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divendres, 5 d’abril del 2019

Egipto: Luxor (Valle de los Reyes)

Día 3


Con la sensación de haber perdido el tiempo, nos encaminamos hacia el Valle de los Reyes. Cada vez hacía más calor. Una carretera bien asfaltada, unos parajes escarpados, un lugar para las emboscadas y la huida, lugar remoto e inaccesible, excepto, para los saqueadores de tumbas, y después, los turistas que estamos a cientos.






Un poco de historia

Tal como nos dice Christian Jacq, el Valle de los Reyes, fue elegido por Amenhotep I (1551-1524 a.C). Sin embargo, el primer rey en esperar la inmortalidad, fue Tutmosis I (1524-1518 a.C). El último fue Ramsés XI (1098-1069 a.C.). El lugar fue, primero saqueado y posteriormente, olvidado.

Sin embargo, “En 1922 se produjo un milagro: después de un trabajo titánico y al borde de la desesperación, Howard Cárter vio cumplido su sueño: encontrar la tumba de Tutankamón. Cuidadosamente oculta, contenía todavía todas sus riquezas*.” 

El paraje, sigue provocando sorpresas, así, por ejemplo, la tumba nº 5, fue John Ganer Wilkinson, el inventor de esta enumeración de las tumbas, en 1827. En dicha tumba han aparecido la de los “hijos reales” de Ramsés.






El nombre egipcio del Valle era sekhetaat, «la gran pradera», en referencia a un paraíso celestial que la mirada del resucitado puede contemplar al final de un recorrido de orden iniciático que revela el mismo plano de una tumba: un umbral que sólo puede ser cruzado si se respeta la ley de Maat, un corredor que desciende hasta el corazón de la Tierra, el paso sobre un pozo que contiene la energía de Nun, las salas con pilares donde están inscritas las fórmulas del conocimiento que permitirán al rey encontrarse con los dioses y superar los obstáculos, y la sala del sarcófago (el «señor de la vida»), la Morada del oro donde se realiza la transmutación en luz*.”

Beechey, Henry William

Tumba de Stethy I





En una carta del 26 de mayo de 1829, Jean-François Champollion supo intuir el tema central desarrollado en las tumbas del Valle: «Durante su vida, semejante al sol en su carrera de Oriente a Occidente, el rey debía ser el vivificador, el iluminador de Egipto y la fuente de todos los bienes físicos y morales necesarios para sus habitantes. Muerto el faraón, se le comparó entonces, naturalmente, con el sol poniente y descendiendo hacia el tenebroso hemisferio inferior, que debe recorrer para renacer de nuevo por el Oriente y devolver la luz y la vida al mundo superior (el que nosotros habitamos), del mismo modo que el rey difunto tenía que renacer, bien para continuar sus transmigraciones o bien para habitar el mundo celestial y ser absorbido en el seno de Amón, el Padre universal*».”




El viaje de la barca solar comprende doce etapas, las doce horas y regiones de la noche. Según la expresión de Champollion, navega «por el río celestial, sobre el fluido primordial». En proa se encuentra Sia, la intuición que la guía en las profundidades de la energía original y el cuerpo de la diosa Cielo. Tiene que reducir a la impotencia a la serpiente Apofis, que sin cesar intenta desecar el río vital*.”

Los turistas

Nuestra excursión al Valle de los Reyes, suponía entrar a tres de ellas. Hemos hecho el recorrido desde la más alejada hasta la de Ramsés III. Bellamente labrada en piedra reproducía el tránsito a la eternidad.




Cortesía de Lola

Cortesía de Lola

Cortesía de Lola

Cortesía de Lola

La elección de las tumbas fue a cargo de Ahmad, nos dijo que en la primera que visitamos, la más alejada de las tumbas, y por tanto, con poca gente, tenía la particularidad de que las pinturas, estaban una parte de ellas, sin acabar, mostrando así, el proceso de realización.

El contraste entre el calor y la luz  cegadora del exterior, y las sombras y la iluminación interior, así, como la temperatura moderada, hacían de la visita a las tumbas, un buen momento para la observación y la contemplación.




Nota:

Los textos en cursiva son si no se dice otra cosa son de Christian Jacq, La guía de viaje al Egipto de los faraones, ed.Planeta.