Las noticias van llenas
del accidente ferroviario cerca de Santiago de Compostela. De momento cerca de
79 muertos y cientos de heridos. Una auténtica tragedia. La causa más plausible
es el exceso de velocidad al tomar una curva. El tren siniestrado pertenece al
modelo Alvia, un mixto entre eléctrico y diesel en vía de alta velocidad. Los
mecanismos de freno no funcionaron. Las informaciones recogen que podía haber
ido a 180 km/h en una curva que se coge a 80 km/h. Los expertos dirán la
confluencia de errores humanos y de señalización.
Lo único verdaderamente
importante, es la cifra de muertos, se señala que es el peor accidente
ferroviario en los últimos 40 años. El tren procedente de Madrid y llegada a el
Ferrol se quedó en la curva denominada A Grandeira, cerca en la parroquia
compostelana de Angrois. En un momento, la vida se deshace, las esperanzas e
ilusiones se desvanecen, y lo que queda
es el horror. Vidas que se han roto para siempre, heridos que intentaran pensar
en rehacer las suyas, familias que han perdido a sus seres queridos, accidente.
Sería deseable que los
políticos, fuesen discretos y eficaces por una vez. ¡Claro que tendrá que haber
una investigación! ¡Claro que habrá que depurar responsabilidades, si las
hubo!. ¡Dejen a los vivos enterrar a sus muertos! Los políticos deberán actuar
cuando las familias hayan enterrado a
los suyos. ¡No es necesario con los políticos vayan a visitar el lugar del
accidente, ni visiten a los enfermos! Lo que tienen que hacer, es resolver,
facilitar todo aquello que sea necesario para que las familias puedan cuidar de
los suyos, por ejemplo, que no pierdan las viviendas por culpa del fallecimiento de unos de los cónyuges, que los seguros paguen las indemnizaciones, etc., es decir, que ayuden verdaderamente a todos aquellos que lo necesiten, lo demás se lo pueden ahorrar.