Día 4
Los turistas...
El templo es de estilo helenístico, la figura de Alejandro Magno aparece ante Horus. Relieves impresionantes y detallistas nos explican una parte de la historia. Impresiona pensar en la grandeza de estas construcciones que a pesar de todo siguen aquí, recordándonos la dificultad del paso del tiempo. En el primer pilono - las murallas de acceso- se puede apreciar que se han hecho ventanas, fuegos para calentarse y cocinar, habitantes de otras épocas muy poste-riores a las construcciones, nos indican que los símbolos sólo son válidos para aquellos que los consideran como tales. El paso del tiempo, hace que se llegue a perder la memoria de lo que significó dichas construcciones. Es un buen recordatorio de la levedad del tiempo y la memoria.
Detalle de las caras destruidas
Una auténtica multitud se ha agolpado para hacer fotografías. Sin quererlo, las máquinas digitales, nos transforman en hechiceros que queremos captar la esencia de las cosas, pero solo conseguimos, capturar un instante, tan efímero, que inmediatamente, es necesario volver a clicar. El templo ha podido perdurar gracias a un aliado involuntario, la arena del desierto que ha cubierto prácticamente todo el recinto, hasta fechas relativamente recientes (s-XIX).
Requiere tiempo poder captar y admirar los jeroglíficos que inundan las paredes. Hay una especie de horror al vacío. Todo parece necesario llenarlo. Hay que recordar que los jeroglíficos son escritura que fue descifrada gracias al genio de Jean-François Champollion (1790-1832). Nuestro guía Ahmad, nos ha dado otra lección de historia, su memoria es notable, el problema que la mía no lo es tanto. Después de deambular por el templo, lleno de gente, hemos vuelto sobre nuestros pasos. Hemos tenido que pasar, inevitablemente, por un pequeño zoco, donde hemos sido abducidos para comprar lo que no necesitas. A la salida y volviendo al lugar de partida, se ha reproducido, las escenas, esta vez no tan caóticas, para conseguir transporte. He ido junto con M. y el guía en el último transporte del grupo, un mototaxi nos ha llevado en un eslalon vertiginoso por en medio de la ciudad. Se ha despistado y ha tenido que volver a través del trayecto, un parón del motor ha hecho pensar en lo peor, esa parada ha estado a punto de costar un disgusto, pues, una calesa, ha sido obstruida por el mototaxi. Finalmente, ha podido arrancar el motor y llevarnos hasta la entrada de la motonave. Sobre las 11.30h salíamos de esta aventura que refleja lo que debe ser este país, lleno de vitalidad, pero desorganizado.
Navegar por el Nilo resulta un espectáculo digno de verse. Te hace sentir como un personaje de Agatha Christie, excepto que no vas vestido como esos personajes de ficción. Deslizarse entre las aguas, mirar las orillas, apoderarse de los olores y colores que la naturaleza pone a tu disposición para disfrutar de un paisaje milenario. La comida, se servía sobre las 13.30h era excelente. Descansar, hacer fotografías desde la cubierta de la motonave, vergel y desierto según la orilla que estés mirando, un verdadero lujo.