En segundo capítulo lleva por título El
misterio (2). En este capítulo aparece otro de los personajes centrales Teresa
Krumbholz. Ésta aparece en escena como ama de llaves. Kein necesita de ayuda en
las tareas domésticas. Teresa no es joven, 48 años, y el anuncio de Kein
pidiendo ama de llaves le atrae. Acostumbrada en su antigua casa a los
requerimientos de una familia vulgar la posibilidad de una casa con un único
patrono no le parecía mala cosa. ¿Ganaría más dinero? Lo cierto es que Kein
acepta a Teresa para el puesto. Teresa pragmática quiere saber cuánto ganará,
la respuesta de Kein es olímpica, “-Lo que usted quiera –dijo él con
indiferencia y dio un portazo” (pág.29).
Teresa entró en un nuevo territorio inexplorado,
una biblioteca. Las costumbres de su patrón empezaban a las 6 de la mañana. El
mobiliario de Kein era espartano. Los muebles eran un cáncer para su
biblioteca. Lo que ocupaban los muebles se lo quitaban a sus preciosas
estanterías. Así que no había muebles, excepto su mesa de trabajo. De las 6 a
las 7 de la mañana Kein anda envuelto en misterio. Teresa quiso saber que hacía
su patrono. ¿Escondería secretos inconfesables en su biblioteca? A partir de su
paseo se ponía en su mesa trabajando todo el día. Después de las 6,15h hasta
las 7 ¿qué hacía Kein? Teresa quería saberlo.
Cuando Kein se iba a su paseo matutino, Teresa
empezó a repasar las estanterías una por una y libro por libro para saber que
se escondía detrás de esa biblioteca. La mesa de estudio tenía un dispositivo
que al abrir alguno de sus cajones emitía un pitido, era su sistema de
seguridad. Teresa fue avanzando y descartando ideas absurdas a medida que no
encontraba nada en su búsqueda. Finalmente, pudo saciar su curiosidad. Lo que
sucedía era que Kein buscaba cinco o seis libros seleccionados de su biblioteca
para llevárselos en su cartera para su paseo matinal. ¡Nunca salía de casa sin
su pequeño tesoro! Teresa decepcionada, pensó que semejante extravagancia
merecía ser tenida en cuenta, ¡nunca se sabe!