dimarts, 24 de desembre del 2019

Nit trista per el Nadal




Birmania-Singapur (XI): Política


Un poco de historia....

I

La colonia salvada: Malasia*


Malaya fue la única de las colonias asiáticas que los británicos decidieron defender desde el primer momento. Su justificación era que había que salvaguardar los intereses occidentales en una zona que proporcionaba el 85%  de la producción mundial del caucho natural, el 45% del estaño y un 23% del cromo. En los años difíciles de la inmediata posguerra, Malaya era la mayor fuente de dólares del imperio (…).

La difícil tarea que los británicos emprendieron en este territorio, y que puede considerarse como el último gran éxito de su política colonial, comenzó con la construcción de un estado que tomó como pretexto una inexistente nación malaya, y se completó con el paso, más arriesgado aún, de unirle los territorios británicos del norte de Borneo en una Federación de Malasia, que no tenía otro objeto que ponerlos bajo el control de un poder amigo, fuera del alcance de las ambiciones indonesias, a la vez que se aseguraba con ello de que hubiese en el conjunto de la federación un predominio numérico de la población étnicamente malaya sobre la china.

Durante la segunda guerra mundial muchos malayos había colaborado con los japoneses, mientras la resistencia la protagonizó la guerrilla, esencialmente china y comunista (…), que combatió al lado de los británicos y se desmovilizó al término del conflicto, esperando que los ingleses otorgarían la independencia a la colonia, como iban a hacer con la India y con Birmania, y dispuestos por ello a seguir colaborando en la paz com lo habían hecho durante la guerra.



Pero en 1948 los británicos firmaron un acuerdo con los nueve sultanes malayos para formar la Federación Malaya y los plantadores comenzaron a expulsar de la tierra que cultivaban a los campesinos chinos que se habían instalado en ellas durante la guerra, mientras los británicos destruían las organizaciones sindicales. (…) se inició entonces una nueva lucha por la independencia, que la maquinaria informativa británica pretendió reducir a bandidaje.



(…) La campaña, que los británicos llegaron a emplear 50.000 hombres y unos  recursos de que andaban escasos, se completó con una operación e que medio millón de campesinos de etnia china fueron trasladados a “pueblo protegidos” (…). La campaña de “emergencia” fue, no solo la última gran operación imperial británica, sino también, se ha dicho, “la única victoria real de la guerra fría en Asia”.





En 1957 una Gran Bretaña que no necesitaba ya en la misma medida los recursos de este territorio, puesto que producía caucho sintético en la metrópoli, y que no tenía capacidad para seguir controlándolo, decidió darle la independencia con un gobierno favorable al mantenimiento  de los intereses británicos, presidido por el Tunku Abdul Rahman, hermano del sultán de Kedah, que había obtenido un 1955 un rotundo triunfo electoral al frente del UMNO (PKMB en malayo), aliado a las organizaciones representativas de los pobladores de origen chino e indio, pero que inició, una vez obtenida la independencia, una política discriminatoria a favor de los malayos.



En 1963 el proceso de consolidación se completó al crear la Federación de Malasia, que reunía Malaya, la ciudad estado de Singapur*  y las dos posesiones británicas en el norte de Borneo (…).



Tras las revueltas raciales 1969, el nuevo estado consiguió un cierto grado de estabilidad sobre la base de un contrato social en que indios y chinos accedían a la ciudadanía, pero dejaban a los malayos y otras etnias nativas (los bumiputras o”hijos de la tierra”) un acceso preferente a los cargos de gobierno y a la educación: ellos garantizó unas décadas de crecimiento económico, bajo la dirección del UMNO, de las que los ciudadanos de etnia china sacaron buen provecho.



* Una unión problemática, por el temor de los malayos al peso que podía tener en el conjunto de la federación esta entidad de mayoría étnica china, y por los conflictos raciales que se produjeron en 1964, lo que explica que el Tunku expulsase Singapur de la federación en 1965 y le obligase a constituirse como nación independiente, dirigida por ese singular personaje que es Lee Kuan Yew, primer ministro de 1959 a 1990 y algo así como “primer ministro emérito” (minister mentor) todavía hoy: un jefe de gobierno que recibió la noticia de su independencia forzada, caso único en la historia del colonialismo, “lamentando con lágrimas ‘ese momento de agonía’” y que ha construido un singular ejemplo de democracia autoritaria.

