“Embolicar la troca” -complicar las coas-, es una expresión que probablemente se ajuste a lo que está sucediendo ahora mismo en Cataluña y su relación con el gobierno central. Después de la manifestación multitudinaria del 11-S que expresaba muchas cosas, entre ellas, la idea de la independencia. La afirmación nacional que a través de CiU ha sabido capitalizar la sensación de que el gobierno central desoye las reivindicaciones catalanas. El Pacto fiscal que era el programa estrella de CiU ha acabado antes de empezar. La manifestación del 11-S la desbordaba, ante un clamor de mayor independencia. La sensación de que Cataluña paga más de lo que recibe se hace cada vez más evidente.
Los problemas económicos de la Generalitat y que han provocado recortes en todos los servicios, CiU es un gobierno de centro-derecha, ha provocado un rechazo por parte de la sociedad, pero a su vez, CiU ha sabido redirigir el clamor contra los recortes sociales que el gobierno de la Generalitat ha puesto en marcha, hacia la vertiente soberanista. Así, podía matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, difuminaba sus responsabilidades en los recortes sociales y otro, lograba recapitalizar la necesidad de un proyecto que ilusione. Los catalanes somos gente que nos gusta ilusionarnos, no lo podemos evitar. Sin embargo, desde el gobierno central, da continuas muestras de un desprecio olímpico sobre los temas que tienen que ver con Cataluña. Mucha gente piensa que los problemas que nos atenazan podrían solventarse a través de la independencia.
El gobierno central no entiende para nada el ansia nacionalista. Es un sentimiento tan válido como cualquier otro. El propio gobierno central da muestras cada día que pasa de un rearme nacionalista español. Nada mejor que cualquier declaración contra el gobierno catalán para aumentar las filas nacionalistas y soberanistas. El gobierno central y su auxiliares mediáticos –el canal 24 horas, no sabía cómo colocar la noticia de la manifestación del 11-S-, no entienden nada del sentimiento nacional. Era fácil si el sentimiento nacional lo capitaneaba HB y ahora Bildu, porque siempre podían decir –y con razón-, que estaban teledirigidos por ETA, pero de CiU no pueden decirlo.
¿Qué sucede con aquellos que no quieren la independencia en Cataluña? La respuesta en la sociedad democrática catalana es que todas las expresiones podrán ser oídas y debatidas, tendrá que haber elecciones donde los partidos podrán fijar sus posiciones a favor, en contra, o lo que consideren oportuno. De ese nuevo Parlament el gobierno que salga y en función de la correlación de fuerzas podrá proponer la convocatoria de un referéndum para saber lo que opina la ciudadanía. No hay estado totalitario, cuando se realiza a través de la participación ciudadana.
Los momentos actuales cuando el gobierno central se resiste a ser intervenido, el discurso de una nación catalana es un banderín de enganche –tal vez una huida hacia delante-, que al menos parece que la ciudadanía coge las riendas de sus destinos, en vez de dejar que los mercados nos dirijan hacia la desilusión y la pobreza, ¿acaso no parece razonable que muchos suspiren por esa nueva senda independentista?