cs, los Juegos deben ser los más extraordinarios de su historia.
Es evidente a estas alturas que el día 1 de julio, fecha de su clausura, el evento, habrá sido un auténtico banco de pruebas para futuras organizaciones, para hacer desaparecer las esteladas y a los independentistas. Nadie recordará nada de las pruebas, nadie recordará el por qué muy pocos asistentes habrán podido disfrutar de las diferentes competiciones deportivas. Las entidades deportiva de Tarragona se ha quejado de la falta de entradas para asistir a los diferentes competiciones. Tendrán que explicar porqué no han sido convidadas. ¿Tanto daño les causa que hayan esteladas? Es evidente que la respuesta es que sí.
Los tarraconenses, que en las últimas elecciones eligieron a Cs (27,35%), seguidos de ERC-CatSI (23,73%) y JuntXCAT (21,74%), etc. Así que en Tarragona, la opción nacionalista o independentista si bien no es hegemónica, tiene suficiente entidad para que sea visible, y sin embargo, se ha logrado el milagro de su invisibilidad. Sólo el Alcalde Josep Fèlix Ballesteros, del PSC, sabrá porqué ha preferido hundir los Juegos en la mediocridad.
En su artículo del 26 de junio José Antich, y su editorial “Los juegos del disparate”(El Nacional.cat), hace una reflexión que apunta a lo dicho anteriormente.
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