* Josep Fontana, Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945. Ed.Pasado&Presente, Barcelona, 2011



II


Thomas Stamford Raffles (1781-1826) hubo de abandonar prematuramente el colegio y buscarse un empleo que permitiera sostener a su madre y hermanas. Empezó como subalterno de la East India Company, teniendo catorce años, y en cada uno de los puestos que la empresa le fue ofreciendo demostró una gran valía, a la vez profesional y humana, como tantos otros ingleses extraordinarios de aquella época. Los trópicos asiáticos le hacían caer enfermo con frecuencia, pero no solo se sobreponía a los achaques para cumplir el trabajo, sino que hallaba tiempo para compensar su falta de formación académica con autodidactismo. Teniendo veinte años —mientras estaba destinado en Penang y los ingleses temblaban ante un Napoleón que gobernaba también en Holanda—, inició minuciosas investigaciones sobre geografía, política, botánica y lenguas del área, que culminaría una década más tarde con los dos volúmenes de su Historia de Java (1817).



El resultado de las pesquisas encomendadas por Lord Hastings, el gobernador, fue una pequeña isla —42 kilómetros de largo por 23 de ancho—, apenas poblada entonces por algunos agricultores chinos y pescadores malayos, que ofrecía un espléndido abrigo a cualquier flota imaginable. Si Napoleón dijo que en el puerto genovés de La Spezia cabía cómodamente toda la marina militar europea, Raffles observó que allí cabría con la misma comodidad toda la marina militar del planeta. Así nació Singapur (de singha-pura, «aldea del león», atendiendo —según la leyenda— a una confusión entre leones y tigres), comprada dos años más tarde a un sultán. Redactando el acta fundacional del lugar, Raffles lo definió como «puerto libre, abierto sin discriminación al comercio con cualquier país», una impronta que ya no lo abandonaría.



Con todo, Singapur no sería el emporio que ahora es sin el concurso de otro hombre excepcional. Hijo de una rica familia china, asentada de antiguo en la colonia, Lee Yuan Kew (1923—2015) se graduó con máximos honores en Cambridge cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial, en una época donde el Labour Party convencía a casi todos, y volvió a su tierra convertido en un halcón jurídico al servicio de sindicatos obreros. La colonia enveredaba por caminos de autogobierno, abriendo cauces para la creación de formaciones políticas, pero al fundar el PAP (People’s Action Party) Kew comprendió que necesitaba distanciarse tanto del programa socialista como de los intereses representados por la oligarquía local. En otras palabras, el bienestar no dependía de emprender una política redistributiva de rentas, ni de planificar rigurosamente la economía, sino de fortalecer un mercado que produjese más y mejores bienes y servicios. Con esa postura —tan herética a mediados de los años 50— ganó los primeros comicios de Singapur, saliendo él elegido por uno de los guetos pobres de la ciudad. Primer ministro desde 1959, Kew sigue siendo en 2001 Senior Minister, aunque desde 1990 traspasase el peso del gobierno a un equipo de delfines, formado básicamente en Harvard y Stanford**.

** Antonio Escohotado, Sesenta semanas en el trópico. Viajes por el planeta interior. Ed.Anagrama, 2003

III

GOBIERNO E INSTITUCIONES***

Desde la independencia en 1965, después de ser colonia británica y de una breve integración en la Federación Malasia, la vida política ha estado dominada por el People’s Action Party (PAP) y  por su fundador Lee Kuan Yew. Aunque se respetan las formalidades de los procesos electorales y hay un sistema judicial, el Gobierno/Partido tiende a asimilar su ideología y su ejecutoria con las del Estado. El Gobierno ejerce cierta censura de los medios de comunicación y limita la distribución de publicaciones extranjeras. La situación podría resumirse afirmando que se trata de un “Estado fuerte”, no basado principalmente en la coerción, sino en un amplio consenso
sistemático, y en la gran capacidad del Gobierno para aunar voluntades y movilizar a la población hacia los objetivos fijados por el poder ejecutivo.

En marzo 2015 falleció el patriarca de Singapur Lee Kuan Yew, y el actual Primer Ministro, su hijo, Lee Hsien Loong (quien había estado enfermo), se presentó a las elecciones parlamentarias que se celebraron en septiembre de 2015, obteniendo el PAP casi el 70% de los votos (y 81 de 87 escaños en el Parlamento), recogiendo así los frutos de sus medidas populistas. La oposición (ocho partidos de los que el Workers Party es el más fuerte) apenas tuvo opciones.

