“No
conozco a nadie que haya pasado por más tentativas de ahorcamiento por parte de
los amigos y hasta de un transeúnte femenino cualquiera o de un mozo servicial
de bar, que yo con esa corbata.(…)
Todos
los que tienen latente vocación para verdugos de ahorcamiento se alistan
inmediatamente ante una corbata desanudada y os piden os entreguéis, con
atlético gesto; se apoderan de los extremos de la corbata y os la arreglan,
desarreglando algo también.
Y,
sin embargo, la indemnidad contra los ahorcamientos es un seguro de la
longevidad. Sobrevivir a una corbata mal anudada es el método de la larga vida”
(Macedonio Fernández, Papeles de Recienvenido, ed.Corregidor)