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dimarts, 23 d’octubre del 2018

Khashoggi es ciudadano de Marte

Imaginemos la escena, un conocido opositor de un régimen populista –siempre son los Otros los populistas-, va al consulado a gestionar cualquier trámite. Al entrar al consulado, éste no vuelve a aparecer. Los familiares y amigos del opositor ponen en conocimiento  del hecho a la policía y a los medios de comunicación.

Mientras, desde el gobierno populista se declara que el opositor nunca pisó el consulado. Se disparan las alarmas y las especulaciones. Se habla de asesinato político. La prensa nacional va llena de proclamas contra ese régimen populista. 

Finalmente, el gobierno populista, debe admitir que si entró en el consulado, pero que el opositor sufrió un infarto y murió instantáneamente. El cadáver del opositor desaparece del consulado de manera milagrosa.



¿Se imaginan lo que pasaría? Es evidente que lo que ha sucedido con Jamal Khashoggi, no tiene nombre, excepto, asesinato de estado. Pero repito, siendo Arabia Saudí, no pasará nada. España se desvincula de un posible boicot contra una “democracia joven”. Sin embargo, si eso hubiese sucedido con Venezuela, pongamos por caso, ¿no se estaría hablando de boicots de todo orden contra el régimen? La hipocresía internacional sólo tiene en cuenta la fuerza que dispone o el dinero. Así Corea del Norte siendo una potencia nuclear puede hacer a sus ciudadanos lo que ellos quieren, ante la pasividad de esa Comunidad Internacional que solo existe cuando conviene a los de siempre. En el caso de Arabia Saudí, su petróleo y sus petrodólares bastan para acallar a todos.


¿Qué haría el gobierno de España? Hay que recordar que el periodista asesinado, era ciudadano norteamericano, y sin embargo, desde la Administración Trump, parece que sea un ciudadano de Marte.  

dilluns, 22 d’octubre del 2018

El caso Jamal Khashoggi




Mohamed bin Salman


Jamal Khashoggi

El caso Khashoggi es la demostración palmaria que la teocracia saudí, avalada incondicionalmente por EEUU y buena parte de estados del mundo mundial, se siente con el poder de hacer lo que quiera. El caso de Jamal Khashoggi, periodista saudí, crítico con el régimen, afincado en EEUU, fue a tramitar en el consulado saudí en Estambul (Turquía) los papeles que le permitían casarse con su prometida de nacionalidad turca. Entrar en el consulado y desaparecer para siempre. La desaparición -muerte- de Khashoggi se la han atribuido nada menos que al príncipe heredero Mohamed bin Salman. Por supuesto, en una primera versión, los saudíes, negaron que desapareciese en su consulado, y después de 18 días han tenido que cambiar su versión, está vez, más surealista, según la cual, su muerte se produjo a raíz de una pelea entre miembros de seguridad y el periodista. Fuentes turcas difundieron un audio donde se oyen gritos de Jamal Khashoggi siendo descuartizado vivo, según las mismas fuentes.




Las reacciones como no podían ser de otra manera, son extraordinariamente tibias. A EEUU, la versión oficial saudí, les convence de su veracidad. Europa, abanderado de los derechos humanos, ha tomado posiciones muy conservadoras, dada la naturaleza del país con el que tratan. España, después de haberse jurado amor eterno entre ambas monarquías, a raíz de la venta de armas, se mantiene con su perfil clásico, es decir, de alfombra persa. El mensaje queda claro: cualquiera que contradiga a los mandatarios de los países poderosos, pueden ser volatizados. ¡Quien avisa no es traidor!