En lo que respecta al cargo de Presidente del país, el 31 de agosto de 2017 terminó su mandato presidencial el Dr Tony Tan. Si bien las nuevas elecciones presidenciales estaban previstas para la última semana de septiembre y reservadas a candidatos de la etnia malaya, el 13 de septiembre se designó como Presidente de Singapur a Madam Halima Yacob, anterior Portavoz del Parlamento de Singapur, al haber sido la única candidata (de los tres inicialmente presentados) que superó los requerimientos exigidos para la presentación de candidatura.




POBLACIÓN ACTIVA Y MERCADO DE TRABAJO. DESEMPLEO

Singapur ha disfrutado de una baja tasa de desempleo que se ha mantenido durante los últimos años, a pesar de los acontecimientos internacionales.

En 2018 la tasa de desempleo media anual se situó en un 1,9% frente al 2% registrado en 2017. El desempleo se ha mantenido constante según sean ciudadanos de Singapur o residentes, manteniéndose en un 3,1% para el caso de los nacionales y en el 3% para los residentes, se supone que la totalidad de los ex patriados que viven en Singapur que demandasen empleo, lo tendrían.

La población activa (residentes y no residentes) en 2018 fue de unas 3.650.000 personas, con una tasa de participación del 68,0%.

Las recientes medidas de restricción para la contratación de personal de otras nacionalidades que ha implementado el gobierno nacional (para garantizar el empleo de sus nacionales y los altos niveles salariales) junto con los problemas demográficos y de natalidad de Singapur podrían suponer que el mercado laboral se contraiga de manera muy significativa en los próximos años, de igual manera que la ralentización económica afectará sin duda a un mercado de trabajo en el que los salarios han estado creciendo en términos reales a tasas cercanas al 3% en los últimos 4 años. Por primera vez en años, el Gobierno de Singapur se enfrenta a un incremento de desempleados de cerca de 10.000 personas en los primeros meses de 2019.

DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA

El dato del PIB por habitante en Singapur y su evolución histórica es espectacular y da una idea del éxito de las políticas económicas llevadas a cabo en su corta historia.

El PIB per cápita en 2018 se situó en 87.0118 SGD (55.800 euros), lo que significa una subida cercana al 4% en relación al dato de 2017.




Entre 2000 y 2016 el índice Gini ha pasado de 0,430 a 0,458. Este proceso no ha tenido lugar sin producir consecuencias negativas para la sociedad singapurense: disminución de la cohesión social, cierta desafección respecto al sistema económico y político de una parte significativa de la población. Si bien, estos últimos tres años ha entrado en una mejor tendencia, según el Departamento de Estadísticas del Gobierno de Singapur, el coeficiente Gini es de 0,402 (2017), ajustado teniendo en cuenta las transferencias e impuestos.


9º Ranking 

La población en todo caso parece estar de acuerdo con las políticas (sobre todo más recientes en 2016, 2017 y 2018) del gobierno que alcanzó casi el 70% de los votos en las elecciones generales (cada cinco años) de septiembre de 2015. No parece que el gobierno haya perdido apoyo popular.




El presupuesto de este año contiene una serie de beneficios fiscales para las personas: el presupuesto pone un gran énfasis en mejorar la vida de familias y hogares con la introducción de nuevos programas de apoyo social dirigidos a personas de bajos recursos. Los ancianos también se benefician fuertemente con la introducción de los llamados Merdeka Generation Fund que se dirige a las personas nacidas en la década de 1950 y les proporcionará mejores coberturas médicas. Otros años los presupuestos se volcaron en las generaciones de los años 40s. Los gastos en asistencia sanitaria aumentarán un 10,3%. El aumento proyectado de la tasa de GST (IVA) entre 2021 y 2025, que constituye un tema delicado para los menos privilegiados también se abordó en el discurso del presupuesto y se dio la seguridad de que el aumento se mitigará para los hogares con menores ingresos mediante un paquete de compensación del GST.

Actualmente el IVA se encuentra en un tipo general del 7% y se está planteando su subida al 9% (tipos máximos IRPF – 22%, tipo máximo para las empresas 17%).

https://www.icex.es/icex/es/navegacion-principal/todos-nuestros-servicios/informacion-de-mercados/estudios-de-mercados-y-otros-documentos-de-comercio-exterior/DOC2019 831643.html

dilluns, 23 de desembre del 2019

Un altre Nadal sense ells




Birmania (X): Política (y II)

Un poco de historia....

