Cataluña se parece cada vez más a Italia. La cumbre
económica y social que debía celebrarse este sábado ha sido suspendida por la
falta de compromiso y discrepancias entre los diferentes partidos políticos. La
situación financiera de la Generalitat es tan grave que resulta llamativo que
la representación de la ciudadanía no sea capaz de llegar a consensos básicos
para poder establecer prioridades que importen a la ciudadanía.
Si ante una crisis de la envergadura y profundidad
de la actual, los partidos no son capaces de reunirse para llevar medidas urgentes
al gobierno central, entonces ¿cuándo? ¿para qué esos partidos? Se habla del
descrédito de la política y los políticos, la razón es que se lo están ganando
a pulso. Los partidos debería verbalizar la impotencia de la política ante la
economía. Deberían decirnos que las decisiones se toman en otros lugar que no son
ni en el Parlament ni en el Congreso. Que la tan cacareada soberanía, que sirve
para unas cosas y no para otras, parece que no sirve de nada, pues, está
secuestrada en Berlín y en las diferentes mercados que imponen descabelladas
políticas que llevan a la miseria a millones de personas y que sólo benefician
a unos mercados que no se presentan a las elecciones.
Si los políticos catalanes –los otros, con la apisonadora
de la mayoría absoluta, no necesitan reunirse-, sigue por esa senda de desunión
en lo esencial, van a conseguir que en las próximas elecciones vote a Tortell Poltrona,
si es que quiere presentarse a las próximas elecciones. ¡Quién avisa no es
traidor!