Día 2
Hemos ido a Mérida. Hemos sido los primeros en desayunar. El comedor era muy bonito. Había de todo, selección de salado y dulce. La camarera nos ha atendido en exclusiva. Solo cuando ya nos íbamos ha entrado otra pareja.
Hemos ido a Mérida. Hemos sido los primeros en desayunar. El comedor era muy bonito. Había de todo, selección de salado y dulce. La camarera nos ha atendido en exclusiva. Solo cuando ya nos íbamos ha entrado otra pareja.
Hemos salido del Parador sobre
las 8.45h, dirección Mérida, a través de la Autovía hacia Badajoz. Sobre las
9.30h hemos llegado. Hemos tenido la fortuna de aparcar en la Avda. Juan Carlos
I, muy cerca del Circo Romano. Éramos las primeras visitas y el encargado de
los tickets ha sido muy amable y atento. Ésta ha sido nuestra primera parada en el pasado.
Hemos caminado por el escenario
donde los romanos debían divertirse cuando las cuadrigas corrían por el
escenario gigantesco. Sólo la imaginación hace posible pensar en ese escenario
que hace casi dos mil años (s.I d.C), era real. Ese pasado tenía como nombre Augusta
Emerita.
Después, nos hemos ido hacia el
Anfiteatro y el Teatro. El escenario es realmente impresionante. Esas columnas
las había visto en televisión, al natural ganan muchísimo. El teatro con sus
columnas impresiona, no por lo que son, sino por lo que fueron. Los turistas,
como nosotros, se hacían fotografías con los móviles en el escenario,
emulamos a Rodero y compañía. Por supuesto, muchos no saben quiénes eran. Lo
real nos transporta a la historia de un tiempo pasado, donde Augusta Emerita,
era una ciudad importante del Imperio Romano.
Hemos entrado en el Museo
Romano, obra de Rafael Moneo. La obra es austera y envuelve los tesoros
acumulados de la antigua Augusta Emerita. En el museo solo resalta lo expuesto
en sus paredes. La sobriedad de éstas permite realzar las esculturas, murales y
mosaicos que pueblan el museo. Los dos niveles de altura permiten contemplar
sus obras, especialmente, los mosaicos. La luz natural que entra, se agradece.
Los tesoros romanos, algunos cotidianos, que el paso del tiempo, se convierten en
tesoros, permiten hacerse una idea de ese mundo pretérito.
El calor arreciaba y nos hemos ido Alcazaba. Desde ahí, se ve el puente romano. Es enorme y se codea con un puente moderno de Calatrava. En la ciudad hay cinco puentes. Las atraviesa el Guadiana. La Alcazaba es una estructura enorme, pero que el paso del tiempo ha deteriorado de forma notable. Desde sus murallas se ven vistas sobre una parte nueva de la ciudad, y el Guadiana.
Después hemos paseado por las
calles del casco monumental de Mérida. Entre sus calles, se encuentran tesoros
como el “Templo de Diana” y el “Pórtico del Foro”. Justo al lado hemos comido
en un local de nombre no demasiado imaginativo,
“La Extremeña”. La comida era buena, la música estaba muy bien, aunque
demasiado alta. La camarera que nos ha atendido era muy atenta y profesional.
¡Qué más se puede pedir!
Después nos hemos ido a coger el coche, el
calor había aumentado. Nos hemos vuelto a Trujillo. Nos
esperaban a las 17.10h una visita a sus monumentos.
Descansar y dirigirse a la
Plaza Mayor de Trujillo. Allí nos hemos reunido unas quince personas para la
visita guiada. Las visitas las organiza el punto de información del
Ayuntamiento. A la hora indicada, un “guía oficial” iniciaba su presentación,
con una voz algo monótona. La visita valía pena, pero la duración fue excesiva,
tanto que nosotros no la seguimos hasta el final. Cerca de 2.45h fueron
suficientes.
Las casi tres horas de
despliegue de conocimientos de nuestro cicerone "oficial" nos permitió
hacernos una idea de lo más florido sobre el paisaje y paisanaje de Trujillo.
En la cintura llevaba una suerte de gadget para amplificar su voz. El recorrido
nos llevó desde la plaza y el significado de los balcones de sus palacios con
vistas a la plaza Mayor. También nos explicó la inverosímil historia de la
estatua ecuestre de Pizarro. La obra de Charles Cari Rumsey (1879-1922), hizo
la obra en bronce sin cargo a la ciudad. La inauguración la presidió el
Dictador Primo de Rivera (1929).
Después nos dirigimos hacia la
cuesta de la calle Ballesteros, con casas con heráldica incluida. Llegamos
hasta la iglesia de Santiago. Siguió explicandonos toda suerte de peripecias
sobre los nobles de la ciudad. Durante unos minutos nos dejó descansar antes de
emprender la ascensión a las imponentes murallas del castillo. La calle Alhamar
nos llevó hasta sus puertas. El castillo tiene orígenes árabes. Sus imponentes
murallas dominan la ciudad y nos permitían ver sus alrededores desde
kilómetros a la redonda. Nuestro guía nos dijo de forma críptica que se habían
rodado algunas películas, sin especificar. Después me entero que en unos de los
capítulos de Juego de Tronos (El dragón y el lobo), aparecía el castillo y sus
paisajes.
Después del castillo, hacia la
casa museo de Pizarro. No tenía mucho interés, además nos contó la genealogía
familiar. Exhaustiva e inútil. Se hizo eterna su explicación. Después nos
fuimos a la joya de Truijillo, la Iglesia de Sta.María. La iglesia es
imponente. Románico tardío, fue reconstruido en los siglos XV y XVI en estilo
gótico. Posteriormente se tuvo que reconstruir la torre.
Mientras explicaba las
vicisitudes de los nobles enterrados en la Iglesia, nosotros salimos a hurtadillas. Literalmente, desertábamos de un interminable
recorrido turístico.
Después fuimos a cenar en el
Parador. Unos raviolis especiales, muy buenos y sabrosos. De segundo bacalao. Y
de postre, un helado de queso y sopa de yogurt. Tenía el aspecto de un huevo
frito. Excelente. Después volvimos a la Plaza Mayor para hacer algunas
fotografías nocturnas. La plaza estaba bastante desierta, había gente en las
terrazas, pero, al día siguiente era lunes.