I

“Un caso aparte es el de Birmania, cuyo aislamiento comenzó con el golpe militar de 2 de marzo de 1962, que cambió su nombre por el de Myanmar, y lo sometió a una dictadura militar que ha seguido en el poder hasta 2010. Su primer representante, el general Ne Win, sumió al país en una etapa de crisis económica, con la pretensión de instalar “la vía birmana al socialismo”, que concretó en una combinación de aislamiento internacional, nacionalización de industrias, resistencia a la tradición budista (Ne Win, sin embargo, se guiaba en su política por el consejo de adivinos y astrólogos) y represión. (…) [en plena guerra de Vietnam], la dictadura militar fue vista inicialmente con buenos ojos por parte de “Occidente”.




En 1987 Ne Win, aconsejado por su astrólogo, decidió cambiar las denominaciones de la moneda, expresadas ahora en múltiplos de nueve, y convertir tan solo los billetes depositados en los bancos del gobierno, mientras los ahorros que se conservaban en los hogares quedaban sin valor, lo que aumentó el caos económico. Pérdida la confianza de sus compañeros militares, se le obligó a dimitir, reemplazado por una nueva junta militar que hubo de enfrentarse a las protestas populares de 1988, nacidas de la desastrosa situación económica, que se iniciaron con una huelga el 8 de agosto (se suponía que el “8/8/88” tenía augurios favorables), y fueron reprimidas con más de 3000 muertos.


Fue en estos momentos cuando apareció en escena Aun San Suu Kyi –hija de Aung San, uno de los protagonistas de la independencia-, encabezando la Liga Nacional para la Democracia, que ganó por amplia mayoría las elecciones (60%). (…) los militares se negaron a aceptar los resultados de la elecciones y mantuvieron durante años en arresto domiciliario a Suu Kyi, que obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1991, y continuaron con un régimen de rígida dictadura que mantenía al país aislado del mundo exterior, sostenido por la venta de sus recursos naturales de petróleo, gas natural, oro, madera (teca) y gemas. 

Las alianzas económicas establecidas con Tailandia y con China, a cuenta de la explotación de sus recursos naturales, permitieron pacificar las zonas de frontera y llegar a acuerdos con muchos de los grupos guerrilleros. La nueva prosperidad se vio aumentada a partir de los años noventa con el descubrimiento de depósitos de gas natural en las aguas costeras, que facilitaron a los militares gestionar apoyos políticos por parte de quienes  deseaban sacar provecho de estos recursos, en especial de China e India, y les proporcionaron abundantes ingresos con los que realizar grandes obras públicas, que han incluido la construcción de una nueva capital, Na Pyi Taw o Naypidaw, donde la casta militar vive separada del pueblo, a la vez que la de centenares de pagodas. La nueva riqueza solo ha llegado, sin embargo, a los clanes militares y a su entorno, mientras que por su índice de desarrollo humano Myanmar se sitúa en 2010 en el lugar 132, por detrás de Bangladesh o Camerún.

Una nueva amenaza para la estabilidad del régimen se produjo en septiembre de 2007, con un rasgo nuevo, como era el protagonismo asumido en la protesta por los monjes budistas, que se manifestaron en masa portando símbolo de la fallida revolución de 1988, y que fueron, de nuevo, objeto de una durísima represión.


El general Than Shwe

El hombre que desde 1992 estaba al frente del poder militar, el general Than Shwe, decidió en 2010 disolver la Junta, liberar  a Aun San Suu Kyi y organizar unas elecciones, a las que no esta ni su partido se pudieron presentar, y que fueron denunciadas internacionalmente como un fraude, pero que parecían iniciar una cierta transición hacia la democracia, aunque manteniendo un considerable peso del poder militar, que cuenta con el apoyo de China (que está construyendo un gigantesco gaseoducto), de la India y de Corea del Sur, pendientes de aprovechar los recursos del país. Con estos ingresos, y con un ejército de 500.000 soldados, el régimen puede garantizar la estabilidad interior.*” (pág.442-444)


* Josep Fontana, Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945. Ed.Pasado&Presente, Barcelona, 2011



II


Constitución y elecciones: la Myanmar democrá-tica**

"En mayo de 2004 comenzó un nuevo proceso constitucional. El documento resultante se terminó y votó en 2008, en medio de una oleada de críticas por la poca de transparencia y escasa legitimidad en la redacción de la Constitución, así como por la falta de libertad de información, expresión y asociación que caracterizó el proceso. La oposición no tuvo representación en la elaboración del nuevo ordenamiento jurídico del país y, cuando la sociedad civil protestó pacíficamente en agosto y septiembre de 2007, la mano dura del Ejército dejó docenas de muertos. Tanto el proceso como el texto constitucional sirvieron para perpetuar los intereses del Tatmadaw -ejército-; las reformas aparentemente democráticas y la retirada de los militares del Gobierno enmascaran una nueva estrategia de dominio militar. La influencia formal e informal de las Fuerzas Armadas asegura todavía su control del país.

La Constitución de 2008 concede al Tatmadaw plena independencia del poder civil y un 25% de representantes en el Parlamento, suficiente para vetar cualquier reforma constitucional. Al Tatmadaw se le otorga control total sobre la defensa y la seguridad nacionales, así como sobre el control de fronteras y asuntos internos, lo que lo convierte en la institución con poderes de mayor extensión territorial y al mando de la burocracia interna. Los oficiales también se reservan el control parcial o total del poder legislativo y ejecutivo en caso de emergencia nacional. A estas prerrogativas se suman el gran poder económico y comercial acumulado por el Tatmadaw, que controla desde la industria pesada hasta el turismo. Por si fuera poco, los oficiales quedan impunes por todos los abusos cometidos en el pasado y sus miembros solamente pueden ser procesados por tribunales militares.

En 2010 se celebraron las primeras elecciones en el país desde 1990. Miles de ciudadanos pertenecientes a minorías étnicas y prisioneros políticos no pudieron emitir su voto y el promilitar Partido para la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo obtuvo una victoria abrumadora. El partido de Suu Kyi boicoteó la votación, que fue condenada por el resto de los partidos como una farsa y por Naciones Unidas como “insuficientemente inclusivo y transparente”. Una semana después de las elecciones, Suu Kyi fue liberada tras casi dos décadas de retenciones y, desde 2015, el Gobierno está en manos de su partido, la Liga Nacional para la Democracia. La icónica líder ocupa el puesto de consejera de Estado, un cargo creado ex profeso debido al precepto constitucional, claramente dirigido a Suu Kyi, que impide acceder a la presidencia a aquellos que tengan lazos familiares con personas de otra nacionalidad.

Aunque la líder prodemocrática ha sido objeto de críticas a escala mundial por su falta de actuación ante los abusos militares contra rohinyás en Rakáin y sus evasivas no han cumplido con las expectativas de una nobel de la Paz., la realidad es que incluso ella actúa con un margen de maniobra muy reducido. Por otro lado, su injerencia en los intereses del Tatmadaw debe ser cautelosa, sutil y progresiva: aparte de que los militares rechazaron y boicotearon su nombramiento, el Tatmadaw tiene capacidad para dar marcha atrás a las pocas reformas liberalizadoras que se han aprobado si su autoridad o sus privilegios se ven amenazados. A todo esto, tampoco debe olvidarse el racismo endémico de su electorado —fundamentalmente bamar— hacia la etnia rohinyá.



Es innegable que ha habido cierto aperturismo político en Myanmar. (...) El Tatmadaw ha suavizado sus relaciones con el poder civil y se ha retirado del control directo del país, pero el hecho de que hayan sido los propios militares quienes han encabezado el proceso de democratización pone límites al alcance de las reformas. Estas limitaciones se recogen claramente por escrito en la Constitución de 2008. (...) La falta de mecanismos internos de control y equilibrio, junto con los factores históricos e ideológicos del Tatmadaw, hacen que las reformas democráticas en Myanmar sean únicamente superficiales hasta la fecha.

Una transición sin final

Una visión retrospectiva de las relaciones civiles-militares en Myanmar ayuda a comprender algunas de las cuestiones que se plantean en el país actualmente, incluyendo las atrocidades cometidas contra los rohinyás y la aparente indiferencia de Suu Kyi. La fragilidad del poder civil y la falta de paz que marcaron los primeros años de vida del Estado tuvieron una gran influencia en el desarrollo de su Historia. Asimismo, la transición ha sido liderada por los mismos que llevan más de medio siglo gobernando con mano de hierro el país, lo cual ha arruinado la validez democrática de cualquier cambio.



 A la transición le queda aún un largo camino por recorrer en Myanmar. Los privilegios y la cultura militar, la inestabilidad étnica y la ausencia de un proceso de reparación de los abusos causados por los militares son algunas de las cuestiones que deben resolverse para garantizar el control y la estabilidad de un Gobierno civil. Sus líderes deberán aumentar el diálogo con el Tatmadaw para conseguir gradualmente más confianza y un sistema político libre de interferencia militar, especialmente en lo que se refiere a la reconciliación étnica y a la seguridad."